Los muros restantes se derrumban - Nicea
Como he dicho, la
iglesia al principio del cuarto siglo tenía mucha contención y división sobre
puntos doctrinales. La contención más apasionada tenía que ver con el origen y
la naturaleza del Hijo de Dios. La controversia empezó con una pregunta
hipotética que Alejandro, obispo de Alejandría, hizo a los ancianos de su
congregación. Arrio, uno de los ancianos, se expresó de manera poco ortodoxa, y
pronto Alejandro y Arrio se trabaron en una disputa acalorada. Muy pronto la
congregación entera se involucró en su disputa, y con el tiempo muchas otras
congregaciones se involucraron también.
Constantino empezó a
preocuparse de que esta división en la iglesia causara que Dios dejara de
bendecir al imperio romano. Cuando los métodos antiguos de la iglesia no
pudieron resolver el problema, Constantino sugirió un nuevo método: un concilio
de la iglesia al cual asistirían representantes de todas las iglesias de
todo el mundo. Bien que había otras reuniones en tiempos anteriores de
representantes de varias iglesias, pero dichas reuniones siempre habían incluido
sólo representantes de las iglesias de cierta localidad. La idea de tener un
concilio de representantes de las iglesias de todo el mundo era nueva y
excitante.
Todos los
representantes de las iglesias viajaron a Nicea, el sitio escogido para el
concilio, en el país moderno de Turquía. El gobierno pagó los gastos del viaje
para todos. El gobierno también pagó el hospedaje y la comida de los
representantes una vez que habían llegado a Nicea. Hasta proveyó diversiones
para ellos, todo pagado. El mismo emperador Constantino servía como presidente
del concilio, dirigiendo las discusiones. Durante los dos meses que duró el
concilio, los representantes de las iglesias quedaron impresionados por su
habilidad como líder. Constantino persuadió al concilio que hiciera un credo
para toda la iglesia, el cual definiría la relación de Dios el Padre y
Dios el Hijo. Esta también era idea nueva, ya que en tiempos anteriores cada
congregación tenía su propio credo.
El mismo Constantino
propuso los términos que usarían en el nuevo credo universal. Para excluir la
doctrina de Arrio, Constantino insistió en que la palabra griega homoousios
se empleara para describir la relación de Jesús con su Padre. Esta palabra
usualmente se traduce al español con la frase, “siendo de la misma sustancia”.
De la manera en que se usaba en el concilio de Nicea, homoousios no
contradecía en nada las creencias de los cristianos primitivos. Sin embargo,
esta palabra no aparece en las Escrituras, y nunca se había usado antes en los
credos de las congregaciones.
No obstante, bajo la
presión de los argumentos de Constantino, casi todos los representantes de la
iglesia en el concilio de Nicea firmaron el documento nuevo... todos menos
cinco. Constantino entonces desterró a los cinco que rehusaron firmar, uno de
los cuales fue Arrio.1 Luego Constantino hizo una proclamación: “Si
algún tratado escrito por Arrio se descubre, que sea echado al fuego, para que
no sólo su doctrina depravada sea suprimida, sino mucho más que no quede de él
memoria alguna. Por lo tanto, decreto que el que tuviera un libro escrito por
Arrio, si no lo entrega ahora de inmediato, cuando fuere hallado, será castigado
con la pena de muerte.”2
Constantino también
instó que el concilio de Nicea tomara otras medidas para prevenir que surgieran
desacuerdos y divisiones en la iglesia. El creía que la iglesia sería más fuerte
si se organizara de la manera que el gobierno romano estaba organizado. Por eso,
el concilio fijó leyes que dio autoridad a ciertos obispos, llamados
metropolitanos, sobre otras iglesias. Por ejemplo, al obispo de Alejandría le
fue dada autoridad sobre todas las congregaciones de Egipto y Libia. Además, el
concilio decretó que ningún obispo nuevo podía ser nombrado sin la aprobación
del metropolitano.
Muchos de los
metropolitanos eran los obispos de las iglesias donde los apóstoles habían
enseñado personalmente hacía muchos años. Por esto, podemos decir que esta nueva
ley se asemejó a la práctica primitiva de referir los problemas que surgían a
los ancianos de las iglesias apostólicas. Sin embargo, la práctica de la iglesia
primitiva se había basado en la creencia que estas iglesias estaban más cercanas
a la autoridad apostólica. La práctica nueva se basaba en una nueva creencia:
que los obispos actuales de estas iglesias tenían autoridad directa de Dios, sí,
revelación actual. Ya que se creía que la autoridad de los metropolitanos venía
directa de Dios, la sumisión a ellos no se dejaba a la voluntad de cada
congregación.3 De esta manera, el concilio de Nicea destruyó la
práctica original de los cristianos primitivos, práctica que había servido como
muro de protección a la iglesia primitiva.
Pero ni con eso
terminó el concilio de Nicea. Se hicieron más leyes con el propósito de
establecer uniformidad en todas las iglesias. Por ejemplo, el concilio decretó
que todos los cristianos debían orar sólo de pie los domingos y durante los 50
días entre el domingo de la resurrección y el domingo de la ascensión.4
De esta manera, lo ocurrido en Nicea destruyó la independencia de cada
congregación de creyentes. Ahora, los cambios de teología y cualquier innovación
no tendrían que diseminarse lentamente de una congregación a otra. Un concilio
de toda la iglesia podía lograr en pocos días lo que antes no se hubiera logrado
a través de siglos.
Como punto final,
Constantino proclamó que el nuevo credo de Nicea era inspirado por Dios.
El dijo: “Lo que se ha recomendado al juicio de trescientos obispos no puede ser
sino la doctrina de Dios, ya que el Espíritu Santo quien mora en las mentes de
todos estos hombres formales los ha iluminado eficazmente respecto a la voluntad
divina”.5 Otro cristiano del siglo cuarto lo expresó de la siguiente
manera: “Aun si todos los miembros del concilio hubieran sido laicos, siendo
iluminados por Dios y por la gracia del Espíritu Santo, no hubieran podido errar
de ninguna manera.”6 Con esto, vemos que la convicción de que Dios no
daría ninguna nueva revelación después de los apóstoles se había destruido.
Los efectos de Nicea
Desde el punto de
vista humano, parecería que Constantino logró algo maravilloso. Jamás debería de
romperse la iglesia por controversias doctrinales y prácticas divisivas. Los
representantes de las iglesias se regocijaban de lo que habían logrado.
Pero su regocijo no
duró mucho. Trescientos años de conservatismo estricto no podía deshacerse tan
rápido. Cuando los obispos volvieron a sus congregaciones, y las congregaciones
pensaron detenidamente en el credo y los decretos de Nicea, una reacción
conservadora surgió. A causa de esta oposición, Eusebio se vio obligado a
defenderse ante su congregación. Tenía que explicar por qué él había firmado el
credo.7 Los conservadores todavía creían que cualquier cambio los
involucraría en el error, y les disgustó que el credo de Nicea empleara términos
que no se encontraban en las Escrituras. Tampoco les gustó que quedaran
abrogados los credos locales que se habían usado a través de varios siglos.
Finalmente, cuando varios herejes se escondieron tras el credo de Nicea para
poder propagar sus doctrinas erróneas, los conservadores empezaron a insistir
que se aclarara y se agrandara el credo para explicar con más precisión lo que
los cristianos habían creído desde tiempos antiguos.
Es posible que esta
reacción hubiera tenido éxito en parar la fuente de cambio que amenazaba a la
iglesia, si no hubiera sido por la persistencia y la habilidad de un hombre:
Atanasio. Este había sido diácono en la iglesia de Alejandría cuando surgió la
controversia de Arrio. Aunque diácono, había asistido al concilio de Nicea, pero
no había tenido ningún papel importante en él. El credo de Nicea tenía la
intención de preservar lo que la iglesia siempre había enseñado acerca de
Jesucristo, y la intensión de Atanasio no era sino apoyar la teología ortodoxa
de los cristianos primitivos. Sin embargo, con el correr de los años, la
necesidad de apoyar el credo de Nicea se hizo más importante a Atanasio que el
apoyar la doctrina de los cristianos primitivos. Se apoderó de él la idea de que
el credo no podía ser cambiado de ninguna manera—sin importarle que las
alteraciones fueran ortodoxas o no lo fueran. El creía que el credo había sido
inspirado por Dios, lo mismo que las Escrituras. Aunque al principio defendió la
doctrina ortodoxa de los cristianos primitivos acerca de Cristo, al fin
contradijo lo que una vez había defendido. Pero aun así, ganó el apoyo de casi
toda la iglesia.
Credos—y más credos
El concilio de Nicea
no logró unir a la iglesia como había esperado Constantino. En verdad, había más
divisiones y más contenciones después de Nicea que antes. Los dos siglos después
de la conversión de Constantino se caracterizaron por los argumentos teológicos
sin fin, por las riñas constantes, y las grandes divisiones en la iglesia. En
esta época, los cristianos tomaron la espada y comenzaron a matarse los unos a
los otros a causa de las disputas teológicas. Con la estructura del cristianismo
rompiéndose y destruyéndose, el énfasis siguió cambiando de la vida cristiana a
la doctrina cristiana.
De estas disputas
salían grandes teólogos de gran prominencia, quienes al fin llegaron a ser los
verdaderos “padres” de la teología cristiana. Hubo otros concilios, y más
credos. Los argumentos se centraban primero en Jesús, después en el Espíritu
Santo, y después en Jesús otra vez. Con el paso de los años, más y más personas
afirmaban haber tenido nuevas revelaciones de Dios. Gregorio de Nacianzo, uno de
los líderes en los debates sobre el Espíritu Santo, declaró: “El Antiguo
Testamento proclamaba al Padre abiertamente y al Hijo oscuramente. El Nuevo
[Testamento] manifestaba al Hijo y sugería la deidad del Espíritu Santo.
Ahora el mismo Espíritu mora entre nosotros y nos provee de una demostración más
clara de sí mismo. Porque cuando la deidad del Padre aún no se había
reconocido, era peligroso proclamar la deidad del Hijo. Y cuando [la deidad] del
Hijo aún no se había recibido, [era peligroso] imponernos la carga (si me
permiten usar tal expresión atrevida) con el Espíritu Santo.”8
La teología sencilla
y flexible de la iglesia primitiva se reemplazó por credos rígidos y dogmáticos.
Al fin, estos credos reemplazaron muchas veces a las Escrituras como la
autoridad que gobernaba la iglesia. Con cada concilio que se celebraba, más
terminología que no tenía base en las Escrituras se añadía a la dogma de la
iglesia. En cada caso, el propósito de los credos era sencillamente repetir y
reafirmar lo que la iglesia siempre había enseñado. Pero a fin de cuentas, los
credos contribuyeron a la contaminación de la doctrina cristiana auténtica.
Tenemos un ejemplo
notable de eso en el credo escrito por el concilio de Calcedonia, en 451 d. de
J.C. Este credo hace la declaración que Jesús fue “nacido de la virgen María, la
madre de Dios”.9 Al decir así, los que escribieron este credo no
tenían ninguna intención de deificar a María o de venerarla. La frase, “madre de
Dios”, se añadió para oponerse a la falsa enseñanza de que María había dado a
luz a uno que no era más que humano, y sobre quien la vida de Dios descendió
después. En otras palabras, el credo sencillamente afirmaba que el ser en la
matriz de María era el verdadero Hijo de Dios. Como en el caso del credo de
Nicea, la intención del credo de Calcedonia era apoyar la doctrina ortodoxa,
pero las interpretaciones que se dieron a ese credo después no fueron ortodoxas.
Podemos decir, pues,
que Atanasio, Gregorio de Nacianzo, y los grandes concilios de la iglesia no
cambiaron radicalmente la doctrina cristiana. Ellos sencillamente prepararon un
fundamento que después podía ser usado por alguien para hacer esos cambios. En
el último cuarto del siglo cuatro, surgió tal persona. Este maestro llegó a ser
el maestro cristiano con mayor influencia que haya nacido... sí, su influencia
llegó a ser mayor que la de los mismos apóstoles.
Los capítulos
Introducción
1 El prisionero
2 Los cristianos primitivos
3 Ciudadanos de otro reino
4 La cuestión de cultura
5 ¿Por qué tuvieron éxito?
6 Acerca de la salvación
7 Acerca de la predestinación y el libre albedrío
8 Lo que el bautismo significaba
9 La prosperidad: ¿una bendición?
10 El Nuevo Testamento y el Antiguo
11 ¿Quién entiende mejor?
12 ¿Se falsificaron las enseñanzas?
13 Cómo el cristianismo primitivo se destruyó
14 Los muros restantes se derrumban
15 El cristiano más influyente
16 ¿Fue la Reforma un retorno al cristianismo primitivo?
17 El renacimiento del cristianismo primitivo
18 ¿Qué quiere decir para nosotros?
Diccionario biográfico
Notas del texto