Cómo Oraban
Capítulo 2
Gánese la Madrugada
Despierta, alma mía; despierta, salterio y arpa; Me levantaré de mañana. Te alabaré entre los pueblos, oh Señor; Cantaré de ti entre las naciones. (Sa. 57:8,9)
Yo amo a los que me aman, y me hallan los que temprano me buscan. (Pr. 8:17)
Por leer intensamente las biografías de hombres de oración, mientras se escribía el libro Royal Counsel (Consejo Real), mi esposo y yo fuimos convencidos, por completo, que los que por largo tiempo oraban y meditaban en la Palabra se dotaron con poder más que sus contemporáneos que no lo hicieron. De ahí en adelante, la Biblia se nos puso como una prioridad, como nunca antes lo había sido. Antes, invertíamos mucho tiempo en ella; pero, ahora nos hemos convertido en amantes de la Palabra. Esto pasó al ser convencidos de que hay una fuerza sobrenatural, tanto por lo físico como a lo espiritual, que sale al leer lenta y atentamente la Palabra, en lugar de pasar de prisa nuestra porción del día.
Los que en su llamado lograron mucho de Dios en sus vidas personales, fueron los que madrugaron, preparando sus corazones para los sucesos del día. Animemos a los que han perdido la batalla contra el velar matutino. Lo has intentado, pero has quedado vencido. Fijémonos en los ejemplos de los que han cumplido con sus citas y notemos su capacidad de perseverar y ganar.
Al estudiarlos, una ley se destaca y es ésta: las personas que invierten mucho tiempo en las mañanas, orando y estudiando la Biblia, siempre son potentes en sus oraciones y exitosas en sus labores. Estos éxitos no siempre se manifiestan materialmente en estos hombres, pero podemos estar seguros que recibirán su recompensa en la eternidad.
La persistente costumbre de Guillermo Carey era empezar cada mañana leyendo un capítulo de la Biblia, primero en inglés y luego en cada uno de los seis idiomas que sabía. Aunque fue un hombre común, Guillermo Carey consiguió mucho para la India al haber traducido la Biblia a varias lenguas y dialectos. Las horas de la madrugada fueron siempre, sin duda, uno de los secretos para sus gigantescas contribuciones al bienestar espiritual de la población india. Porque, el que le da una Biblia a un pueblo, le regala una herencia de bendición a esa nación.
Ebenezer Erskine, famoso en la historia de la Sucesión Escocesa de la Iglesia, tenía la costumbre de levantarse a las cuatro de la mañana para orar.
Jorge Whitefield dijo tocante al velar matutino: "Se dijo de los santos del Antiguo Testamento, que se levantaban temprano de mañana; y en particular de nuestro Señor, que se levantó muy de mañana, siendo aún oscuro para orar. La mañana brinda amistad a la devoción; y si no se puede negar, tan sólo para levantarse a orar, no sé cómo podrá morir al aguijón por Jesucristo."
Llegó a mi corazón como una lección,
Mientras salía el sol,
El día, con sus afanes, pruebas
Y bendiciones marchaba adelante.
Jesús, Redentor del mundo,
Se levantó antes del día
Y sintiendo su debilidad humana,
Buscó un lugar secreto para orar.
Ni siquiera los tres discípulos
Quienes siguieron al Señor más fielmente
Estaban a su lado en ese santuario;
Durmieron como los demás.
Y, sólo las estrellas del cielo
Con, tal vez, la luna plateada
Alumbraban a su Creador,
Quien pronto sufriría y moriría.
Si Jesús, el Rey de gloria,
Comandante de las huestes de las alturas,
Tuvo que pedir por su poder diario,
¿Qué de tal gusano como yo?
Descanso tranquilo en la mañana,
Viene un día de perplejidad;
No sé cómo enfrentarlo,
Pero sé que mi Salvador se levantó para orar.
¡Cuán tonta es nuestra humana ceguera!
¡Cuán duros nuestros corazones de piedra!
¿Por qué no nos levantamos en la mañana,
Y oramos a Dios a solas?
Hay ayuda para los deberes diarios,
Y por la fuerza y el poder espiritual.
Hay victoria para la lucha,
Ganada en la hora matutina.
Si andamos en las huellas del Maestro,
Y seguimos la senda de él,
Hay que buscar, en la madrugada,
Un lugar tranquilo con Dios.
Hay que derramarle nuestros corazones
Y dejarlo entrar en nuestra vida
Si vamos a ganar
La victoria sobre la contienda.
-Minnie Embree Parker en "Biblical Evangelist"
Barclay Buxton, líder de la "Banda Evangelística Japonesa", escribió a sus obreros cristianos y convertidos: “¿Se levantan temprano? Ninguno esté acostado en cama después de las seis de la mañana, para tener, por lo menos, una hora quieta con Dios, orando y leyendo Su Palabra, antes de encontrarnos a otros y empezar la jornada. Y en tiempos especiales, hay que invertir más, ¡pero el cristiano no debe invertir menos!”
Estos misioneros en Japón vieron transformarse a pecadores por la gracia divina y cambiarse a santos. Sin dudas, esto salió de la visión firme que fue mantenida durante mucho tiempo, estando a solas con Dios. G.H. Lang se hizo un evangelista ambulante por todas las partes del mundo y fue muy usado por Dios. Como un británico, no estaba acostumbrado al apuro de los misioneros americanos que trabajaban con él a veces. Escucha lo que dijo: “La vida fue muy americana, un constante apuro todo el día, con visitantes, cartas, oraciones y las reuniones de cada noche en El Cairo, durante cinco días a la semana, en las cuales no volvimos a casa hasta las once de la noche. La vida de la ciudad de Inglaterra, con su vida nocturna, me provocó a dejar el hábito de madrugar. Ya si no recomenzaba, nunca más tendría tiempo para la muy necesitada intimidad con Dios, ni para la alimentación del alma. Pero, ¿Cómo recomenzar a madrugar, con días tan cansados, y acostándome tan tarde? Rogué al Señor que me ayudara, Quien en los días de su carne, se levantó muy de mañana (Isa. 50:4; Mar. 1:35), e inmediatamente encontré poder para levantarme a las cinco de la mañana. Este ejercicio aprovechable ha continuado desde ese entonces.”
Hablando más del levantarse temprano, el señor Lang sigue diciendo: “Antes era más fácil que hoy. El entero modo de vivir del mundo moderno es diferente, y esto para el deterioro espiritual, por dos inventos- la locomoción rápida y las brillantes luces artificiales. Por estas luces, la noche cambia al día; y el mundo sigue hasta muy noche y luego no pueden levantarse temprano. Los hombres no obedecen la clara regla del Creador para sus criaturas y el resultado inevitable es que mientras las aves y los animales siguen sin crisis nerviosas, la raza humana sigue más y más neurótica e inconstante.” -de An Ordered Life (Una Vida Ordenada) por G.H. Lang, con permiso de Paternoster Press, Exeter
A un cristiano le fue mostrado el Faro Cabeza de Lagarto que está ubicado al final de la parte más austral de Inglaterra. Entró al gran cuarto, el que contiene la maquinaría para controlar la sirena de cuando hay neblina, y luego ascendió la escalera que va a la lámpara. El guardián del faro dijo algo que nunca olvidó el visitante: “Pulimos los reflectores cada mañana.” “Despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios.” (Isa. 50:4)
Juan Milton, quien dio al mundo las maravillosas obras maestras, Paradise Lost (El Paraíso Perdido) y Paradise Regained (El Paraíso Recobrado), se levantaba a las cuatro de la mañana durante el invierno y a las cinco durante el verano, para invertir estas horas matutinas, escribiendo su poesía inmortal.
Juan Wesley dijo a sus predicadores que su primera ocupación era ganar almas y sólo por la labor continua y la perseverancia pudo librarse de la sangre de todos hombres. Y, por fin les dijo: “¿Por qué no somos más santos? ¿Por qué no vivimos para la eternidad ni andamos con Dios todo el día? ¿Nos levantamos a las cuatro o las cinco de la mañana para estar a solas con Dios? ¿Recomendamos y observamos la hora de oración a las cinco de la tarde? Cumplamos nuestro ministerio.”
J.D. Drysdale, un hombre de nuestra era, que hizo mucho para Dios en Gran Bretaña, fue un madrugador: “Durante cuarenta años,” dijo, “he mantenido la costumbre de pasar la vela matutina a solas con Dios. Durante ese tiempo, he leído completamente la Biblia cada año, siguiendo el sistema de Roberto McCheyne, lo que quiere decir que cada año se leen por completo el Antiguo y el Nuevo Testamento una vez, y los Evangelios y los Salmos dos veces. Y, más de esto, he estudiado en especial otros temas.”
“Temprano en la mañana, empiezo a leer y llego a estar conciente que Dios, por medio de Su Palabra y Su Espíritu, me está hablando. Luego, pronto me encuentro hablándole a Dios. Cuanta bendición y fuerza nos vienen al comenzar el día así, al encontrar a Dios cara a cara, antes de salir a enfrentar al mundo; por leer y digerir Su Palabra antes de tocar nuestra correspondencia o el diario.”
Alguien que ha calculado que el tiempo ganado del sueño por velar, dijo la siguiente: "La diferencia entre levantarse a las cinco de la mañana, a cambio de levantarse a las siete de la mañana, por el espacio de cuarenta años, suponiendo que siempre se acueste a la misma hora de la noche, es igual a añadir diez años a la vida de un hombre."
Fijémonos en la vida de G.C. Bevington, un evangelista notablemente usado de Dios en los EE.UU.: “Hace unas semanas, al despertarme en la mañana, me sentía como bajo de una nube. Un poco tieso, no parecía yo rebosándose de gozo; no escuché las campanas de alegría en mi alma. Bueno, en dos o tres minutos entendí lo que hacía yo: estaba acercándome a la lobreguez de Satanás. Eran las tres y media de la mañana, la hora acostumbrada para orar. Pero, en lugar de orar, salté de la cama y dije, “Sí, buenos días, Jesús, ¡Qué bueno verte aquí!” Le di la mano y alisté un asiento para Él, diciéndole que se sentara. Mientras me vestía, me lavaba y desayunaba, yo Le hablaba en voz alta como te hablaría a ti si estuvieras conmigo. Bueno, al cumplir los quehaceres de la mañana y alistarme para escribir a máquina, te digo que no estaba tieso, ni tenía lobreguez, ni desánimo. Y, las campanas de gozo estaban vestidas de lujo, tocando sus instrumentos. Tenía que andar de aquí para allá por un rato bajo los gozos que inundaban a mi alma. Ahora bien, supongo que si alguien hubiera entrado, sabiendo que yo vivía solo, hubiera pensado que en el asilo hubiera un lugar para mí. Pero no debemos permitirle a Satanás que nos empuje y robe nuestra herencia a través de los pensamientos humanos.”
El señor Bevington ofrece un consejo práctico de cómo vencer las asechanzas del diablo en las horas matutinas. “Cuando te despiertas en la mañana, te sientes bien entumecido. Es cuando debes poner en práctica la presencia de Jesús, inmediatamente, antes de que Satanás te ponga más de sus planes para el día. Porque si puede embaucarte y fijar tus sentidos por cinco minutos, con eso te ha ganado mucho, lo suficiente para que tengas un día infructuoso. Pero, al comienzo debes alabar a Dios. Quizás algunos pregunten, —Hermano Bevington, ¿cómo puedo alabar a Dios cuando me siento tan miserable? —Bien, podemos buscar a lo menos algo para alabarle si tenemos ganas de hacerlo. Hay mucho material para hacer una muestra de alabanza, si miramos con los ojos abiertos.”
En la quietud del alba, quiero estar a solas con mi Amado;
La calma de Su presencia trae perfume de arriba;
Endulza todas las horas del naciente día ocupado;
Su fragancia calma mi inquietud, y ahuyenta mi temor.
Encuentro fuerza maravillosa para el deber, mientras miro a su faz.
Y entiendo que hay poder, conseguido en ese lugar secreto.
-J. Charles Stern
El biógrafo del comentador Adán Clarke nota su costumbre de levantarse temprano: “Hay que recordar siempre que el señor Clarke fue, desde su juventud, muy madrugador; muy pocas veces se encontró en la cama después de las cuatro de la mañana. Así no solamente ganó para sí una gran cantidad del tiempo que muchos gastan durmiendo, sino también ganó más de la elasticidad mental que tiene la mente después de descansar. También ganó la colectivización de ideas y la frescura de sentimientos, los que aún los eventos del día no han molestado. No sólo ganaba tiempo por la costumbre de levantarse temprano, sino también ganaba más, por no aceptar invitaciones a banquetes. Cuando comió afuera de su hogar, casi siempre fue acompañado por su esposa y volvieron a casa tan pronto como pudieron.”
El piadoso Samuel Rutherford de Anwoth, Escocia, se levantó a las tres de la mañana y sus cartas y sermones exhalan un amor íntimo para el Señor Jesucristo, lo cual ganó por medio de ese largo tiempo de comunión. “Mas el pueblo que conoce a su Dios, se esforzará y actuará.” Dn. 11:32
C.T. Studd, también guardaba la costumbre de madrugar, y a sus 52 años, con una enfermedad dolorosa, invadió a África para Cristo. Su biografía, C.T. Studd, Cricketeer y Pioneer (C.T. Studd, Jugador de Vilorta y Pionero), contiene un vistazo de su rutina matutina cuando estaba en África.
“Al pie de la cama estaba un fuego encendido, encima del piso de barro. Por la noche una figura negra se veía encima de su colcha de bambú, retorcida muy cerca del fuego; porque ésta era su única frazada. Esta silueta era su “niño”. Durante de unos años el “niño” realmente era un hombre adulto que le atendía a Studd, con la devoción de una mujer. Este ayudante tenía una pierna rígida y por esto se llamaba ‘Una Pierna’.”
“A las dos y media o tres de la mañana se escuchaban movimientos. ‘Una Pierna’ se despertó con la regularidad de un reloj y el primer sonido fue el golpe de los leños cuando los echaba entre los tizones, y luego el largo puu-u-u, mientras soplaba las chispas de unas brazas, haciendo llamas de la experta manera de los nativos. Luego, puso la tetera encima y pronto estaba lista la taza de té. Ahora Bwana (como se llamaba Studd allá) estaba despierto. Él toma del té y el “niño” se volvía a dormir. Bajaba una Biblia del estante y Bwana está a solas con Dios. ¿Qué pasaba entre los dos en esas horas quietas? Se revelaría lo sucedido, unas horas después, a todos los que tuvieran deseos de oír.”
“En la reunión con los nativos, durante la mañana, la que raras veces duraba menos de tres horas, cuando la dirigía Bwana; y en la reunión de oración con los blancos, la que duraba desde las siete de la noche hasta las nueve o diez de la misma, se vertía lo que visualizó y escuchó cuando estuvo orando a Dios por la madrugada: Todo esto partiendo de un corazón ardiente para la salvación de los hombres y de unos labios que fueron tocados como por un carbón encendido. Nunca necesitó más preparación para esas reuniones que la de aquellas horas matutinas... le hablaba a Dios y Dios a él, e hizo Su Palabra viva en él.”
Juan Sung, a veces conocido como “el Wesley de China”, fue también un hombre que inició el día en comunión con el Padre Celestial. Levantándose entre las cuatro y las cinco de la mañana, tenía suficiente tiempo para alimentar a su alma con los once o doce capítulos que leía diariamente. A sí mismo se negó a leer otros escritos y así podía hacer hincapié a la Palabra Viva. Este hombre ‘de un solo libro’ tocó los corazones de sus oidores con la verdad de las Escrituras, predicando con poder.
El biógrafo del Sr. Sung: Leslie Lyall, dice que “una larga lista de sus convertidos y, de ser posibles, sus fotos a lado, fueron sus compañeros inseparables, y oraba por todos ellos con regularidad, muchas veces con lágrimas. Por todas partes, hizo hincapié a la necesidad urgente de orar. El hecho que la iglesia china actual es una iglesia orante, se puede atribuir, en parte, a la influencia y al ejemplo de este hombre devoto a la oración.”