Cómo el cristianismo primitivo se destruyó
El cristianismo era
como un tesoro precioso que los apóstoles encomendaron a otros hombres de alta
confianza, llenos del Espíritu Santo. La iglesia primitiva salvaguardó este
tesoro precioso dentro de una fortaleza inexpugnable, fortificado tras cuatro
muros altos. Estos muros eran:
- 1. Ninguna
revelación nueva. Era difícil que una doctrina nueva lograra establecerse
porque la iglesia primitiva tenía la firme creencia de que no recibiría ninguna
nueva revelación después del tiempo de los apóstoles. Además, mantenían un
espíritu muy conservador. Creían que cualquier cambio de doctrina los
involucraría inmediatamente en el error.
- La separación del
mundo. La
separación de la iglesia del mundo protegía a la iglesia de la influencia de las
corrientes de actitudes y prácticas mundanas.
- El recurrir a las
iglesias apostólicas.
La práctica voluntaria
de recurrir con cualquier pregunta a los ancianos de las iglesias donde habían
enseñado los apóstoles aseguraba la iglesia a la tradición apostólica.
- La independencia
de cada congregación.
Si surgía una doctrina falsa, era difícil que se diseminara por toda la iglesia
porque cada congregación se administraba independiente de las demás.
Mientras estos cuatro muros quedaban intactos, el cristianismo puro de los
apóstoles quedaba seguro de grandes contaminaciones. Quizás con el recorrer de
los años estos muros se hubieran destruido ellos mismos. Nunca lo sabremos,
porque se derribaron con grandes golpes primero.
No digo que los muros
se derribaron bajo los golpes de la persecución. Al contrario, a través de casi
trescientos años, Satanás daba a la iglesia un golpe de persecución tras otro.
Pero los muros altos que protegían a la iglesia no rindieron casi nada. Lo
cierto es que el fuego de la persecución refinaba a la iglesia, separando la
escoria del oro espiritual.
Parece que después de
tres siglos, Satanás se dio cuenta de que no podía destruir a la iglesia con la
persecución. Cuando cambió de tácticas, dentro de pocos decenios hizo lo
que no había podido hacer durante todos aquellos trescientos años. Ahora
en vez de usar los golpes brutales, usaba la persuasión lisonjera para destruir
al cristianismo desde adentro de los muros. Me hace pensar de una de las
fábulas de Esopo que leí cuando era muchacho:
Un día el sol y el
viento discutían quién de ellos era el más fuerte. Cuando ninguno de los dos se
rindió después de mucha discusión, el sol propuso una prueba. El que ganaba la
prueba sería tenido como el más fuerte. Viendo a un hombre con un abrigo de lana
que caminaba por un camino en el campo, el sol propuso que cada uno de ellos
trataría de hacer que el caminante se quitara el abrigo. El viento estuvo de
acuerdo. El sol le invitó a ser primero, mientras él se retiró detrás de una
nube.
El viento desencadenó
toda su fuerza, dando contra el caminante con tanto ímpetu que casi le derribó.
Pero el caminante, inclinándose contra la fuerza del viento, luchaba por seguir
su camino. Y aunque el viento daba con más y más fuerza, el caminante logró
mantenerse de pie, y sólo estrechó su abrigo contra su pecho. Al fin, jadeando y
fatigado, el viento se rindió.
Luego el sol salió de
detrás de la nube y tiernamente calentó al caminante con sus rayos delicados.
Dentro de pocos minutos, el caminante se quitó el abrigo.
Así mismo, cuando
Satanás trató de vencer al cristianismo a pura fuerza, fracasó del todo. Pero
cuando cambió de tácticas y lo colmó de honores, obsequios y palabras
lisonjeras, se rindió pronto.
Un cambio de énfasis: de la vida piadosa a la doctrina
Como dije
anteriormente, del segundo siglo al tercero había muy poco cambio en las
creencias fundamentales de la iglesia. Sin embargo, algo iba cambiando. Hacia la
mitad del tercer siglo, la iglesia había perdido la pureza de su vitalidad
espiritual. Muchos cristianos empezaban a adoptar las modas inmodestas de los
mundanos y se enredaban cada vez más en la búsqueda de las riquezas. Y más
cristianos negaban al Señor cuando hacían frente a la persecución.1
Mientras la iglesia iba
perdiendo su vitalidad espiritual, reforzaba más y más su estructura
eclesiástica. Por ejemplo, más y más énfasis se daba a la autoridad de los
obispos. Y no sólo eso, el obispo de Roma empezaba a afirmar que él tenía
autoridad sobre las demás iglesias.2
Se ha dicho que “el
patriotismo es el último refugio del sinvergüenza”.3 Cuando hablamos
del cristianismo, la teología es el último refugio de la iglesia débil. La
teología no exige nada de fe, nada de amor, nada de sacrificio. El “cristiano”
que carece de una fe verdadera y una relación vital con Dios puede afirmar que
cree una lista de doctrinas, lo mismo que puede el cristiano fuerte y
espiritual.
Mientras la iglesia iba
perdiendo vigor, daba más y más énfasis a la doctrina. Hacia los fines del
tercer siglo, después de bastante tiempo sin persecución, empezaron a surgir
cada año más riñas sobre puntos de doctrina entre las diferentes iglesias. El
historiador de la iglesia, Eusebio, contemporáneo de esta época, escribió de la
situación triste en que se encontraba la iglesia: “A causa de la gran libertad
[otorgada por el gobierno], caímos en la flojedad y la pereza. Tuvimos envidia y
hablamos mal los unos de los otros. Es casi como si tomáramos armas los unos
contra los otros, porque los ancianos atacaban a otros ancianos con sus palabras
como si fueran lanzas, y el pueblo se dividía en distintos bandos.”4
Como resultado, la iglesia no estaba preparada espiritualmente para la gran ola
de persecución que se estalló contra ella en el principio del cuarto siglo. Esta
persecución, aunque severa, no duró mucho. Los primeros decenios del siglo
cuatro trajeron grandes cambios a la iglesia. Estos cambios amenazaban la vida
de la iglesia más que la persecución jamás la había amenazado.
Cómo Constantino trató de cristianizar el imperio
Desde el tiempo del
emperador Nerón del primer siglo, no había ninguna dinastía permanente de
emperadores romanos. Al contrario, un emperador reinaba un tiempo y luego era
derrotado por otro. En el año 306 d. de J.C., cuatro rivales compartían la
autoridad imperial de Roma. Severo reinaba sobre Italia y Africa del Norte.
Constantino reinaba en Bretaña y Galia. Dos otros compartían el imperio
oriental. Cuando Severo fue destronado por otro rival llamado Majencio,
Constantino se declaró el único emperador legítimo del imperio occidental.
Constantino era líder
bastante hábil, un hombre de decisión y de acción, capaz tanto de inspirar al
pueblo como también de organizarlo. Poco después de declararse el único
emperador legítimo del occidente, empezó a cruzar los alpes para asaltar a Roma
y destronar a Majencio. Después de ganar una serie de victorias, Constantino
empezó la última fase de la marcha a Roma en el año 312. Mientras se acercaba a
Roma, tuvo una experiencia que iba a tener un impacto profundo en la historia
del cristianismo y del mundo entero.
Eusebio, el historiador
eclesiástico, unos años después escribió de lo que Constantino relató de su
experiencia aquel día. “El dijo que pasado mediodía, cuando el día empezaba a
declinar, vieron sus propios ojos la señal de una cruz de luz en el cielo,
arriba del sol, en la que estaba esta inscripción: ‘Por esta señal, vencerás’.”5
Constantino dijo que después tuvo un sueño en que Cristo le dijo que hiciera un
estandarte militar en la forma de una cruz. Este estandarte le brindaría
protección en todas las batallas contra sus enemigos. Guiado por estas
experiencias, Constantino ordenó que le hicieran un estandarte especial. Tenía
una lanza dorada vertical, cruzada por una barra horizontal—para formar una
cruz. Una corona de oro, adornada con joyas, estaba colocada encima de la barra
transversal, y debajo estaban escritas las iniciales de Jesucristo.
Llevando este
estandarte a la batalla, los ejércitos de Constantino vencieron completamente a
los ejércitos de Majencio, cerca del puente Milvio, como tres kilómetros fuera
de la ciudad de Roma. Así es que cuando Constantino se hizo el único emperador
del imperio occidental, atribuyó su victoria al Dios de los cristianos.
La relación de
Constantino desde este momento con la iglesia se puede entender sólo si se
entiende la relación que los emperadores romanos siempre habían tenido con la
religión de sus súbditos. Los romanos siempre eran muy religiosos, y siempre
atribuían su éxito y prosperidad a los dioses que los bendecían. La religión en
el imperio romano era asunto público, y siempre se entrelazaba con el estado.
Oraciones y sacrificios se hacían a los dioses en las fiestas del pueblo, y la
adoración a los dioses en estas ocasiones se consideraba la obligación de todo
patriota. Ofender a los dioses era delito contra el estado.6
Constantino creyó que
en verdad el Dios de los cristianos le había dado la victoria, y que ese mismo
Dios protegería siempre al imperio... con tal que los emperadores le adoraran y
la iglesia le fuera fiel. Por esta razón, Constantino empezó a colmar de
bendiciones a la iglesia y a sus líderes. Uniéndose con el emperador del
oriente, promulgó el edicto de Milán en 313. Este edicto afirmó: “[Resolvemos]
otorgar tanto a los cristianos y a todos los hombres la libertad de seguir la
religión de su conciencia, para que todas aquellas deidades celestiales que
existieran puedan inclinarse a nuestro favor y al favor de todos aquellos que
viven bajo nuestro gobierno.”7
Notemos que Constantino
no hizo del cristianismo la única religión oficial del imperio romano.
Sencillamente reconoció que la religión cristiana era una religión legítima
igual a las demás religiones del imperio. Con todo, el cristianismo ahora era la
religión del mismo emperador, y por eso gozaba de más prestigio que las
religiones paganas. Muchos templos de la iglesia se habían destruido en la
persecución que hubo antes de que ascendiera Constantino al trono. Por eso
Constantino ordenó que los volvieran a construir, pagando los gastos del cofre
público. También empezó a pagar a los ancianos de la iglesia un salario con
dinero estatal, e hizo leyes que eximieron a los líderes de la iglesia de
cualquier servicio obligatorio del estado. Esto hizo Constantino porque quería
que los obispos y diáconos dedicaran su tiempo y energías a sus congregaciones.
Creía que una iglesia próspera aseguraba la bendición de Dios sobre el imperio.8
Constantino también levantó a los cristianos a posiciones prominentes en su
gobierno y escogió a muchos de sus ministros de estado de entre los cristianos.
Hasta pidió que los obispos cristianos acompañaran a sus ejércitos a las
batallas para que tuvieran la bendición de Dios.9
Los muros de protección empiezan a derrumbarse
Por dos siglos y medio,
el cristianismo había cambiado muy poco. Cuatro muros altos lo habían protegido
de grandes cambios. Pero el muro de más afuera, el muro de un espíritu muy
conservador que no permitía ningún cambio, ahora era amenazado. Antes de esto,
cualquier doctrina o práctica nueva se había rechazado de inmediato por los
líderes de la iglesia. Pero después de la “conversión” de Constantino, la
iglesia empezó a examinar de nuevo su actitud que condenaba cualquier cambio
como la introducción del error.
Por ejemplo, la iglesia
siempre había dicho que era práctica hereje pagar un salario a sus obispos y
ancianos. Pero cuando Constantino ofreció pagar los salarios, la iglesia
reconsideró su posición y decidió aceptar la oferta. La iglesia empezó a decir
que una nueva era había amanecido para el cristianismo, y que las normas
antiguas ya no tenían que seguirse. Muchos cristianos ahora decían que Dios
mismo había cambiado las normas. Eusebio escribió: “Tiene que tomar en
cuenta todo aquel que considera a fondo estos hechos que ha aparecido una era
nueva y distinta en la historia de la iglesia. Una luz antes de esto desconocida
ha comenzado a alumbrar en las tinieblas de la raza humana. Y todos tenemos que
confesar que estas cosas son sólo la obra de Dios, quien levantó a este
emperador piadoso para contrarrestar la multitud de los incrédulos.”10
Cuando describe como
Constantino invitó a los líderes de la iglesia a sus cámaras privadas para que
se socializaran con él, Eusebio se parece más a un niño ingenuo que a un líder
formal de la iglesia: “Los hombres de Dios entraron sin temor en las cámaras
reales más privadas. Allí comían algunos a la misma mesa del emperador, y otros
se reclinaban en los divanes a ambos lados. Uno hubiera podido pensar que se
formaba un cuadro del reino de Cristo dado en figuras—un sueño más bien que la
realidad.”11
El muro exterior que
había protegido a la iglesia ya estaba roto. Ya no creían más los cristianos que
cualquier cambio los involucraría en el error. Al contrario, la iglesia empezó a
creer que el cambio podía traer un mejoramiento. Decían que tal vez el
cristianismo de los apóstoles no era la cumbre del cristianismo, sino sólo el
principio. Hasta empezaron a creer que Dios ahora podía dar nuevas revelaciones.
Los cristianos ahora creían que la profecía de Hageo acerca del templo que
edificaba Zorobabel podía aplicarse a la iglesia: “La gloria postrera de esta
casa será mayor que la primera”12 (Hageo 2.9). Según ellos, la
iglesia estaba por alcanzar nuevas cumbres.
Cómo la amistad con el mundo arruinó a la iglesia
El próximo muro que
empezó a derrumbarse era él de la separación con el mundo, y éste pronto se
destruyó por completo. La iglesia era como una joven ingenua enamorada con un
novio nuevo. El mundo quiso la amistad de la iglesia, y la iglesia no vio ningún
inconveniente en tal amistad. Por primera vez en la historia, ser cristiano daba
prestigio social. Y hasta preferencia se daba a los cristianos cuando se
escogían a los oficiales del estado.
Sin embargo, esta
amistad con el mundo corrompió el corazón de la iglesia. Cuando Constantino
comenzó a hacer leyes para cristianizar a la sociedad, pronto desapareció la
distinción entre los cristianos y los mundanos. Antes de eso, había muy poco que
atraía a un incrédulo a la iglesia sino sólo la fe en Dios. Los que se
convertían en la prosperidad se probaban en los tiempos de persecución, y si no
eran sinceros, se salían de la iglesia. Pocas personas no regeneradas en
realidad se atrevían a quedarse en la iglesia. Pero ahora que el cristianismo
daba prestigio social, muchos entraban en la iglesia. Muy pronto, el nombre
“cristiano” no significaba nada. Sólo indicaba que una persona afirmaba
mentalmente que aceptaba el credo cristiano y que había recibido los sacramentos
de la iglesia.
Tan pronto como la
iglesia se hizo amiga del mundo, empezó a actuar como el mundo. Esto no se podía
evitar, ya que el mundo no puede actuar como Dios lo quiere. Actuar como Dios lo
quiere, requiere el poder de Dios. Y la muchedumbre no regenerada, aunque
llamados cristianos, no tuvieron el poder de Dios. Además, ni desearon actuar
según la voluntad de Dios, ya que la voluntad de Dios exige mucha paciencia, la
voluntad de sufrir, y una plena confianza en él.
“¡Los desafiamos a que nos
persigan!”
Al principio, los
nuevos métodos del mundo parecían más eficaces que los métodos antiguos. Por
ejemplo, la iglesia cambió de método en responder a la persecución u oposición
que venía del gobierno. Antes que esto, los cristianos se habían escondido de
sus perseguidores, o habían huido. Rehusaban vengarse de ellos, o dañarlos de
ninguna manera. Pero ahora, la muchedumbre de gente no regenerada no estaba
dispuesta a aceptar la opresión, o la tortura, o hasta la muerte—sin defenderse.
Por ejemplo, cuando el
hijo de Constantino mandó a uno de sus generales a Constantinopla para deponer
al obispo de la iglesia allí, la congregación hizo un tumulto. Durante la noche,
mientras dormía el general, atacaron la casa donde se hospedaba, prendiéndole
fuego. Cuando al fin corrió el general de la casa, medio aturdido por el humo,
le echaron mano. Lo arrastraron por las calles de la ciudad y de modo salvaje lo
apalearon hasta darle muerte.13 Y esto no era caso único; era lo
normal cuando el gobierno se oponía a la iglesia. El carácter de la iglesia
había cambiado.
Cómo imponían silencio a los
herejes
El mundo también tenía
otro modo de tratar a los herejes. Constantino razonó que la iglesia sería más
saludable si no hubiera herejes para engañar a la gente. Por esto dispuso usar
su poder para eliminar a los herejes por medio del edicto que doy a
continuación:
“Comprendan
ahora, por medio del presente estatuto, ustedes que son novacianos, valentines,
marcionitas, paulicianos, y montanistas y todos los demás que idean y apoyan las
herejías por medio de sus asambleas privadas . . . que sus ofensas son tan
abominables y completamente infames que un día no bastaría para numerarlas
todas. . . . Ya que no es posible dar más lugar a sus errores mortales, con el
presente les advertimos que desde el día de hoy se les prohíbe reunirse. Hemos
dado la orden que sus templos les sean quitados. Les prohibimos terminantemente
que se hagan más sus reuniones supersticiosas e insensatas, no sólo en lugares
públicos, sino también en casas particulares, o en cualquier lugar.”14
Pocos decenios antes de
eso, había sido un delito ser cristiano. Ahora era un delito ser hereje.
Y la iglesia aceptó este cambio sin siquiera un murmullo de protesta. Era
bastante difícil disputar con los herejes. Era mucho más fácil usar de la
autoridad del estado para imponerles silencio.
Pero pronto varios
grupos dentro de la iglesia calificaron a otros grupos como herejes, y usaron la
espada los unos contra los otros. Con el tiempo, muchos más cristianos se
mataron entre sí que los que habían muerto por la espada de los romanos en la
época de la persecución. Sí, cien veces más.
Aunque es triste
decirlo, cuando los ejércitos musulmanes invadieron a Egipto en el año 639,
muchos cristianos les dieron la bienvenida como a libertadores. Su vida era
mucha más fácil bajo el gobierno de los musulmanes que había sido bajo la mano
de sus compañeros cristianos.
El evangelismo por medio de
arquitectura deslumbrante
Al principio, los
cristianos celebraban sus cultos en casas privadas (Romanos 16.5). Cuando las
congregaciones crecían, convertían casas en salones de reunión y los llamaban
“casas de oración”. Nadie se atraía a la iglesia primitiva por la arquitectura
de sus templos, sino por las enseñanzas y las vidas piadosas del pueblo que
constituía la iglesia. Sin embargo, Constantino razonó que más personas serían
atraidas al cristianismo si los templos fueran más impresionantes. Por esto, con
dinero del estado, él edificó templos deslumbrantes que competían en
magnificencia con los templos paganos. Los nuevos templos tenían columnatas
impresionantes y techos abovedados. Muchos de ellos tenían hasta fuentes de agua
y pisos elegantes de mármol. Constantino quería que ningún pagano pasara por un
templo cristiano sin que se despertara en él el deseo de mirar por dentro.15
Su idea resultó muy
bien. Los paganos se atraían a los nuevos templos magnificentes y como
resultado, millares de ellos “se convirtieron”.
En vez de llevar la cruz,
los cristianos ahora vendían la cruz
Pronto la madre de
Constantino, Elena, se aprovechó de las circunstancias. Hizo un viaje a
Jerusalén y dijo haber descubierto el sepulcro de Jesús. Dijo además que halló
tres cruces dentro del sepulcro, pero que no sabía cuál era de Jesús. Así es que
llevó las tres cruces a una mujer mortalmente enferma, quien al tocar la cruz de
Jesús se curó.16 Así comenzó una ola de manía por las reliquias.
Dentro de poco, las
reliquias aparecían por todos lados: los huesos de los profetas, los trozos de
la cruz, alguna prenda del vestido de los apóstoles, y otras cosas más. Millares
de personas testificaron haberse curado de sus enfermedades por tocar a tales
reliquias, o aun por sólo verlos. Y en poco tiempo, los negociantes estaban
haciendo buenas ganancias, vendiendo tales reliquias supersticiosas.
Hacia los fines del
sexto siglo, una dama noble pidió a Gregorio, entonces el obispo de Roma, que le
mandara la calavera del apóstol Pablo para que ella la colocara en la iglesia
que estaba edificando para honrar al apóstol. Gregorio respondió en una carta,
diciendo: “Lamento que no puedo hacer lo que usted me pide. No me atrevo a
hacerlo. El cuerpo de San Pedro y de San Pablo producen tan grandes milagros y
terrores en sus iglesias que uno no puede siquiera acercarse a orar allí sin
llenarse de gran temor.”17 Gregorio siguió diciendo que un sacerdote
había caído muerto cuando por casualidad había tratado de mover uno de los
huesos de Pablo.
Gregorio siguió en su
carta: “Debe saber que no es costumbre de los romanos, cuando obsequian alguna
reliquia de los santos, atreverse a tocar cualquier parte del cuerpo [del
santo]. En vez de eso, una tela se pone dentro de una caja y se coloca cerca del
cuerpo sagrado del santo. Cuando se levanta [la tela], se deposita con la
reverencia debida en la iglesia que se va a dedicar. Los efectos producidos por
este depósito son tan poderosos como si hubieran llevado el mismo cuerpo a ese
lugar especial.”18 Gregorio siguió diciendo que un obispo romano
había cortado con una tijera una de estas telas benditas y de la tela había
salido sangre.
La vía para alcanzar el
corazón del pagano es a través de su estómago
El pueblo de Roma no se
deleitaba en ninguna otra cosa tanto como en los banquetes. La iglesia primitiva
había tenido la costumbre de recordar a los mártires de la iglesia cada año en
el aniversario de su muerte con una “comida fraternal” y un culto conmemorativo.
Ahora algunos cristianos innovadores se dieron cuenta de que podrían atraer a
los incrédulos a la iglesia si estas comidas fraternales fueran convertidas en
fiestas para todo el pueblo. La idea resultó muy bien, y muchos pueblos enteros
“se convirtieron” al cristianismo de esta manera.
¿No indica el crecimiento la bendición de Dios?
Habiendo aceptado el
hacer cambios, ¿cómo podía la iglesia saber si Dios aprobaba los cambios? La
respuesta era fácil: para ellos el crecimiento indicaba la bendición de Dios. El
cristianismo había crecido rápidamente por los primeros tres siglos, pero
después de la conversión de Constantino la iglesia creció bastante de la noche a
la mañana. Para el tiempo del edicto de Milán (313 d. de J.C.), probablemente
una décima parte del imperio romano se había convertido al cristianismo. Pero
eso había llevado casi trescientos años. Ahora, dentro de menos de cien años
después del edicto de Milán, casi todas las demás personas “se convirtieron”. La
iglesia creía que este crecimiento rápido indicaba que Dios aprobaba los cambios
que se estaban haciendo. Cuando aceptaron esa idea, la iglesia pronto adoptó
cualquier práctica que trajera más crecimiento. Por ejemplo, introdujeron el uso
de las imágenes en la iglesia, una práctica abominable para los cristianos
primitivos.
Dos de los muros que
habían protegido al cristianismo primitivo quedaron completamente destruidos.
Sólo dos quedaron: (1) el referir los problemas a las iglesias apostólicas, y
(2) la independencia de cada congregación. Sin saberlo, Constantino derribó
estos dos muros restantes con un solo evento: el concilio de Nicea.
Los capítulos
Introducción
1 El prisionero
2 Los cristianos primitivos
3 Ciudadanos de otro reino
4 La cuestión de cultura
5 ¿Por qué tuvieron éxito?
6 Acerca de la salvación
7 Acerca de la predestinación y el libre albedrío
8 Lo que el bautismo significaba
9 La prosperidad: ¿una bendición?
10 El Nuevo Testamento y el Antiguo
11 ¿Quién entiende mejor?
12 ¿Se falsificaron las enseñanzas?
13 Cómo el cristianismo primitivo se destruyó
14 Los muros restantes se derrumban
15 El cristiano más influyente
16 ¿Fue la Reforma un retorno al cristianismo primitivo?
17 El renacimiento del cristianismo primitivo
18 ¿Qué quiere decir para nosotros?
Diccionario biográfico
Notas del texto