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Pláticas oportunas con adolescentes

-Daniel Kauffman

Capítulo 12

LO úNICO NECESARIO

     Si te pidieran el que nombraras las cualidades que todo verdadero hombre y mujer deben poseer, sin duda alguna, mencionarías la honestidad, la templanza, la perseverancia, la paciencia, el valor, la sobriedad, la alegría, la seriedad, el amor, la bondad, la pureza, y muchas otras. Todos estos son rasgos admirables de carácter que cada persona debe buscar cultivar.

     Estos capítulos fueron escritos para animarte a desarrollarlos en tu carácter y para que los apliques a tu vida. Ellos son la prueba de la verdadera masculinidad y feminidad, que ponen en tu alma la estampa de la nobleza. Pero, si no las pones por obra, no tendrán efecto alguno. Al concluir este librito, quisiéramos llamarte la atención a una cosa, sin la cual la vida sería un fracaso.

     Sin esta cosa, el hombre de moral, el rico, el de alta posición, el educado, el inteligente, el popular, el honesto, todos tendrán sus historias escritas en esta palabra: fracaso. Alejandro el Grande, uno de los principales conquistadores del mundo, murió borracho. Eriberto Spencer, uno de los principales pensadores del mundo, era ateo. Dives era inmensamente rico, y usó sus riquezas para satisfacer sus placeres carnales.

     Todos estos cosecharon los tesoros más ricos que el mundo les pudo ofrecer, pero, ¿y que de su futuro? Dinero, honra, placer, facilidades, excelencia de carácter, disposición general, hospedaje de los amigos. Todos estos tienen sus propósitos a su tiempo. Pero ninguna de estas cosas llevan al cielo. Permíteme decirte que, el mayor de todos los tesoros, la cosa de mayor importancia que se debe buscar es el don del cielo, el inapreciable Hijo de SALVACIóN. Es la única cosa necesaria, para la mayor utilidad y felicidad a tiempo, y para gozo y gloria eterna.

     Ahora..., no cometas el error de pensar que la salvación es sólo para los más ancianos. Hay personas más jóvenes que tú que han sido arrebatadas por la muerte. Y, en cualquier momento, tú también serás arrebatado. Entonces, la pregunta será: “¿Tienes tú la única cosa necesaria?”  De aquí a poco, el Señor vendrá de sorpresa, y llamará a todas las naciones ante Su tribunal de juicio, y, entonces, la pregunta será: “¿Tienes tú la única cosa necesaria?”

     Y sería bueno el que recuerdes que la salvación no es sólo para prepararte para la muerte. La salvación del pecado es tan importante como la salvación de la aflicción eterna. Es el pecado que destruye el alma. ¿Qué es lo que causa tanto dolor, desdicha, y depravación en el hombre hoy? El pecado. ¿Qué causa tantas decepciones, y dolores de cabeza, y tristezas y aflicción? El pecado. ¿Qué son los crímenes, las borracheras, y los vicios, y la profanidad, y los robos, y los juegos, y los engaños, y las mentiras, y los pleitos, y la sensualidad? Pecado. Sí, tú necesitas salvación del pecado AHORA para que tu alma pueda ser salva de los resultados del pecado LUEGO.

     No cometas el error de imaginar que debemos ser librados sólo de los pecados grandes. Es de los pecadillos, -aquellos de los que las personas no ven peligro alguno- que queremos librarte. Los pecadillos llegan a ser pecadotes. Las personas dudosas se convierten en los principales infieles; el bebedor moderado se convierte en borrachín empedernido; el buscador de placeres se convierte en libertino; el jugador de barajas se convierte en jugador implacable; el muchacho que roba pequeñas cosas se convierte en ladrón de caballos o en ladrón de bancos; el hombre tacaño se vuelve un miserable; el hombre que siempre quiere tomar la ventaja en negociaciones pequeñas se convierte en un tramposo abominable; y así continúa el catálogo del crimen. Claro que, mientras se diga hoy, hay tiempo de arrepentirse. Si, desafortunadamente, has sido engañado por alguno de estos pecados pequeños, sé prevenido y arrepiéntete enseguida.

     Antes de entregarle tu corazón a Dios, no esperes hasta que estés manchado por el pecado. Si ya has dado este paso tan sabio, continúa fielmente en el servicio, y confía en el Señor para crecer en gracia.

     No sigas el ejemplo de los incrédulos como modelo. Ellos no están edificando en el lugar correcto, y a menos que se arrepientan, tendrán que enfrentarse con Dios, en el trono del juicio, sin estar preparados. Tú estás edificando para la eternidad, y, por lo tanto, querrás ser moldeado según un patrón celestial.

     Y con esto, terminaremos nuestra charla, deseándote las mejores de las bendiciones de Dios. Que el Señor te dirija a donde tú le puedas ser de mejor servicio en Su reino. Cuando, en el juicio final, seas llamado para dar cuenta de lo que hiciste en esta vida, asegúrate de escoger sabiamente y a tiempo, y de aceptar LO úNICo NECESARIO.