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La búsqueda de una descendencia para Dios © 2004 por Denny Kenaston CAPÍTULO 33Manteniéndonos en contacto con la siguiente generación
Sea bendito tu manantial, La búsqueda de una descendencia para Dios no termina con la primera generación. Si nuestro corazón siente la carga de tener hijos que se santifiquen en la verdad de Dios entonces vamos a mirar más allá de la presente generación. Es mi deseo que este concepto ya haya tomado raíz en tu mente, pues se ha reiterado una y otra vez en este libro. Yo oro para que todos los que lean este escrito aprendan a recibir la visión de lo que Dios desea llevar a cabo con sus familias. Dios está buscando de todo corazón tener una descendencia para él. Y de acuerdo a mi entendimiento, yo entiendo que esta búsqueda tiene que ver hasta con la vida matrimonial de nuestros hijos. Es por esta razón que todavía no doy por concluida la terminación de este libro. Yo pienso que existe un aspecto más que debemos tratar. La realidad es que todo el arduo trabajo de los años anteriores en la crianza de los hijos se puede perder al permitir que ellos se enamoren y se casen con cualquier persona. Durante las dos décadas que llevo de pastor, yo he visto que algo así ocurrió en varias ocasiones. Y te aseguro que cada vez que un hecho así sucedió, entonces me dolió en lo más profundo de mi corazón. Yo he sido testigo de haber visto perderse el testimonio cristiano de toda la siguiente generación de una familia a causa de una relación obstinada de enamoramiento que terminó en un matrimonio sin la aprobación de los padres. Me parece algo así como el colmo de la necedad invertir veinte años en instruir a un hijo para luego enviarlo a buscar a su pareja en medio de la confusión y rebeldía religiosa que se vive en el cristianismo de hoy. ¡Que necedad! Las estadísticas muestran que el índice de divorcio en el “cristianismo” actual excede al 50%. ¿Pudiera ser que una de las razones de ese alto porcentaje es que los padres permiten que los jóvenes escojan por sí solos a sus parejas? Yo estoy convencido que en parte es así. Las Sagradas Escrituras nos ofrecen varios ejemplos de matrimonios que vivieron vidas llenas de amor y que experimentaron la felicidad que sólo se encuentra en Dios. Yo pienso que el texto que se utilizó al inicio de este capítulo muestra uno de estos ejemplos. Yo tengo la certeza que nosotros los padres podemos ayudar a nuestros hijos a que se den cuenta de la importancia tan grande que encierra enamorarse y casarse con la persona que Dios tiene para ellos. Nosotros podemos ayudar a nuestros hijos de tal manera que ellos también sabrán escoger a sus parejas pensando en su visión para las siguientes generaciones. Yo entiendo que el llamado que hace Dios por medio de los versículos de la cita anterior es con el objetivo que el hombre escoja y se quede con la mujer que amó desde su juventud. En otras palabras, el hombre no debe solamente saber escoger, sino que él debe estar convencido que ese primer amor de su juventud es la mujer que Dios desea para él y que se convertirá en su esposa de por vida. Con esto no quiero decir que durante el período del noviazgo ya no se puede terminar la relación. El período del noviazgo es para confirmar lo que Dios ya ha puesto en nuestros corazones. La palabra “manantial” se refiere al origen, a la vida, al linaje, a los hijos que provienen de esta unión. Lo que salga de tus lomos será bendito si te quedas con la mujer de tu juventud para toda tu vida. Esto concuerda con Malaquías 2.15. Nuestro Padre que está en los cielos los pronuncia como una sola carne y ruega que permanezcan juntos. ¿Por qué? “Porque buscaba una descendencia para Dios.” Yo ruego a Dios que nosotros como padres sepamos entregarnos a la tarea de enseñarles a nuestros hijos a desear tener una descendencia para Dios. Padres… por favor, ayúdenles La verdad es que el asunto de la ayuda de los padres hacia los hijos para que ellos encuentren un compañero o una compañera matrimonial duradera ha resurgido en los últimos años. ¡Gloria a Dios! Existen muchas voces que nos llaman a volver a las “las sendas antiguas” (Jeremías 6.16). Estas “sendas antiguas” están estrechamente relacionadas con el noviazgo y el matrimonio bíblico. Yo siento la necesidad de convertirme en una más de esas voces. Sé positivamente que este capítulo no puede abarcar todo lo referente al asunto del noviazgo. No obstante, yo trataré de despertar tu interés con relación a esta importante etapa en la vida de tus hijos. La mayoría de nuestros hijos no son capaces de salir a buscar a su compañero o compañera de por vida sin el consejo de sus padres. Para ellos existen muchas áreas desconocidas en este asunto y etapa de vida. Es de esperar que estos jóvenes deseen tener discernimiento para enfrentar esta etapa de vida con mucha sabiduría. Lo cierto es que tus hijos jóvenes necesitan esos veinte años más de experiencia que tienes para que les guíes en el laberinto de la vida. Yo no deseo que nadie me malinterprete. No es que tenga en poco la juventud, pero a su vez reconozco que la juventud es un tiempo difícil. Por medio del testimonio bíblico, nosotros podemos darnos cuenta que Abraham, un padre de familia, ejerció una gran influencia sobre su hijo cuando ya Isaac estaba listo para casarse. Por ejemplo, Abraham se preocupó por buscarle una novia a su hijo. Parece ser que esta práctica era muy común en ese tiempo. Esto quiere decir que cuando un hijo sentía el deseo de casarse entonces se apoyaba en el consejo y el permiso del padre. Además, nosotros notamos que el padre le indicaba a su hijo el momento apropiado para tomar una esposa para sí. Un estudio de la Biblia en este tema nos hará llegar a la conclusión que los padres siempre estuvieron muy involucrados en la unión de noviazgo y matrimonial de sus hijos. A continuación, yo he decidido hacer una lista de varias razones por las cuales pienso que es una necesidad que los padres ayuden a sus hijos en la búsqueda de su pareja matrimonial. • La abundancia de los falsos cristianos: Muchos de nosotros vivimos en países que se consideran “cristianos”. Casi todos dicen que son “cristianos”. Sin embargo, profesar algo no necesariamente demuestra que uno posee la realidad de lo que profesa. Muchos jóvenes sinceros han sido engañados desde antes de la formación de su matrimonio. Y lo más triste del caso es que una vez que ya se han casado entonces descubren la gran realidad que su cónyuge no tiene la firmeza cristiana que profesó antes de hacerse novios o de comprometerse. Esto aquí se convierte en una verdadera tragedia que puede perdurar por el resto de la vida de la pareja en la tierra. En muchos de estos casos los padres pudieron haber impedido tal unión. Muchos de los pretendientes profesan ser cristianos y hasta pueden “demostrarlo” al hablar. Quizá algunos de ellos pueden ser muy elocuentes y buenos teólogos cuando son cuestionados acerca de su fe en Cristo. El caso es que nuestros jóvenes no son capaces en muchas de estas ocasiones de saber discernir su falsedad. Es por ello que nuestros jóvenes necesitan de nuestra ayuda. Es la responsabilidad de los padres saber enseñarles a sus hijos por medio de sus propios ejemplos y de las sanas enseñanzas que aparecen en la Palabra de Dios. El objetivo es que ellos sepan escoger un buen cimiento cuando se trata del noviazgo y el matrimonio que formará una nueva familia en la tierra. Por supuesto, lo primero que debe suceder es que los padres logren que sus hijos deseen buscar su ayuda y consejo voluntariamente. Es necesario que ambas partes sean transparentes a la hora de relacionarse y de hablar acerca de este tema. Ustedes deben saber guiar a sus hijos a hacer un pacto que diga lo siguiente: “Yo (el hijo) no me enamoraré de alguien sin antes contar con el consentimiento de ustedes (los padres)”. • El divorcio es muy común: Quisiera que no fuera así, pero es la realidad. La probabilidad que uno de los cónyuges deje el matrimonio es muy alta. De hecho, ocurre a diario. ¡Debemos refrenar este mal! Los ideales cristianos acerca del matrimonio han bajado. Amados padres, yo oro que todos nosotros creamos y afirmemos que el matrimonio es de por vida. Sin embargo, nunca estará de más enseñarles a nuestros hijos todo lo referente al concepto bíblico en cuanto al matrimonio santo y los resultados no deseados de esas trágicas separaciones que a diario suceden. Yo conozco a muchos hermanos que temen casarse a causa de la falta de confianza que tienen en las mujeres. Y me imagino que así debe ser en el caso de las mujeres hacia los hombres. Repito, yo pienso que es preciso que los padres ayudemos a nuestros hijos a escoger su pareja matrimonial. • Las emociones son poderosas: Es refrán que plantea que “el amor es ciego” es muy verídico. Lo cierto es que una vez que el corazón se enamorara de alguien entonces se hace casi demasiado tarde para cambiar el rumbo. Se dice que un joven enamorado ya no puede “ver” bien. Esto aquí nos demuestra una manifestación del poder de las emociones. Sin embargo, Dios hizo que las emociones funcionaran de este modo. Es por ello que las emociones se hacen mucho más hermosas al experimentarlas de forma controlada en un ambiente santo que en nada esté en desacuerdo con lo que dice en la Biblia. Es algo lindo y maravilloso cuando un hombre y una mujer libres de compromisos encuentran la atracción y lo romántico en la experiencia de su primer amor. Como pastor, yo nunca me siento cansado de poder estar presente en el momento cuando una pareja piadosa está afirmando los votos de su matrimonio en del día de su boda. Las emociones tienen un poder sin igual sobre la vida de la persona. Cuando las emociones no son controladas por el Espíritu Santo y gobiernan los pensamientos, las palabras y las acciones de la persona entonces las mismas pueden encontrar satisfacción en lo ilícito y lo pecaminoso. Es por eso que se hace tan difícil detener a un joven que se le haya permitido enamorarse de una persona en lo que la Biblia llama un “yugo desigual”. Como padres, nosotros tenemos que buscar la sabiduría divina para lograr que nuestros hijos nos escuchen y obedezcan. Ayudémosles a que nunca entren en una relación de matrimonio gravosa. • La incompatibilidad: Los tres puntos que se trataron anteriormente tienen un peso tremendo sobre el hogar, la iglesia y la sociedad. Tal pereciera que este otro punto no tiene tanta relevancia. Sin embargo, muchas veces las dos personas que desean casarse no son compatibles por una razón u otra. Por ejemplo, cuando las convicciones personales son extremadamente distintas o si ambos han sido educados en culturas completamente diferentes entonces la vida matrimonial puede resultar muy difícil para ellos. Es por eso que afirmo categóricamente que los jóvenes necesitan nuestra comprensión, nuestras experiencias y nuestro discernimiento para guiarles en esta etapa de vida tan importante. • Las recompensas de un matrimonio feliz: Este último punto lo considero como el más importante de los mencionados anteriormente. Quizá piense de esta manera ya que los puntos anteriores tienen que ver con lo negativo y este punto se refiere a lo positivo de la relación matrimonial. La realidad del caso es que si nuestros hijos encuentran un cónyuge piadoso que tiene semejantes convicciones personales, lo más probable sea que su vida matrimonial prospere durante toda su existencia. Aquí estamos en presencia de una de las motivaciones más grandes que debe existir en los padres a la hora de ellos desear ayudar a sus hijos a escoger la pareja de su matrimonio. Yo me imagino que cada uno de nosotros deseamos que los matrimonios de nuestros hijos sean bendecidos y muy felices. Este deseo debe guiarnos a ayudarles a ellos en esta decisión tan importante en la vida de un ser humano. Yo conozco de una buena cantidad de parejas que han seguido este “camino antiguo” al contraer sus nupcias y nunca se han arrepentido de ello. Estas parejas todavía están gozando de una relación santa, tierna y feliz. Y sé que hay millones de parejas disfrutando de una relación estable y amorosa a todo lo largo del planeta. Me anima mucho saber que en la actualidad yo mismo soy testigo de los resultados tan poderosos que han tenido sobre la sociedad el testimonio de muchas de estas parejas. Y casi no puedo esperar para ver los beneficios que cada una de estas parejas traerán sobre el reino de Dios. ¡Padres! ¡Ayuden a sus hijos encontrar a su pareja piadosa!
Preservando el corazón para Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne (Génesis 2.22–24). En el capítulo que trató acerca del papel de la mujer en la vida hogareña se hizo un resumen muy extenso de estos versículos. Ahora bien, en esta parte yo deseo que mediten con mayor profundidad en cuanto a estos versículos y su relación con el matrimonio. Al leer estos versículos nos damos cuenta que Dios vio la necesidad que tenía Adán de tener una ayuda idónea. Fue Adán quien les puso nombre a todos los animales y a todas las cosas antes que Dios le diera a la mujer como su ayuda idónea. El texto se lee así: “mas para Adán no se halló ayuda idónea para él” (Génesis 2.20). Yo trato de visualizar el sentimiento de soledad que le pudo haber sobrevenido a Adán al darse cuenta que él no tenía compañera así como todos los animales la tenían. Luego, el Señor le hizo caer en un “sueño profundo” e hizo la primera cirugía que recoge la historia del hombre. Entonces fue así que Dios creó a una mujer de la costilla del primer hombre creado. Ella era semejante a Adán, pero en muchos aspectos era distinta. Estimado lector, yo deseo que trates de imaginar esta escena sagrada. Dios “la trajo al hombre” (véase el versículo 22). Ella era hermosa, la ayuda idónea del primer hombre sobre la faz de la tierra. Yo estoy seguro que tanto para Adán como para Eva aquello fue “amor a primera vista”. Ella no existía y de buenas a primeras estaba ahí, parada frente a su marido. Ella fue hecha especialmente para Adán. En el caso de Eva, yo estoy convencido que ella supo desde el primer momento que Adán era su esposo. Y esto mismo será lo que sucederá en la actualidad si le permitimos a Dios controlar nuestros pasos. Dios tiene un cónyuge para cada uno de nuestros hijos que en su voluntad divina ha permitido que un día se case. Es por eso que la semilla de cada matrimonio feliz brota del texto anterior. Dios unió a Adán y a Eva en aquel día y por medio de ellos presentó el modelo perfecto de su voluntad para el matrimonio. Ese día, Adán llegó a ser hombre de una sola mujer y Eva llegó a ser mujer de un solo hombre. Quizá haya algo en este testimonio que pueda parecerte superficial. Sin embargo, te aseguro que si Dios lo hubiera querido, entonces muy fácilmente le hubiera creado dos mujeres a Adán o dos hombres a Eva. En esto se basa la permanencia del matrimonio o la unión indisoluble del mismo de acuerdo al concepto de Dios. Esta primera boda fue establecida e instituida por el Dios del universo. A partir de aquel momento fue establecido el modelo para el matrimonio de solo un hombre con una sola mujer, unidos para el resto de la vida. Nuestra sociedad actual ha perdido este principio, pero el corazón de Dios no ha cambiado con relación a la permanencia del matrimonio entre un hombre y una mujer. La experiencia tan hermosa que experimentaron Adán y Eva puede ser una realidad hoy en día si se aplican los principios que Dios ha establecido en su Santa Palabra. Adán y Eva iniciaron su vida matrimonial en un estado de inocencia total. En otras palabras, ambos eran vírgenes tanto física como emocionalmente. Las manifestaciones de sus emociones empezaron a fluir por primera vez en aquel momento que ambos se vieron el uno frente al otro. Así fue el cimiento que tuvo el primer matrimonio sobre la tierra. Nosotros los padres también somos responsables de preservar los corazones de nuestros hijos para el glorioso día de su boda. Es maravilloso y poderoso el alcance espiritual que nuestras generaciones pueden llegar a tener al mantener sus matrimonios cimentados en los principios de la Biblia y sus corazones en el amor de una sola mujer y un solo hombre. ¡Sí, eso es posible! Yo he sido testigo de ello por muchos años durante el tiempo que he ejercido el ministerio como pastor de iglesia. Mis amados hermanos y amigos, esto aquí no es solamente un sueño. Tus hijos tienen la capacidad de llegar a sus respectivas bodas con un corazón que no esté siendo motivado por los deseos carnales descontrolados y pecaminosos. Esto quiere decir que ellos llegan al matrimonio con un corazón que diga: ¿Qué puedo dar? En lugar de decir: ¿Qué puedo obtener? Ellos pueden experimentar esto si nosotros cuidamos su corazón mientras crecen y maduran. El espíritu de una virgen Yo voy a utilizar la palabra virgen para describir el maravilloso estado de inocencia que gozaron Adán y Eva. ¿Qué ha sucedido con la definición y la aplicación de esta palabra? Parece ser que se ha perdido en medio de la inmoralidad y el “amor libre” de nuestras sociedades. Gracias a Dios, yo sé que todavía existen unas pocas personas que continúan rescatando la hermosura de la virginidad en sus vidas. Es necesario que con la ayuda de Dios todos nosotros sigamos poniendo en un lugar sagrado lo que significa la virginidad. La palabra virgen procede de una palabra griega que quiere decir “desconocido”. Esta palabra implica muchas cosas. En la Biblia, la palabra virgen describe a una señorita que no ha conocido a hombre alguno. Además, esta misma palabra describe a un muchacho que no ha conocido a mujer alguna. Otros sinónimos de esta palabra son: “casto”, “nuevo” y “no usado”. Todas estas palabras revelan la pureza del matrimonio de Adán y Eva. Es parte de nuestra responsabilidad como padres guardar a nuestros hijos de la inmoralidad que se vive en la tierra en estos días. ¡Es posible llevarlo a cabo! Los padres de la joven María sabían lo que significaba el concepto de la virginidad al igual que los padres del joven José. Estos padres les enseñaron a sus hijos estas cosas. Yo alabo a Dios por cada joven en la actualidad que se proponga no tener relaciones sexuales antes de su matrimonio. Esto es un acto loable. No obstante, existe un nivel moral más alto: un corazón que no haya experimentado el amor romántico. La virginidad es algo sagrado y debe ser muy estimada a los ojos de los humanos como lo es a los ojos de Dios. A nosotros como padres nos corresponde guardar a nuestros hijos para que no pierdan este tesoro sagrado antes de las nupcias. Yo estoy seguro que el corazón del joven es otro tesoro sagrado y que muchas veces los padres no lo toman en cuenta. Nosotros debemos ayudar a nuestros hijos a mantener sus corazones vírgenes para el matrimonio. Esto no quiere decir que no debemos enseñarles acerca de los factores y las cosas que tienen que ver con el matrimonio. Es nuestro deber hacerlo. Llevar un corazón virgen a la ceremonia nupcial constituye una fuente de poder con relación al testimonio cristiano. Lamentablemente, el género humano ha caído tan bajo que muchas veces nos es difícil imaginarnos que esto es posible. ¡Amados padres, imagínense qué gran testimonio para este mundo pecador puede llegar a ser que nuestros hijos vayan a la ceremonia nupcial con el sello de la virginidad! Sé que sería algo hermoso que tanto la mujer como el hombre lleguen a la ceremonia nupcial y se digan el uno al otro: “Yo he guardado mi corazón y mi cuerpo solamente para ti”. Aplicaciones prácticas Yo reconozco que todo lo que he escrito arriba suena maravilloso y quizá para algunos suene algo idealista o como una fantasía. ¿Cómo hacerlo una realidad? La verdad es que para lograrlo, una cosa que tenemos que hacer desde ahora mismo es tratar de cambiar nuestro modo de pensar y de actuar con relación a los conceptos de Dios para el papel del hombre y de la mujer. Por supuesto, esto incluye las verdades bíblicas en cuanto al noviazgo, con vistas al matrimonio. Por favor, permíteme motivar tus pensamientos respecto a este asunto. Considera un tanto la opinión casi general del mundo acerca del noviazgo. • El juego de cortejar: El cortejo o “noviazgo” informal es una relación romántica y temporal con el sexo opuesto. En otras palabras, un noviazgo así es una relación sin el propósito de contraer nupcias. Esto es muy común en la sociedad actual, pero la realidad es que esta práctica es relativamente nueva. Al cortejar, un[a] joven puede enamorarse de varias personas antes de casarse con alguna de ellas. Muchos jóvenes lo consideran como una diversión, pero en realidad ellos no entienden que están tratando con la emoción más fuerte de su ser: la emoción del amor. Cada vez que dejan a una persona para galantear con otra, las emociones de los dos o al menos de uno de los dos se traumatizan. De hecho, el rompimiento en este caso es semejante a un “pequeño divorcio”. ¿Acaso todavía recuerdas lo que comenté en uno de los capítulos anteriores acerca de “andar jugando” con las emociones? Jugar con las emociones es poner en riesgo la estabilidad del futuro emocional y moral de la persona. Cada vez que un[a] joven busca a otra persona para cortejar, él o ella está lacerando sus emociones más íntimas. Estas heridas dejan cicatrices emocionales que se manifiestan en la desconfianza y la vergüenza hacia otras personas. Por supuesto, cuando estas emociones han sido dañadas de tal manera entonces existe una gran probabilidad que su vida matrimonial futura también sea afectada. • El coqueteo: La definición de esta palabra revela algo asombroso: “Relacionarse amorosa y superficialmente con otra persona; expresar emociones amorosas sin sinceridad; jugar con el amor”. Les informo que no existe nada que tenga que ver con el testimonio cristiano en el coqueteo carnal. Un diccionario llama a la mujer coqueta una “mujer inmoral”. Lo cierto es que si deseamos guardar el corazón (no solamente el cuerpo) para una sola persona entonces debemos alejarnos completamente de esta actividad. Este coqueteo carnal despierta deseos sexuales que no pueden satisfacerse sin incurrir en la inmoralidad sexual. • La ropa sensual: Existe un sin número de motivos clandestinos en el mundo de las modas y la ropa provocativa. Para la mayoría de las [y los] jóvenes, el deseo de atraer la atención de los demás es el motivo carnal que muchas veces les hace vestirse indecentemente. Ellas [y ellos] desean que los muchachos [o las señoritas] las (o los) miren. Yo espero que te hayas dado cuenta que los tres puntos anteriores son como hermanos gemelos. Por favor, razona conmigo por un momento. Si una señorita está guardando su corazón para un solo hombre, entonces ella no deseará atraer la atención de ningún otro joven. Ahora voy a resumir los conceptos que he estado tratando en este capítulo. Hagamos juntos esta suma: La falta de espiritualidad en los padres La irresponsabilidad de los padres a la hora de enseñarles a sus hijos en cuanto a la vida de Dios y las verdades bíblicas La irresponsabilidad de los padres a la hora de no controlar con quiénes sus hijos se relacionan La falta de dirección espiritual de los padres al no poner en práctica una disciplina bíblica dentro del hogar y no tener buenas relaciones con sus hijos La ropa sensual El coqueteo carnal + El juego de cortejar La fornicación y el divorcio Conclusión Lo lamentable de todo este juego del amor carnal es el resultado obtenido al hacer la suma: la inmoralidad que se ve a simple vista entre muchos de los que profesan ser cristianos. De hecho, mi corazón sufre no sólo al pensar en estas cosas, sino al verlas con mis propios ojos. Ahora, por favor, visualiza este otro ejemplo. Dos jóvenes se conocen y, con el consentimiento de sus padres, llegan a comenzar un noviazgo, tomando como base los principios de la Biblia. Ambos llegan al día de las nupcias con el sello de la virginidad, soñando con una vida feliz, y dispuestos a entregarse el uno al otro. Todas las demás personas que ellos representan están muy felices con ese matrimonio. Esta pareja comienza a vivir una vida matrimonial pura y dedicada al amor. Ninguno de ellos tiene que enfrentar los sufrimientos y las cicatrices emocionales causadas por el abandono de alguna relación pasada. Por otro lado, ninguno de ellos será una victima de la desconfianza o la vergüenza que acompañan a la conciencia de las personas que han vivido vidas inmorales. Los dos llegan al día de su boda con muchos deseos de experimentar las bendiciones de la vida matrimonial. Estos deseos han sido cultivados de forma controlada y piadosa durante los días del noviazgo. Ahora bien, como una nota positiva y que será escrita con el objetivo de darte esperanzas, yo deseo que sepas que por medio de la gracia de Dios algunas parejas que han sufrido a causa de las marcas de las cicatrices emocionales del pasado también han experimentado una limpieza de conciencia y de corazón, y están viviendo una vida matrimonial que agrada a Dios. Ellos viven vidas felices al lado de la pareja que Dios diseñó para ellos desde el momento que contrajeron matrimonio por primera vez en la vida. Yo he sido testigo de las vidas de algunas de estas parejas y he visto cómo las mismas son de las que ponen su mano en el arado y enfrentan las dificultades que se levantan. La sangre de Jesucristo tiene el poder para hacer tal limpieza y cimentar tal relación para su gloria y su honra en el planeta tierra. Amados padres, ¡hagamos lo que tengamos que hacer con tal de guardar a nuestros hijos de la inmoralidad mundana y religiosa que se vive en el mundo de hoy! Yo estoy seguro que al ayudarles, estaremos previniendo que ellos sufran en el futuro. Este capítulo se ha escrito con el propósito de estimularles el apetito del estudio y de la meditación en la vida de Dios de manera que sean capaces de buscar soluciones para su relación con sus hijos jóvenes. Oración Padre Santo, tú nos dejaste una sabia enseñanza en tu Palabra sagrada. Lo hiciste no sólo por medio de los principios que aparecen en la Biblia, sino que también lo haces por medio de los testimonios de tus santos en la tierra. Ayúdanos a tener a tu Palabra Santa en lo profundo de nuestros corazones y a encontrar la sabiduría que necesitamos tener a la hora de educar e instruir a nuestros hijos. Permite que los principios de la Biblia y la voz del Espíritu Santo sean una realidad en nuestras vidas. Por favor, Señor, pon en nuestros corazones un deseo genuino de amarte, de alabarte y de servirte en todas las áreas de nuestras vidas. Enciende una llama dentro de nuestros corazones que nos ayude a mantener un fuego interno por conocer tu verdad y por desear presentársela a otros. Deseamos ser lumbreras tuyas en este mundo oscuro. Te lo pedimos en el nombre del Señor Jesucristo. Amén. |