¿Quién entiende mejor a los apóstoles?
Nosotros los
cristianos que creemos en la Biblia usualmente pensamos que somos seguidores del
cristianismo como lo enseñaron los apóstoles. Los cristianos primitivos también
creían que seguían las enseñanzas apostólicas. Pero hemos visto que sus
creencias y prácticas diferían bastante de las nuestras. A la luz de esto, ¿cómo
podemos saber si ellos seguían mejor la norma establecida por los apóstoles, o
si nosotros la seguimos mejor?
Nos llega el
pensamiento: “Bueno, comparemos lo que ellos enseñaban y lo que nosotros
enseñamos con la Biblia”. Muy bien, pero tal respuesta realmente no resuelve el
problema. Los cristianos primitivos basaban sus creencias en la Biblia—lo mismo
que hacemos nosotros. Citaban las Escrituras para apoyar lo que decían—como
también lo hacemos nosotros. El problema al fondo llega a ser uno de
interpretación. Bien que podemos comparar sus interpretaciones de las
Escrituras con las nuestras, pero esto por sí solo no resuelve el problema.
Hay todavía otra
pregunta que hacer: ¿Es más probable que la interpretación nuestra sea la
correcta, o la de ellos?
La ventaja del tiempo
Es de interés notar
que los cristianos primitivos tenían una disputa con los gnósticos que es muy
semejante a nuestra disputa con ellos. Tanto la iglesia como los gnósticos
afirmaban que estaban en lo correcto en cuanto al evangelio. Tertuliano
escribió: “Yo digo que el evangelio mío es el correcto. Marciano [un maestro
gnóstico principal] dice que el suyo es el correcto. Yo digo que el evangelio de
Marciano se ha adulterado. El dice que el mío se ha adulterado. Bueno, ¿cómo
podemos resolver esta disputa, excepto por el fundamento de tiempo? Según
este fundamento, la autoridad la tiene el que tiene la posición más antigua.
Esto se basa en la verdad elemental que la adulteración está con aquel cuya
doctrina originó más recientemente. Ya que el error es la falsificación de la
verdad, la verdad tenía que existir antes del error.”1
El fundamento de
tiempo utilizado por Tertuliano es uno de los fundamentos que los historiadores
utilizan para evaluar informes históricos contradictorios. Un informe escrito
más cerca en tiempo al hecho histórico usualmente se considera más confiable que
un informe escrito después. De semejante manera, los eruditos utilizan el
fundamento de tiempo para evaluar la fidelidad de los manuscritos de la Biblia.
Donde difieren los manuscritos, generalmente se toma más en cuenta los más
antiguos, y no los más recientes.
Piénselo usted.
¿Confiaría usted en un manuscrito del Nuevo Testamento que difería de los demás
y que fue producido 1400 años después de que murieron los apóstoles?
Especialmente si tuviera un manuscrito disponible que fue escrito unos pocos
decenios después de la muerte de los apóstoles, ¿confiaría aún en el más
reciente? ¿Por qué, pues, escogemos doctrinas que se enseñaron por
primera vez 1400 años después de la muerte de los apóstoles, o aun después de
eso? Tenemos a la vista las doctrinas que enseñaron los cristianos que vivían
apenas unos pocos decenios después de los apóstoles.
El efecto cumulativo de
cambios leves
Una copia que se
hace no reproduce exactamente el original. El cristianismo ha sido copiado de
una generación a otra, y a través de los años esto ha producido cambios. De una
generación a la próxima, la mayoría de los cambios han sido muy leves, casi
imperceptibles. No obstante, el efecto cumulativo de cambios leves hechos a
través de muchos siglos puede producir cambios verdaderamente significantes.
Tome, por ejemplo, la lengua española. De una generación a otra, nuestra lengua
cambia levemente. El cambio se produce tan despacio que apenas nos damos cuenta
de él. Notamos muy poca diferencia entre el hablar nuestro y el de nuestros
abuelos. Sin embargo, a través de muchos años, el efecto cumulativo de tantos
cambios leves produce una lengua muy diferente de lo que era. Por ejemplo, si
nos pusiéramos a leer el español del siglo decimotercero, creeríamos estar
leyendo una lengua apenas conocida.
Vemos lo mismo en
cuanto al cristianismo. Estoy seguro que el cristianismo del segundo siglo no
era una copia exacta del cristianismo apostólico. Pero los cristianos del
segundo siglo estaban, podemos decir, en la generación que seguía a la de los
apóstoles. ¡Y nosotros vivimos alejados del cristianismo primitivo por 1900
años! ¿Será razonable decir que después de diecinueve siglos el cristianismo de
hoy no ha cambiado del cristianismo de los apóstoles? ¿Especialmente cuando, a
la vez, decimos que el cristianismo del segundo siglo había cambiado grandemente
después de apenas 50 años?
La ventaja de lengua y de cultura
Pero el fundamento
de tiempo no es la única ventaja que los cristianos primitivos llevaban con
respecto a nosotros. Ellos también estaban en una posición mucho mejor para
interpretar los escritos de los apóstoles.
¿Piensa usted en el griego
antiguo?
Como primer punto,
los cristianos primitivos podían leer las Escrituras del Nuevo Testamento en el
griego original de los apóstoles. ¿Cuántos de nosotros podemos hacer esto?
Algunos pastores han estudiado el griego antiguo varios años en los seminarios.
Pero pocos de ellos dominan bien el griego. La mayoría de ellos ni pueden leer
un texto griego sin la ayuda de un léxico griego-español. ¿Y los cristianos
primitivos? No tenían que estudiar el griego antiguo; era su lengua materna. No
sólo hablaban el griego; pensaban en griego.
¿Cuánto entendemos nosotros
de la cultura temprana del mundo mediterráneo?
¿Qué de la barrera
cultural? La mayoría de los cristianos de hoy saben muy poco acerca de la
cultura y el ambiente histórico de la época del Nuevo Testamento. Y muchas
veces, lo que creen saber resulta más falso que cierto. Aun los eruditos que
dedican la vida entera al estudio de la cultura y el ambiente histórico del
Nuevo Testamento jamás podrán entenderlo tan bien como lo entendían aquellos que
vivían en ese tiempo. De esta manera, otra vez los cristianos primitivos llevan
una ventaja importante sobre nosotros en cuanto a entender las Escrituras.
¿Hemos hablado nosotros con el apóstol Juan?
Como punto final, la
primera generación de cristianos primitivos tuvieron la oportunidad de oír a los
apóstoles personalmente, como también de hacerles preguntas.
Clemente de Roma es
un ejemplo. El era discípulo personal tanto del apóstol Pablo como también del
apóstol Pedro.2 Pablo habla específicamente de Clemente en su carta a
los filipenses: “Asimismo te ruego a ti, compañero fiel, que ayudes a éstas que
combatieron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también y los demás
colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida” (Filipenses
4.3). ¿Será probable que Clemente, el compañero personal de Pablo, entendiera
mal lo que Pablo enseñaba acerca de la salvación? ¿Por qué hablaría Pablo con
tanto aprecio de su colaborador si éste enseñara el error?
Ya he hablado de la
relación de Policarpo con el apóstol Juan, quien le ordenó como obispo de la
iglesia de Esmirna. Si los “ángeles” de las siete iglesias de Apocalipsis se
refieren a los obispos de estas iglesias, bien es posible que el “ángel” de
Esmirna fuera el mismo Policarpo. Y, en Apocalipsis, Jesús no dice ni una
palabra acerca de algún error doctrinal en la iglesia de Esmirna. De verdad,
Jesús no tuvo que corregir nada en esta iglesia. Nada (Apocalipsis 2.8-11).
Claro que la iglesia de Esmirna caminaba muy bien bajo el liderazgo de
Policarpo; de otra manera lo hubiera dicho el Señor.
Para los cristianos
primitivos oír a los apóstoles explicar sus propios escritos no era lujo; era
necesario. ¿Qué comentó Pedro mismo de los escritos de Pablo? “Nuestro amado
hermano Pablo . . . os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en
ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las
cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras,
para su propia destrucción” (2 Pedro 3.15-16). Pedro escribía a cristianos que
dominaban bien el griego y que entendían perfectamente la cultura en que vivían,
la misma que tenía Pablo. Mas aun con estas ventajas, Pedro admite de que hay
cosas “difíciles de entender” en los escritos de Pablo. Y nosotros, que vivimos
distanciados de ellos por casi 2000 años y hablamos otro idioma, ¡creemos que es
imposible que entendiéramos mal los escritos de Pablo!
Desafortunadamente,
Pedro no dice qué enseñaban aquellos maestros “indoctos e inconstantes”. ¿Sería
posible que entendieran ellos los escritos de Pablo de la misma manera que los
entendemos nosotros? A fin de cuentas, los engañadores que se multiplicaban
tanto en el fin del primer siglo eran los gnósticos. Y como ya hemos visto, su
interpretación de las cartas de Pablo se asemeja en muchas maneras a la nuestra.
La mayoría de las enseñanzas
de los apóstoles era hablada
Todas las enseñanzas
de Jesús se comunicaban oralmente. El no dejó ni siquiera una palabra escrita de
instrucción para la iglesia. Cuando la iglesia tuvo su principio en el día de
Pentecostés, la única enseñanza cristiana que tenía era la palabra hablada. De
hecho, el Nuevo Testamento que conocemos hoy no se completó hasta casi terminar
el primer siglo. Por esta razón la iglesia del primer siglo tenía que depender
mayormente de las enseñanzas habladas de los apóstoles. Y los apóstoles
enseñaban oralmente a estos cristianos.
¿Realmente cree
usted que el apóstol Pablo, evangelista y maestro incansable, no enseñó nada más
a las iglesias sino sólo las 13 o 14 cartas breves que tenemos en nuestro Nuevo
Testamento? ¡Claro que enseñó más! Pablo exhortó a los tesalonicenses: “Así que,
hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por
palabra, o por carta nuestra” (2 Tesalonicenses 2.15). Pablo deseaba que los
cristianos siguieran sus enseñanzas habladas tanto como las escritas.
¿Y qué de los demás
apóstoles? ¿Cree usted que Pedro nunca escribió nada sino unas siete páginas? ¿Y
qué de los apóstoles Andrés, Jacobo, Felipe, Bartolomé, Tomás, Jacobo (el hijo
de Alfeo), Simón el cananista, y Judas (hijo de Alfeo)? ¿En verdad cree que
ellos no tenían nada que compartir con la iglesia? ¡Increíble! Estos eran los
hombres que Jesús mismo había escogido. Habían andado con él por tres años, un
grupo de discípulos íntimos que escucharon sus enseñanzas. Según el testimonio
de la iglesia primitiva, todos los apóstoles dedicaban su vida a la predicación
del evangelio, enseñando constantemente.
Pablo escribió a los
corintios: “Os alabo, hermanos, porque en todo os acordáis de mí, y retenéis las
instrucciones tal como os las entregué” (1 Corintios 11.2). Pablo sigue con una
amonestación a algunas mujeres de Corinto que no llevaban un velo sobre la
cabeza. No sabemos de ningún mandamiento apostólico escrito antes de eso de que
las mujeres cristianas llevaran un velo cuando oraban o profetizaban. Pero
claramente los apóstoles habían dado una instrucción hablada. Y Pablo testifica
que las iglesias ya tenían una costumbre en cuanto al uso del velo: “Si alguno
quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre [la de andar una mujer
sin velo], ni las iglesias de Dios” (1 Corintios 11.16).
Por favor no se
adelante aquí concluyendo que yo crea que existan otras doctrinas, u otros
mandamientos morales, u otras revelaciones que recibieron los cristianos
primitivos sólo verbalmente. En verdad, los escritos de los cristianos
primitivos dan una evidencia amplia de que no había ninguna doctrina sino sólo
las que tenemos escritas. Nuestro Nuevo Testamento contiene todas las doctrinas
y todos los mandamientos morales necesarios para la vida cristiana.
En vez de eso, la
tradición apostólica (o sea, las enseñanzas habladas de los apóstoles) constaba
de dos cosas mayores. Primero, establecían o aprobaban prácticas respecto a la
adoración y el compañerismo cristiano. En verdad, la iglesia primitiva recibió
la mayoría de sus prácticas en estos puntos por tradición apostólica hablada, no
por escrito. Por ejemplo, en ninguna parte del Nuevo Testamento leemos cuándo
deben reunirse los cristianos, o cuántas veces deben celebrar la santa cena.
Pero el testimonio de los cristianos primitivos nos enseña que definitivamente
había tradiciones dadas por los apóstoles y sus compañeros en cuanto a esos
puntos.
El gobierno de la
iglesia también se estableció por tradición apostólica, o sea por las enseñanzas
habladas de los apóstoles. Cuando Pablo dio a Timoteo y Tito las instrucciones
acerca de escoger ancianos y diáconos para la iglesia, no instituía una nueva
forma de gobernar la iglesia (1 Timoteo 3.1-13; Tito 1.5-9). Sencillamente
describía a los hombres que debían ser escogidos para tomar los puestos que
todos ya conocían.
En segundo lugar,
las enseñanzas habladas de los apóstoles aclaraban y explicaban los puntos que
se habían tratado (o que pronto serían tratados) en los escritos que componen el
Nuevo Testamento. Los apóstoles nunca idearon que la iglesia debiera interpretar
sus escritos por sí solos, aparte de las muchas enseñanzas habladas que daban. Y
ya que la iglesia primitiva se aferraba a las abundantes instrucciones habladas
de los apóstoles, llevaban una ventaja enorme a nosotros en cuanto a interpretar
los escritos de los apóstoles.
Pero, por favor, no
confunda usted las tradiciones apostólicas con las tradiciones humanas adoptadas
por las iglesias después. La gran mayoría de las tradiciones enseñadas por la
iglesia católica romana y por la iglesia ortodoxa (de Grecia y Rusia) eran
desconocidas a los cristianos primitivos. Tales tradiciones se adoptaron después
del tiempo de Constantino.
¿Será que los cristianos primitivos a propósito falsificaron la verdad?
Hasta ahora, todo lo
que yo he podido decir muestra que los cristianos primitivos estaban en mejor
posición para entender e imitar a los apóstoles. No he mostrado que no
falsificaron a propósito, con intención de engañar, las enseñanzas que ellos
habían recibido de los apóstoles. ¿Las falsificaron? La respuesta a esta
pregunta pueda ser muy importante en nuestra relación con Dios.
Los capítulos
Introducción
1 El prisionero
2 Los cristianos primitivos
3 Ciudadanos de otro reino
4 La cuestión de cultura
5 ¿Por qué tuvieron éxito?
6 Acerca de la salvación
7 Acerca de la predestinación y el libre albedrío
8 Lo que el bautismo significaba
9 La prosperidad: ¿una bendición?
10 El Nuevo Testamento y el Antiguo
11 ¿Quién entiende mejor?
12 ¿Se falsificaron las enseñanzas?
13 Cómo el cristianismo primitivo se destruyó
14 Los muros restantes se derrumban
15 El cristiano más influyente
16 ¿Fue la Reforma un retorno al cristianismo primitivo?
17 El renacimiento del cristianismo primitivo
18 ¿Qué quiere decir para nosotros?
Diccionario biográfico
Notas del texto