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La búsqueda de una descendencia para Dios © 2004 por Denny Kenaston CAPÍTULO 36
El avivamiento
Y vendrá el Redentor a Sion, y a los que se volvieren de la
iniquidad en Jacob, dice Jehová. Y este será mi pacto con ellos, dijo Jehová: El
Espíritu mío que está sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca, no faltarán
de tu boca, ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos,
dijo Jehová, desde ahora y para siempre. Ya por fin estamos en el último capítulo de este libro que trata muchos puntos que tienen que ver con “es necesario hacer esto” y “no debemos hacer esto otro”. Realmente, yo no conozco una mejor forma para terminar este libro que al tocar el tema del avivamiento en el hogar. Yo no pienso que se pueda tener una cosa sin conocer la otra. Por favor, no me mal interpretes. Por experiencia conozco que si con la ayuda de Dios aplicas en tu hogar lo que has leído en este libro entonces no tardarás en ver los beneficios. De acuerdo a mi opinión y también al criterio de muchas personas, los principios bíblicos que se han resumido en este proyecto han funcionado y todavía están funcionando dentro de los hogares y las congregaciones locales que desean servir y obedecer al Señor Jesucristo. Las enseñanzas tales como la instrucción de los hijos, la disciplina dentro del hogar, el papel de la mujer y del hombre dentro del hogar y de la iglesia, y las muchas otras que se presentan en esta obra han sido el resultado de muchos años de oración y de estudio de la Palabra de Dios. Por supuesto, todo esto ha estado acompañado de la puesta en práctica de estos principios que se han expuesto en este manuscrito. Y todo junto ha sido elaborado con el objetivo de traer sobre tu hogar las bendiciones que Dios desea derramar sobre ti y tu familia. Sin embargo, te informo que para aprovecharte de todo lo que está a tu alcance entonces te es necesario añadir a tu vida y a tu conocimiento la unción del Espíritu Santo. Cuando la unción del Espíritu Santo está sobre tu vida y sobre la vida de tu familia entonces todos juntos serán capaces de recibir el caudal inagotable de bendiciones que Dios tiene reservado para todos. Esto incluye gozar del testimonio tan poderoso de tener muchas generaciones de descendientes piadosos sobre la tierra. Es por eso que dedicaré este último capítulo a exponer un poco más en cuanto al avivamiento en el hogar piadoso. Estimado lector, yo deseo que sepas que reconozco que en el tiempo que llevo predicando acerca del hogar piadoso durante los últimos quince años he podido darme cuenta que después de una serie de predicaciones sobre este tema muchos padres se sienten abrumados a causa de tanta información. Es más, yo he conocido de muchos padres que han testificado que ellos no pueden llevar a cabo en sus vidas ni en las vidas de los que viven bajo su techo lo que se ha presentado en este libro. Esto es normal. En parte es así ya que se ha puesto bastante alto el estándar con relación a este asunto. Por favor, no te sientas como que has perdido la batalla completa a causa de pensar que es imposible llevar a cabo estas enseñanzas en tu vida. No olvides que Jackie y yo fracasamos muchas veces al inicio, tal y como ya lo he escrito. No obstante, yo sí deseo informarte que si permites que estas emociones negativas controlen tu forma de pensar, de hablar y de actuar entonces no habrá otra salida para ti que la de volver a vivir la vida que antes vivías y en la que no encontrabas el gozo del Señor. Una forma de pensar negativa te desanimará al extremo de rechazar la vida de piedad en los caminos de Dios. Por favor, no permitas que esto te suceda. Yo pienso que existe una gran verdad en lo que leerás a continuación: TÚ NO PODRÁS LLEVAR A CABO ESTA TAREA POR MEDIO DE TUS PROPIAS HABILIDADES. “Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible” (Mateo 19.26). Es más, si te sientes completamente incapaz entonces yo deseo que sepas que tu sentir está conforme a lo que Dios piensa acerca del hombre. Jesús dijo: “Bienaventurados los pobres en espíritu” (Mateo 5.3). Por supuesto, mucho depende del punto de vista desde el cual miremos a la vida cristiana. ¿Acaso vemos la vida cristiana como algo que nosotros mismos encontramos y que hacemos funcionar, o la miramos como algo que depende de la gracia de Dios y de nuestra voluntad de someternos a ella? Nosotros podemos ser parte de la segunda alternativa, pero nos es necesario entregarnos incondicionalmente a Dios y a su voluntad para con cada uno de nosotros. Es mi deseo y oración que tú escojas esta última alternativa y que a partir de este momento permitas que Dios obre en ti y en tu familia de una forma poderosa para que su nombre sea glorificado en la tierra. Ahora voy a parafrasear 2 Corintios 9.8: Y poderoso es Dios para hacer que toda gracia abunde en tu hogar, para que tengas disponible toda la fuerza que necesites en cada situación vivida en tu hogar, y que buenas cosas y obras rebosen en cada área de tu vida hogareña. Esta es la voluntad de Dios para tu persona y para cada uno de los tuyos. Y te aseguro que Dios te va a recibir en el mismo momento que acudas a él sin importar si estás en una bancarrota financiera, si estás deprimido, si has manchado tu nombre o tu cuerpo en algún pecado de la carne, si has despreciado a Dios por mucho tiempo a causa de la hipocresía o si tu vida hogareña es un caos. ¡Dios te ama! ¡Tú eres importante para Dios! El hecho que estás vivo o viva y que te quema el corazón por dentro por hacer lo que sabes que debes hacer es una muestra más del amor de Dios por ti y por tu descendencia. No olvides que tu descendencia es también la descendencia piadosa que Dios está buscando para él en la tierra. Por otro lado, yo también deseo que sepas que muchos padres finalizarán la lectura de este manuscrito, harán estudios profundos acerca de lo expuesto aquí y determinarán que les es necesario poner en práctica estos principios por el bien de ellos mismos y de sus familias. Estos son los padres que reciben mucho ánimo y que a su vez se sienten con muchos deseos de hacer las cosas como deben hacerlas. Sé que muchos se han beneficiado de las buenas ideas y consejos que se han expuesto en este libro. Y yo tengo un consejo para cada padre que desea lo mejor para su familia. La clave no radica en lo que la mente humana haya aprendido. La respuesta para la solución de las necesidades que se presentan en el hogar está primeramente en el Señor Jesucristo, quien es el fundamento de la vida, del hogar, de la iglesia y de todo el universo. El Señor Jesús y su amor es lo que nos hace movernos en pos de la meta del llamamiento que ha hecho en nuestras almas. En Jesús lo encontramos todo. Es importante y muy beneficioso poner por obra lo que se ha aprendido en este libro, pero es necesario tener una experiencia personal con el Señor Jesucristo. Tú necesitas vivir una vida cristiana vibrante y ungida por el Espíritu Santo para que puedas poner en práctica lo que has aprendido. Los que se vuelven de la iniquidad La cita bíblica que escogí para encabezar este capítulo es otra de las preciosas promesas que el Padre nos ha dado para el bien de nuestros hogares. Además, esta cita bíblica define en parte los efectos del arrepentimiento en la vida de una persona. Dios promete que él vendrá personalmente a visitar a los que se arrepienten de su iniquidad. Al leer algo así entonces me imagino a una persona de rodillas, clamando a Dios de todo corazón a causa de su arrepentimiento. ¡Dios es santo! El propósito de la redención es santificar al hombre. De acuerdo al testimonio bíblico, cuando Dios ve a un descendiente del género humano que está arrepentido de su iniquidad entonces en ese mismo momento él socorra a tal persona. En los versículos de la cita del inicio, el Señor sigue proclamando su pacto para con nosotros. Bajo este pacto, él preservará a los que se vuelvan hacia él y derramará de su Espíritu Santo sobre ellos. ¡Qué testimonio tan hermoso acerca de la salvación! Esto es lo que significa tener un avivamiento.
Volveos a mi reprensión; La cita anterior nos ofrece un buen ejemplo para comprender con una mayor profundidad lo que Dios nos dice en Isaías 59.20–21. En otras palabras, este versículo concuerda con la promesa descrita por Isaías: A los que se vuelvan de su iniquidad, Dios les pondrá sus palabras. ¡Qué hermoso! Yo necesito eso a diario. Yo ruego que el Espíritu Santo sea siempre sobre mí y que sus palabras sean plantadas en mi corazón por medio de la revelación divina para pensar, hablar y actuar como el padre piadoso que siempre deseo ser. Entonces el Señor nos da otra promesa en cuanto a nuestra descendencia. A los que se vuelvan, Dios les promete guardar en ellos su palabra dentro de los corazones de sus hijos y de sus nietos. En realidad, esta bendición generacional no es un misterio. Esto es parte de la explicación de lo que significa la causa y el efecto. Cuando “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (Romanos 5.5), la influencia santa que mana hacia las siguientes generaciones de los hijos es evidente y notoria. El Santo Espíritu es el aceite que nos “lubrifica” y hace que todo funcione adecuadamente. Dios es el Creador de todo y de todos. El Señor conoce cómo será el futuro de cada uno de nuestros hijos. Dios sabe lo que ocurre en cada hogar de la tierra. Sentir dolor por los pecados cometidos, confesarlos con una actitud de arrepentimiento, dejarlos completamente y aceptar de forma incondicional la voluntad de Dios en nuestras vidas es una buena descripción de lo que significa un avivamiento. Y para nadie debe ser un secreto que el avivamiento produce hogares piadosos. Existen muchos enemigos que resisten a la cruz de Cristo y a los efectos del hogar piadoso. Pero esto en nada deberá convertirse en un problema para todos los que desean vivir bajo el Pacto Divino de Dios. La Biblia nos informa que “vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu de Jehová levantará bandera contra él” (Isaías 59.19). Los que son dirigidos en la verdad Afirmaré en verdad su obra, y haré con ellos pacto perpetuo. Y la descendencia de ellos será conocida entre las naciones, y sus renuevos en medio de los pueblos; todos los que los vieren, reconocerán que son linaje bendito de Jehová (Isaías 61.8–9). El capítulo 61 del libro de Isaías es una excitante promesa de las bendiciones futuras que el Mesías traería para su pueblo. Y en este mismo capítulo se citan algunos de los frutos que tal ungimiento trae para todos los que desean aprovecharse de ellos. Lo cierto es que la bendición familiar que se describió en este pasaje constituye una parte de la esperanza que hay para la familia de Dios. Sin embargo, una vez más nos damos cuenta que hay un pacto condicional conectado con la promesa. Esto quiere decir que los que aman la verdad y permiten que ella les dirija son los que recibirán la bendición sobre su simiente. Estas personas que se han sometido al pacto de Dios serán quienes tendrán la presencia del Espíritu Santo a causa de haberse dejado orientar por medio de la verdad. Y como una parte del testimonio de esta bendición se encuentra la realidad de tener descendientes que obren como evangelistas en la viña del Señor. Y no sólo los que llevan las Buenas Nuevas de salvación a otros a nuestro alrededor y en otras partes del mundo, sino que también se nos promete tener más profetas, pastores y maestros entre el pueblo de Dios. ¿Qué otro sentido se les puede dar a las frases “conocida entre las naciones” y “en medio de los pueblos”? Algunos de nuestros hermanos han publicado una serie de artículos sobre la vida hogareña en la revista The Heartbeat of the Remnant (“El latido del remanente”). Es de notar que en algunos de estos estudios se demostró que una de las bendiciones que cayó sobre los hijos que crecieron en hogares piadosos es que Dios los usó para ganar almas. Aquí no dejo de recordar el testimonio de Hudson Taylor, de William Booth, de John Patton, de Amy Carmichael y de Andrew Murray. Estoy seguro que la lista pudiera ser mucho más extensa, pero no dejo de pensar que estas personas fueron “conocida[s] entre las naciones”. La verdad es que en la actualidad se escucha decir acerca de la descendencia de estas personas que ellos son “linaje bendito de Jehová”. ¿Acaso me hago entender? ¡Esto se aplica tanto a ti como a mí! ¿Acaso tú y yo podemos tener expectativas que Dios utilice a nuestros hijos de la misma manera? ¡Yo pienso que sí! Este es mi deseo. Hay mucho trabajo que llevar a cabo en el reino de Dios. Tú debes conocer que en la viña del Señor siempre hacen falta más obreros. Yo deseo que te des cuenta que el avivamiento continuo produce bendiciones en la siguiente generación. Dios nos ha prometido concedernos estas bendiciones si nosotros nos consagramos a andar en avivamiento. ¡Oh, amados padres! No nos conformemos a este mundo. Dios desea todo el corazón del hombre, no el 95% ni mucho menos la mitad. ¡No esperemos ni un día más para cumplir con nuestra parte del pacto! Un avivamiento familiar ¿Me permites sugerirte algo más ya casi en la culminación de este manuscrito? Sé que muchos padres tienen deseos sinceros de hacer grandes cambios en su vida después de haber recibido estas enseñanzas acerca del hogar piadoso. Yo te sugiero comenzar estos grandes cambios con un avivamiento familiar. Tú debes conocer que si tratas de forzar estos cambios sin el consentimiento de tus hijos entonces lo que puede suceder es que ellos reaccionen con mucho rechazo y resentimiento en tu contra. Siempre es recomendable efectuar estos cambios con toda humildad y paciencia. La verdad es que muchos de ustedes comenzaron la vida matrimonial sin tener la visión de una vida hogareña santa. Es por eso que es mucho mejor hacer los cambios en el mismo nivel de los hijos, haciendo planes futuros con entusiasmo y amor, respeto, cortesía, paciencia y una doble porción de la dirección del Espíritu Santo. Si los hijos ven que sus padres muestran señas de quebrantamiento a causa de sus propios errores, entonces les será mucho más fácil someterse a los cambios. Si los hijos notan que sus padres tienen convicciones basadas en los principios de la Palabra de Dios y que cuando hablan de ellas lo hacen con mucha autoridad y ánimo, entonces les será mucho más fácil apoyar la idea de deshacerse de, por ejemplo, el televisor. En cambio, si el padre se aparece al hogar en cierta ocasión y decide sacar el televisor de su casa sin la menor explicación, lo más probable que suceda es que sus hijos van a resentir tal acción y hasta puedan sentir rechazo por su padre. Por favor, avanza y progresa en tu deseo de vivir una vida separada a la que el mundo vive hoy, pero no dejes de hacerlo con un espíritu contrito y humillado delante de Dios. Ahora yo deseo compartir algo así como un bosquejo que puede ser de mucha utilidad a la hora de experimentar un avivamiento dentro de tu hogar. Al poner en práctica algunos de estos principios, entonces pueda que tus hijos acepten con más gracia los cambios que deseas efectuar en tu hogar. Yo deseo aclararte que esta metodología que aparece aquí en ninguna manera es la única vía para lograr tal avivamiento familiar. Decidí añadirla como un consejo más que respalda lo que se ha tratado en este capítulo. El padre espiritual da el primer paso. Estimado padre, el avivamiento debe prenderse en tu propia vida como una llama que nunca se apaga. Es preciso que tengas una relación íntima con Dios tanto en tu corazón como en cada área de la vida diaria. ¡No más pensar, hablar o actuar a medio corazón! Esto quiere decir que se hace necesario que adaptes tu vida de acuerdo a la Palabra de Dios. Es obvio que no podrás guiar a tu familia si no eres capaz de testificar lo siguiente: “Yo veo mis errores y es mi deseo cambiar el rumbo de mi vida”. Tú debes arreglar cuentas con Dios y así confesarle todo lo que hay en tu mente y corazón que te impiden experimentar su gozo y su paz. Al final de este capítulo, yo pienso exponer este tema con más detalles. La madre espiritual apoya a su esposo y le sigue. Esto quiere decir que si el padre fue el primero en la familia que leyó este libro entonces se recomienda que la madre lo lea también. De esa manera ambos se ponen de acuerdo en cuanto a tener la misma visión para su hogar. Esto también incluye ponerse a cuentas el uno con el otro. ¡Eso puede hacerse ahora mismo! Convoca asamblea (véase Joel 1.14; 2.15). Por supuesto, este tiempo de reunión no es para tener una comida especial ni mucho menos para tener diversión con algo de entretenimiento. Es un tiempo de mucha seriedad. En esta reunión solemne tanto los padres como los hijos se ponen a cuentas con Dios y entre ellos mismos. Todos deberán asistir a esta reunión “solemne” con corazones preparados para dejar que la verdad siempre prevalezca y que cualquier espíritu de mentira o de orgullo sea aplastado por medio del poder de la sangre del Señor Jesucristo. Al dar el ejemplo, los padres hablarán y actuarán con un corazón contrito y humillado a causa de sus propios fracasos. Cuando todo se hace de forma genuina quizá los hijos comiencen a sentir la misma contrición que han sentido los padres y así desearán ser parte de tal tipo de reunión familiar solemne. Confiesen las ofensas. Aquí vuelvo a repetir que lo mejor sería que el padre fuera quien tomara la iniciativa y comenzara a arrepentirse de lo dicho o hecho en el pasado que pudo haber roto los puentes de comunicación en las relaciones personales. No obstante, del mismo modo expreso mi criterio que si el padre de familia no lo hace entonces la madre puede hacerlo sabiendo que tiene la bendición y el apoyo de Dios. Este tiempo para confesar las ofensas no debe tomarse como un tiempo para encontrar quién es el culpable. Es un tiempo para restaurar las relaciones personales y para pedir perdón por lo mal hecho o dicho. Por supuesto, cuando los hijos ven la seriedad y la solemnidad en tal tipo de acto entonces se motivan a hacer lo mismo entre los hermanos y hermanas. Mis amados padres y madres, por favor, no dejen que Satanás llene sus corazones de orgullo al no desear pedirles perdón a sus hijos. Tengan una relación transparente con sus hijos al exponer sus propios fracasos y así ellos aprenderán a confiar mucho más en ustedes. Los hijos deben seguir el ejemplo de los padres a la hora de confesar las ofensas. Una vez que el padre y la madre hayan arreglado cuentas con Dios y con todos sus hijos entonces es hora de darles la oportunidad a los hijos para que hagan lo mismo. Por supuesto, yo no recomiendo que esta acción sea forzada o que el hijo se sienta obligado a hacer algo parecido debido a las palabras de cualquiera de los padres. Por lo general, si los padres se muestran genuinos en su arrepentimiento entonces los hijos sentirán un deseo de imitarlos. Los hijos van a tener algo que compartir acerca de lo que han escuchado de bocas de sus mismos padres. Mi consejo es que los padres les permitan a sus hijos que ellos se expresen libremente. Esta asamblea se convertirá en un tiempo de avivamiento para toda la familia. Por lo general, cuando los hijos notan la sinceridad de los padres entonces desearán apoyar mucho más los cambios en el hogar y el rumbo del mismo hacia las enseñanzas de la Biblia. Oren juntos. Aquí es prudencial permitir que cada uno ore de forma audible. En este momento cada miembro de la familia podrá expresar lo que hay en su corazón con relación a la experiencia vivida durante la reunión familiar. Este tiempo se hace perfecto para hacer algunos votos al Señor con respecto a las relaciones personales, al diario caminar con Cristo y a la obediencia a la Palabra de Dios. Además, yo recomiendo tener un tiempo de oración por las demás personas que conocemos y que todavía no andan en pos del Señor Jesucristo. Por su parte, tener un tiempo de alabanza y de acciones de gracia será lo que haga tal asamblea familiar mucho más especial. Construye un “altar” para la familia. Ahora mientras todos están arrodillados es el momento de construir un “altar”. Padre, tú debes ayudarles a todos los miembros de la familia a poner sobre el altar cualquier cosa en su vida que podría impedir la obra de Dios en tu familia. Todo debe ser puesto sobre el altar. Ustedes desean que Dios tome el lugar que él merece en su hogar. Permitan que él sea su Rey. Pide a Dios que él derrame su Espíritu Santo. Este es el punto que describe la mayor bendición de los resultados de tener una asamblea familiar o altar familiar. Aquí es donde la cabeza del hogar apoya por medio de lecturas bíblicas que Dios siempre cumple con su pacto y todas sus promesas; Dios es quien afirma los corazones de los padres para con los hijos y viceversa. Al final de esta asamblea familiar es bueno elevar una oración para que la unción del Espíritu Santo siempre repose sobre el hogar que ya ha comenzado a ser parte de la descendencia piadosa de Dios en la tierra. Muchos años ya han pasado desde que Jackie y yo experimentamos este avivamiento en nuestro hogar. ¡Y todavía lo estamos experimentando! Yo confieso que cada vez que hacemos este tipo de altar familiar o asamblea familiar, experimentamos muchas más bendiciones y nuestros lazos de amor familiar se hacen mucho más fuertes y tiernos. Además, después de experimentar algo así entonces nos damos cuenta que es un desafío para cada uno de los miembros de la familia mantener los canales de la comunicación abiertos y siempre permanecer a cuentas con Dios. Cuando ya la familia ha llegado a este punto en la vida hogareña es lo que se conoce como “un avivamiento continuo”. Esto quiere decir que ahora este hogar piadoso va a experimentar la presencia de Dios de forma continua. La meta de esta práctica piadosa es la reconciliación. Ya sea la reconciliación con Dios o con el prójimo. ¡Que Dios nos lo conceda! Jesús ama a los niños
Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el
reino de Dios. (…) Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos,
los bendecía La descripción que revelan estos versículos anteriores es la de unos padres que aman mucho a sus hijos y que han decidido traerlos a Jesús para que él los bendiga. Quizá en aquel momento los corazones de los discípulos jamás pudieron imaginarse que lo que Jesús estaba a punto de hacer sería la base para que el género humano supiera la importancia que tienen los niños para Dios. Es más, algunos de esos discípulos pensaron que el Maestro estaría muy ocupado como para atender el pedido de aquellos padres preocupados por sus hijos. En este pasaje bíblico se nota lo que hay en el corazón de Dios hacia los hijos. ¡Dios les da un gran valor a los hijos! Yo estoy seguro que si me hubiera tocado vivir en aquella época entonces con gusto les hubiera llevado mis hijos a Jesús para que él los bendijera. ¿Alguna vez has tratado de imaginarte cómo fue aquel día? Yo sí me lo he imaginado. Me imagino al Señor Jesús, sonriendo y diciéndoles a los padres: “Vengan, por favor, tráiganme a sus hijos para bendecirlos”. Así es como me imagino al Señor Jesús con su rostro sonriente mientras recibía a los niños y les daba su bendición. Del mismo corazón de Jesús manaba el amor de Dios hacia esos niños y todos los niños de la tierra. ¿Cómo fue que Jesús bendijo a estos niños? Yo estoy convencido que la mayor bendición que Jesús derramó sobre esos niños fue su amor y la mansedumbre demostrada al ponerse al nivel de ellos para recibirlos y amarlos. ¡La Biblia dice que los tomó en los brazos! ¡Imagínate ser uno de esos niños! Sin duda alguna, él les habló palabras de consuelo y de bienaventuranza. Además, lo más probable fue que él oró por ellos. ¿Qué clase de oración sería ésa? ¡Cuánto desearía poder leer tal oración de Jesús por los niños de la tierra! Yo desearía haber podido escuchar esa oración personalmente al Jesús haber orado por mis propios hijos. Todo esto hace que mi mente medite en este himno dedicado a los niños de la tierra:
Cristo ama a los niñitos, ¡Amados padres, Jesús no ha cambiado su parecer en cuanto a los niños! El único cambio pudiera ser que ya él no puede tomarlos en sus brazos físicos, porque ahora él está sentado a la diestra del Padre. Sin embargo, los brazos de Jesús son ahora los tuyos. La bendición de Jesús es ahora la tuya. Y el amor y la mansedumbre a la hora de recibir a un niño para amarlo y bendecirlo ahora están reflejados en tu rostro por medio de tu sonrisa, de tus palabras y de tu mirada de amor y compasión. Mis amados, hoy Jesús continúa en su búsqueda de todos aquellos que desean ser sus instrumentos para utilizar sus manos, sus bocas y un amor incondicional por los niños a los cuales él tanto ama. ¡Jesús todavía desea derramar sus bendiciones sobre cada niño en esta tierra! Cada padre debe ser un instrumento de Dios para llevar a cabo tal misión. ¿Acaso estás dispuesto a permitir que Dios te use para tal obra? ¿Puede Jesús contar contigo para que su amor fluya por medio de ti hacia los niños, incluso a tus propios hijos? “Yo no puedo” Bueno, ya yo me referí un tanto a este punto. Es cierto, tú no puedes hacerlo por medio de tus propias fuerzas o por medio de tus propios conocimientos o por medio de tu propio amor. ¡Nada más puedes lograr hacerlo por medio de la gracia, el poder, el conocimiento y el amor de Dios! Recuerdo la ocasión cuando tuve el privilegio de ayudar a cierto joven que respondió al llamado de Dios en un mensaje evangelístico. Nunca olvido sus lágrimas. Aquel joven lloraba incontrolablemente. Cuando le pregunté acerca de cómo podía ayudarle, él me dijo las siguientes palabras: —¡Hasta aquí no más! ¡Mis esfuerzos no sirven de nada! ¡Estoy cansado de luchar! ¡Voy a dejarlo todo! Y mientras él me compartía sus frustraciones, sus lágrimas no dejaban de rodar por sus mejillas. Bueno, al yo decirle las primeras palabras entonces este joven se sorprendió mucho. Mirándolo fijamente, le dije: —¡Qué bueno! ¡Me gusta mucho lo que me has dicho! Por supuesto, él esperaba que yo le ofreciera palabras de consuelo y algunos consejos que le ayudaran a levantarse. Sin embargo, mi consejo fue hacerle ver que en aquel mismo momento él estaba en una buena posición para que Dios hiciera la obra en su vida. Además, le mostré cómo Dios en su amor y paciencia había estado esperando por ese día. Muy bien, quizá tú estés en el mismo lugar ya casi al concluir la lectura de libro. ¡Eso está bien! ¡Dios tiene un remedio para tu problema! Y él puede ayudarte tal y como ayudó al joven que acabo de describir. Entonces yo continué aconsejando al joven y le dije: —Ahora que has dejado de luchar por tus propias fuerzas, Dios puede demostrarte lo que él puede hacer por medio de su poder y su amor. Por supuesto, yo seguí explicándole que él debía rendirse a Cristo incondicionalmente para que le permitiera dirigir su vida a partir de ese momento. En efecto, ese joven estuvo tratando de vivir la vida cristiana, pero él mismo estaba sentado en el trono. Muchos padres tratan de hacer lo mismo en cuanto a su vida hogareña. ¡Eso no va a funcionar! Los que piensan que pueden mejorar su situación por sí solos lo único que consiguen es frustrarse y fracasar cada vez más. Hasta que toda tu vida esté puesta sobre el altar entonces es que podrás experimentar la vida piadosa, el gozo y la paz que sólo Dios sabe dar a quienes le aman y le obedecen. Esa entrega total es el único camino hacia Dios. Dios habita solamente en los corazones rendidos a él y que se quebrantan ante su presencia. A tales personas es que Dios les provee un avivamiento continuo en sus vidas que permanece en ellos para siempre. Dios lo dijo por medio del profeta Isaías: Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados (Isaías 57.15). Tú no puedes llevar a cabo estas cosas por ti solo. ¡Necesitas a Dios! Y Dios está dispuesto a hacerlo por ti. ¡Aleluya! Pablo escribió que era el Espíritu Santo el que “actúa poderosamente en mí” (Colosenses 1.29). Los padres necesitamos lo mismo con respecto a nuestros hogares y a toda nuestra vida. De alguna manera, algunos se han convencido que el Espíritu Santo obró poderosamente en Pablo, pero que esto no es para nosotros. Pablo fue un hombre que se rindió completamente a Dios y es por ello que el Señor le concedió un avivamiento de continuo en su vida. Entonces yo aconsejé al joven que respondió al mensaje de la salvación de la siguiente manera: “Te es necesario edificar un altar de piedras imaginarias en tu vida. Debes subir a ese altar y morir a ti mismo, permitiendo que a partir de ahora ya no seas tú, sino Dios el que viva en ti.” Entonces le aconsejé que hiciera lo mismo por el resto de su vida. Esto quería decir que a diario debía dejar que cada plan, cada decisión y cada meta y todo lo que tuviera que ver con él debía consultarlo con la Palabra de Dios, la voz del Espíritu Santo y el consejo de aquellos hermanos que eran parte de una iglesia bíblica y que deseaban lo mejor para él. ¡Así es como la vida cristiana llega a ser una realidad para cada uno de nosotros! Un altar de piedras Tengo un amigo que hace algunos años fue ministro del evangelio en una congregación bastante concurrida y que también llegó a este punto en su vida. Nunca puedo olvidar lo que él hizo. Este amigo mío era un hombre que tenía mucho éxito en los negocios, pero el Señor lo estaba llamando para que él le rindiera todos sus planes futuros y que de esta manera se dedicara a tiempo completo al ministerio de la Palabra de Dios. Como ustedes pueden imaginarse, la decisión no fue nada fácil para él. Mi amigo lo tenía todo desde el punto de vista material. Por supuesto, él tenía las mejores perspectivas para su futuro y el futuro de los suyos. Pero Dios le dijo: “Deja todo y confía en mí”. Entonces él tuvo una lucha mental para varios días. Un día, mientras se paseaba por un bosque, llegó a la conclusión que debía entregarle todo su ser a Cristo. Y allí mismo hizo algo verdaderamente precioso. En aquel bosque solitario comenzó a recoger unas piedras algo grandes para edificar un altar con ellas. Esta actividad lo hizo invertir algo de su tiempo tan limitado. Sin embargo, para él fue algo maravilloso y en aquel momento no le importó mucho su horario. ¡Allí mismo él también estaba edificando un altar en su corazón! Mientras colocaba cada piedra sobre la otra no dejaba de llorar. Entonces al terminar la construcción de ese altar subió al mismo y derramó su espíritu delante de la presencia de Dios. Allí estuvo por algún tiempo hasta que decidió descender, percatándose que ahora se sentía como un hombre nuevo. ¡Oh, amados padres! Mi corazón llora de emoción al imaginarme a este hombre haciendo lo que hizo ese día. Algunos de ustedes necesitan hacer lo mismo por el bienestar de sus esposas y los demás miembros de la familia. Yo reconozco que en este libro les he presentado muchos desafíos que están relacionados directamente con el corazón y la vida cotidiana. ¡Acepten los retos por amor a Dios, a ustedes mismos y a sus familias! Es cierto que las circunstancias que enfrentamos varían de persona en persona. No obstante, el Señor conoce cada corazón en particular. Yo estoy convencido que si tú le abres tu corazón, entonces él te mostrará eso que te impide tener un hogar piadoso. Por favor, responde de forma positiva y piadosa a todo lo que el Señor te muestre en su examen. ¡Verás cuántas maravillas ocurrirán! Lo interesante de todo esto es que tú puedes arreglar cuentas con Dios hoy mismo. ¡Sí, en este mismo momento! Piensa en el testimonio tan poderoso que es para este mundo saber que tu familia es parte de la descendencia piadosa de Dios en la tierra. ¡Una familia piadosa! Esto se traduce como un padre que persevera en el ungimiento del Espíritu Santo y que se deja guiar por la Palabra de Dios en cada área de su vida y liderazgo. Una madre llena de sabiduría y dedicada por completo a la oración ferviente por ella y por el resto de su familia. Unos jóvenes que se deleitan al ser ungidos por el Espíritu Santo. Y unos hijos menores que están siendo guiados por los padres bajo los principios de la Palabra de Dios. ¡Esto es un hogar piadoso! Un hogar piadoso es donde Jesús reina. ¡Así es como debes procurar tener una descendencia para Dios para la gloria y la honra del Señor Jesucristo! Por favor, meditemos por última vez con relación a lo estudiado. ¿Cuánto poder tendría la iglesia si estuviera compuesta de tales familias? Amados padres y madres, yo les ruego que busquemos un avivamiento como el descrito en este capítulo. Tú, yo y nuestras familias podemos vivir en medio de tal avivamiento que transforme nuestros hogares y que sea capaz de ganar a muchas generaciones para Dios “para alabanza de su gloria” (Efesios 1.12). Oración final Dios y Padre nuestro, acudimos a ti nuevamente. Lo hacemos en el nombre del Señor Jesucristo. Te clamamos desde lo más profundo de nuestros corazones para pedirte que nos ayudes a tener hogares piadosos en la tierra. ¡Deseamos ser parte de tu descendencia en la tierra! Por favor, Señor, ten misericordia de nosotros. ¡Sabemos que hemos pecado, Señor! ¡Oh, Dios mío! ¿Dónde están los hombres que recibirán este desafío y que determinarán guiar a su familia para tu gloria y tu honra? Bendito Señor, no sabemos qué ha pasado, pero despiértanos del sueño y de la vida pecaminosa que hemos estado viviendo para consagrarnos a ti completamente. Ya sabemos, Señor, que los padres que se han vuelto atrás y que no obedecieron a tu Palabra Santa están recogiendo los frutos del pecado, la frustración y la destrucción que pronto viene sobre la tierra. ¡Ellos no te hicieron caso, Señor! Ellos escogieron sus propios caminos. Padre amado, pero muchos de ellos quizá se arrepientan de sus actos y ahora desean ser parte de tu descendencia sobre la tierra. ¡Permite que puedan escuchar la voz de tu Santo Espíritu! Padre, ten misericordia de aquellos que todavía viven sumidos en sus tradiciones religiosas, pero vacías y sin tu poder. Padre Santo, nosotros reconocemos las transgresiones que hemos cometido. Por favor, Señor, te ruego que rompas las cadenas de desobediencia que todavía tenemos atadas a nuestros corazones y que nos libres de ellas para el bienestar de nuestras familias. Dios mío, nosotros reconocemos que estamos necesitados de ti y oramos para que nos des una descendencia de hijos piadosos, sin importar el costo que tengamos que pagar. Te lo pedimos en el nombre del Señor Jesús. Amén. |