Porque es preciso que entre vosotros haya disensiones, para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados. 1 Corintios 11:19
Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Gálatas 5:19-21
Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas. 2 Timoteo 4:3-4
Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. 2 Pedro 2:1
Ahora bien, Onésimo, de su propia iniciativa os alaba en gran manera por su conducta ordenada en Dios, porque todos viven en conformidad con la verdad, y no hay herejía alguna que halle albergue entre ustedes; es más, ni aun escuchan a nadie si habla de otras cosas excepto lo que se refiere a Jesucristo en verdad. Porque algunos son propensos a engaño malicioso sobre el Nombre, y lo propagan y hacen ciertas cosas indignas de Dios. A éstos tienen que evitarlos como si fueran fieras; porque son perros rabiosos, que muerden a escondidas; contra los cuales deberíais estar en guardia, porque son difíciles de sanar. Ignacio (50-100)
Absténganse de las plantas nocivas, que no son cultivadas por Jesucristo, porque no son plantadas por el Padre. Porque todos los que son de Dios y de Jesucristo están con los obispos… No se dejen engañar, hermanos míos. Si alguno sigue a otro que hace un cisma, no heredará el reino de Dios. Si alguno anda en doctrina extraña, no tiene comunión con la pasión. Ignacio (50-100 d.C.)
Pero los que entregaron (varas) verdes y sin marchitar, éstos están también cerca de ellos; porque eran hipócritas, y trajeron doctrinas extrañas, y pervirtieron a los siervos de Dios, especialmente a los que no habían pecado, no permitiéndoles que se arrepintieran, sino persuadiéndoles con sus doctrinas insensatas. Éstos, pues, tienen esperanza de arrepentirse. Hermas (150 d.C.)
Acerca de la teoría de quienes opinan cosas contrarias al Padre nada dice la Escritura, ni en forma abierta, ni con sus palabras, ni en forma incontrovertida. Los mismos herejes dan testimonio de ello, cuando afirman que el Salvador las enseñó en secreto, no a todos sino a algunos discípulos capaces de entenderlo , y de interpretar su significado por medio de argumentos, enigmas y parábolas. Llegan incluso a decir que uno es el Dios del que se predica, y otro el Padre al que se refieren las parábolas y enigmas. Ireneo (180 d.C.)
Y del mismo Policarpo se dice que una vez se encontró a Marción, y éste le dijo: «¿Me conoces?» El le respondió: «Te conozco, primogénito de Satanás». Es que los Apóstoles y sus discípulos tenían tal reverencia, que no querían dirigir ni siquiera una mínima palabra a aquellos que adulteran la verdad, como dice San Pablo: «Después de una o dos advertencias, evita al hereje, viendo que él mismo se condena y peca sosteniendo una mala doctrina» Ireneo (180 d.C.)
Si alguien se atreviese a predicarles lo que los herejes han inventado, hablándoles en su propia lengua, ellos de inmediato cerrarían los oídos y huirían muy lejos, pues ni siquiera se atreverían a oír la predicación blasfema… Ireneo (180 d.C.)
Por tanto, quienes no participan de él, ni nutren su vida con la leche de su madre (la Iglesia), tampoco reciben la purísima fuente que procede del cuerpo de Cristo. «Cavan para sí mismos cisternas agrietadas» , se llenan de pozos terrenos y beben agua corrompida por el lodo; porque huyen de la fe de la Iglesia para que no se les convenza de error, y rechazan el Espíritu para no ser instruidos. Enajenándose de la verdad, revolotean de error en error, andan fluctuando, opinando ora de un modo, ora de otro, según las ocasiones, y nunca llegan a afirmarse en una doctrina estable. Ireneo (180 d.C.)
… como pediste, recibas de nuestra cosecha todos los argumentos para confundir a los herejes; y para que, una vez refutados, ya no les permitas volver a caer en el abismo del error ni ahogarse en el mar de la ignorancia; sino que, volviéndose al puerto de la verdad, puedan lograr su salvación. Ireneo (180 d.C.)
En cambio a los otros, que se apartan de la sucesión original y se reúnen en cualquier parte, habrá que tenerlos por sospechosos, como herejes que tienen ideas perversas, o como cismáticos llenos de orgullo y autocomplacencia, o como hipócritas que no buscan en su actuar sino el interés y la vanagloria… Ireneo (180 d.C.)
La Iglesia ha sido plantada como el paraíso en el mundo. «De todo árbol, pues, del paraíso, pueden comer» (Gén 2, 16), dice el Espíritu de Dios, esto es, comed de toda la Escritura del Señor, pero no coman con espíritu orgulloso ni toquen nada de la disensión herética… Ireneo (180 d.C.)
Está claro que estas herejías nacieron más tarde y son innovaciones y desfiguraciones de la antigua y verdadera Iglesia, así como las que surgieron en tiempos todavía posteriores a ellas. Y creo que resulta evidente después de lo dicho, que la verdadera Iglesia es una, la realmente primitiva, en la cual están inscritos los que son predestinados como justos… Clemente de Alejandría (195 d.C.)
Si son herejes, no pueden ser cristianos, ya que no han recibido de Cristo lo que ellos se han escogido por propia elección al admitir el nombre de herejes. No siendo cristianos, no tienen derecho alguno sobre los escritos cristianos. Con razón se les ha de decir: ¿Quiénes son? ¿Cuándo llegaron, y de dónde? ¿Qué hacen en mi terreno, no siendo de los míos? ¿Con qué derecho, Marción, cortas leña en mi bosque? ¿Con qué permiso, Valentín, desvías el agua de mis fuentes? ¿Con qué poderes, Apeles, mueves mis mojones?... Esta posesión es mía; posesión antigua y anterior a vosotros. Tengo unos orígenes firmes, desde los mismos fundadores de la doctrina... Tertuliano (197 d.C.)
Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden. De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo: De oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, y no percibiréis.Mateo 13:13-14
Acudiendo Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: Pero ¿entiendes lo que lees? El dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó a Felipe que subiese y se sentara con él. Hechos 8:30-31
Ante todo, por tu parte, ruega para que se te abran las puertas de la luz, pues estas cosas no son fáciles de ver y comprender por todos, sino a quien Dios y su Cristo concede comprenderlas. Justino Mártir (160 d.C.)
Una mente sana y religiosa que ama la verdad, sin peligro alguno pone la capacidad que Dios concedió a los seres humanos al servicio de la ciencia, y con un constante estudio podrá progresar en su conocimiento de las cosas. Por éstas quiero decir aquellas que día tras día suceden ante nuestros ojos, y también aquellas que las palabras de la Escritura tratan en forma abierta. Por eso se deben interpretar las parábolas sin métodos ambiguos : quien de esta manera las entiende, no correrá peligro, y todos deben explicar las parábolas de modo semejante. Ireneo (180 d.C.)
Teniendo, pues, la Regla misma de la verdad y un claro testimonio de Dios, no podemos abandonar el conocimiento cierto y verdadero sobre Dios, por cuestiones desviantes en otras y otras interpretaciones… Si aun entre las cosas creadas algunas son accesibles sólo al conocimiento de Dios, y otras también pueden caer bajo nuestra ciencia, ¿qué dificultad hay si en las cuestiones de la Escritura, siendo éstas espirituales, averiguamos unas cosas con su gracia y otras las dejamos a Dios…
Por consiguiente, si por los motivos que acabamos de exponer dejamos a la ciencia de Dios ciertas cuestiones, mientras conservamos la fe, podemos vivir seguros y sin peligros. De este modo toda la Escritura que Dios nos ha dado nos parecerá congruente, concordarán las interpretaciones de las parábolas con expresiones claras, y escucharemos las diversas voces como una sola melodía que eleva himnos al Dios que hizo todas las cosas. Ireneo (180 d.C.)
Por eso debemos dejar a la ciencia de Dios muchas de estas cuestiones, como el Señor le dejó el día y la hora . Correríamos el más grande peligro si a Dios nada le dejamos, aunque hemos recibido de él sólo en parte esta gracia, cuando investigamos las cosas que nos superan y que por ahora no nos es posible descubrir. Pero caer en tan grande osadía que fosilicemos a Dios, que presumamos de haber descubierto lo que no hemos descubierto… Ireneo (180 d.C.)
Entonces, si se halla alguna divergencia aun en alguna cosa mínima, ¿no sería conveniente volver los ojos a las Iglesias más antiguas, en las cuales los Apóstoles vivieron, a fin de tomar de ellas la doctrina para resolver la cuestión, lo que es más claro y seguro? Incluso si los Apóstoles no nos hubiesen dejado sus escritos, ¿no hubiera sido necesario seguir el orden de la Tradición que ellos legaron a aquellos a quienes confiaron las Iglesias? Ireneo (180 d.C.)
Por eso el profeta Daniel decía: «Oculta las palabras y sella el libro hasta el tiempo final, hasta que muchos aprendan y se cumpla lo que saben. Pues, cuando la persecución haya llegado a su fin, se sabrán todas estas cosas» (Dan 12,4.7). Y Jeremías dice: «Estas cosas se comprenderán al final de los tiempos» (Jer 23,20). En efecto, cualquier profecía es para los seres humanos enigmática y ambigua hasta que se cumple; mas cuando llega el tiempo y sucede lo profetizado, entonces se pueden explicar las profecías claramente.
Por eso aun en nuestros tiempos lo que se lee en la Ley les parece una fábula a los judíos. Es que no tienen aquello que lo explica todo, como es lo que toca a la venida del Hijo de Dios hecho hombre. En cambio para los cristianos, cuando lo leen, se convierte en el tesoro escondido en el campo, revelado y explicado por la cruz de Cristo, que les da inteligencia a los seres humanos y muestra la sabiduría de Dios; también manifiesta las Economías en favor de los hombres, prefigura el Reino de Cristo y anuncia de antemano la heredad de la Ciudad Santa… Por consiguiente, si alguien lee las Escrituras como acabamos de explicar -así como Cristo enseñó a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos, mostrándoles a partir de las Escrituras que «era necesario que el Cristo padeciera todas estas cosas y así entrara en su gloria», «y en su nombre se predicara el perdón de los pecados en todo el mundo» (Lc 24,26.46-47)-, llegará a ser un perfecto discípulo, como aquel «padre de familia que saca de su tesoro cosas nuevas y viejas» (Mt 13,52). Ireneo (180 d.C.)
Los que sabemos bien que el Salvador no dice nada de una manera puramente humana, sino que enseña a sus discípulos todas las cosas con una sabiduría divina y llena de misterios, no hemos de escuchar sus palabras con un oído carnal, sino que, con un religioso estudio e inteligencia, hemos de intentar encontrar y comprender su sentido escondido. En efecto, lo que el mismo Señor parece haber expuesto con toda simplicidad a sus discípulos no requiere menos atención que lo que les enseñaba en enigmas; y aun ahora nos encontramos con que requieren un estudio más detenido, debido a que hay en sus palabras una plenitud de sentido que sobrepasa nuestra inteligencia... Lo que tiene más importancia para el fin mismo de nuestra salvación, está como protegido por el envoltorio de su sentido profundo, maravilloso y celestial, y no conviene recibirlo en nuestros oídos de cualquier manera, sino que hay que penetrar con la mente hasta el mismo espíritu del Salvador y hasta lo secreto de su mente... Clemente de Alejandría (195 d.C.)
Volvamos a nuestra discusión acerca del principio de que lo más originario es lo verdadero, y lo posterior es lo falso… Tertuliano (197 d.C.)
No dejes de la mano la educación de tu hijo o de tu hija: desde su infancia enséñales el temor de Dios. Didaché (80-140 d.C.)
No levantes tu mano de tu hijo o de tu hija, sino que, desde su juventud, les enseñarás el temor del Señor. Bernabé (150 d.C.)
Instruyamos a nuestros jóvenes en la lección del temor de Dios... …Que nuestros hijos sean participantes de la instrucción que es en Cristo; que aprendan que la humildad de corazón prevalece ante Dios, qué poder tiene ante Dios el amor casto, que el temor de Dios es bueno y grande y salva a todos los que andan en él en pureza de corazón y santidad. Clemente de Roma (30-100 d.C.)
»Con todo, no es por esto que Dios está enojado contigo, sino con miras a que puedas convenir a tu familia, que ha obrado mal contra el Señor y contra vosotros sus padres. Pero por apego a tus hijos tú no les amonestaste, sino que toleraste que se corrompieran de un modo espantoso. Por tanto, el Señor está enojado contigo. Pero Él quiere curar todos tus pecados pasados, que han sido cometidos en tu familia, jorque a causa de sus pecados e iniquidades tú has sido corrompido por las cosas de este mundo. Pera la gran misericordia del Señor tuvo piedad de ti y de tu familia, y te corroborará, y te afianzará en su gloria. Sólo que no seas descuidado, sino que cobres ánimo y robustezcas a tu familia. Porque como el herrero trabajando a martillazos triunfa en la tarea que quiere, así también el recto discurso repetido diariamente vence todo mal. No dejes, pues, de reprender a tus hijos; porque sé que si se arrepienten de todo corazón, serán inscritos en los libros de vida con los santos.» Hermas (150 d.C.)
Y esto es lo que estaba escrito: «Hermas, tu simiente ha pecado contra Dios, y han blasfemado del Señor, y han traicionado a sus padres a causa de sus grandes maldades, sí, han conseguido el nombre de traidores de los padres, y, con todo, no sacaron provecho de su traición; y aun añadieron a sus pecados actos inexcusables y maldades excesivas; así que la medida de sus transgresiones fue colmada. Pero da a conocer estas palabras a todos tus hijos, y tu esposa será como tu hermana; porque ella tampoco se ha refrenado en el uso de la lengua, con la cual obra mal. Después que tú les hayas dado a conocer todas estas palabras, que el Señor me mandó que te revelara, entonces todos los pecados que ellos han cometido con anterioridad les serán perdonados… Hermas (150 d.C.)
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Matrimonio
Y cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los Olivos. Mateo 26:30
Hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones. Efesios 5:19
Por tanto, en su amor concorde y armonioso se canta a Jesucristo. Y ustedes, cada uno, forman un coro, para que estando en armonía y concordes, y tomando la nota clave de Dios, podáis cantar al unísono con una sola voz por medio de Jesucristo al Padre, para que Él pueda oírlos y, reconocer por sus buenas obras que son miembros de su Hijo. Ignacio (50-100)
OH, TIERNO Y BUEN PASTOR
Oh, tierno y buen pastor que guías con amor la juventud;
Oh, soberano Rey, haz que con plena fe cumplamos bien tu ley, con gratitud.
Santo eres tú Señor, poder transformado, nuestro sostén.
Cumpliste tu misión de nuestra redención; sufriste humillación por nuestro bien.
Oh sumo mediator, a todo cruel dolor alivio das;
Que en duda y aflicción al débil corazón brindas consolación y dulce paz.
Se nuestro buen pastor, constante inspirador de nuestra acción.
Hijo del santo Dios, que al ir de ti en pos sea tu grata voz, la dirección.
Himno de Clemente de Alejandría (195 d.C.)
¿Cómo podré expresar la felicidad de aquel matrimonio que ha sido contraído ante la Iglesia… Unidos en la Iglesia de Dios… El canto de los salmos y de los himnos resuena a dos voces, y los dos entablan una competencia para cantar mejor a su Dios. Al ver y oír esto, Cristo se llena de gozo y envía sobre ellos su paz. Tertuliano (197 d.C.)
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MÚSICA
Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Génesis 1:26
A fin de puntualizar la verdad, este Adán es aquel primer hombre modelado, sobre el cual la Escritura afirma que Dios dijo: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza» (Gén 1,26). Todos los demás descendemos de él. Y, como provenimos de él, por eso llevamos también su nombre. Y si se salva el ser humano, entonces es preciso que también se salve el primero que ha sido modelado. Ireneo (180 d.C.)
Luego el mismo Cristo es, con el Padre, Dios de los vivientes, el que habló a Moisés, el que se manifestó a los padres… Ireneo (180 d.C.)
Pero, como desde el principio el ser humano fue dotado del libre arbitrio, Dios, a cuya imagen fue hecho, siempre le ha dado el consejo de perseverar en el bien, que se perfecciona por la obediencia a Dios. Ireneo (180 d.C.)
Los herejes nos presentan la cuestión de si Adán fue creado perfecto o imperfecto. Porque si lo fue imperfecto, ¿cómo puede ser imperfecta la obra de un Dios perfecto, y más aún tratándose del hombre? Pero si era perfecto, ¿cómo traspasó el mandato? Nuestra respuesta es que no fue creado perfecto en su constitución, pero si dispuesto para recibir la perfección. Hay cierta diferencia entre tener capacidad para la virtud y poseerla. Dios quiere que nos salvemos por nosotros mismos, pues ésta es la naturaleza del alma, la de poder moverse por sí misma… todos, como he dicho, están hechos para alcanzar la virtud. Lo que sucede es que unos se entregan más, y otros menos al aprendizaje y a la práctica de la misma. Clemente de Alejandría (195 d.C.)
A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia; amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días; a fin de que habites sobre la tierra que juró Jehová a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob, que les había de dar. Deuteronomio 30:19-20
He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre. Salmos 51:5
Se apartaron los impíos desde la matriz; Se descarriaron hablando mentira desde que nacieron. Salmos 58:3
Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Romanos 6:6
Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Romanos 7:18
El Espíritu Santo reprende a los hombres porque habiendo sido creados impasibles e inmortales a semejanza de Dios con tal de que guardaran sus mandamientos, y habiéndoles Dios concedido el honor de llamarse hijos suyos, ellos, por querer asemejarse a Adán y a Eva, se procuran a sí mismos la muerte... Queda así demostrado que a los hombres se les concede el poder ser dioses, y que a todos se da el poder ser hijos del Altísimo, y culpa suya es si son juzgados y condenados como Adán y Eva... Justino Mártir (160 d.C.).
El hombre fue creado racional, y por ello semejante a Dios, libre en sus decisiones y con un fin en sí mismo; y si alguna vez se convierte en paja y otra en trigo, es por su propia responsabilidad… Ireneo (180 d.C.)
Esta frase: «¡Cuántas veces quise recoger a tus hijos, pero tú no quisiste!» (Mt 23,37), bien descubrió la antigua ley de la libertad humana; pues Dios hizo libre al hombre, el cual, así como desde el principio tuvo alma, también gozó de libertad, a fin de que libremente pudiese acoger la Palabra de Dios, sin que éste lo forzase. Dios, en efecto, jamás se impone a la fuerza, pues en él siempre está presente el buen consejo. Por eso concede el buen consejo a todos. Tanto a los seres humanos como a los ángeles otorgó el poder de elegir - a fin de que quienes le obedecen conserven para siempre este bien como un don de Dios que ellos custodian. En cambio no se hallará ese bien en quienes le desobedecen, y por ello recibirán el justo castigo…
Si, en efecto, unos seres humanos fueran malos por naturaleza y otros por naturaleza buenos, ni éstos serían dignos de alabanza por ser buenos, ni aquéllos condenables, porque así habrían sido hechos. Pero, como todos son de la misma naturaleza, capaces de conservar y hacer el bien, y también capaces para perderlo y no obrarlo, con justicia los seres sensatos (¡cuánto más Dios!) alaban a los segundos y dan testimonio de que han decidido de manera justa y han perseverado en el bien… Ireneo (180 d.C.)
¿Cómo podrías hacerte dios, si primero no te haces un ser humano? ¿Cómo pretendes ser perfecto, si fuiste creado en el tiempo? ¿Cómo sueñas en ser inmortal, si en tu naturaleza mortal no has obedecido a tu Hacedor? Es, pues, necesario que primero observes tu orden humano, para que en seguida participes de la gloria de Dios… Ireneo (180 d.C.)
Mas, como Dios es veraz, y en cambio la serpiente es mentirosa, los efectos probaron que la muerte sería la consecuencia si ellos comían. Al mismo tiempo ellos gustaron del bocado y de la muerte; porque comieron por desobediencia, y la desobediencia produce la muerte. Por eso fueron ellos entregados a la muerte, pues se hicieron sus deudores… Ireneo (180 d.C.)
El hombre no cumplió el mandato sino que desobedeció a Dios. El ángel lo sedujo, celoso y envidioso del hombre por los numerosos dones con que Dios le había colmado. Y al persuadirle la desobediencia al mandato divino, provocó su propia ruina al mismo tiempo que hacía al hombre pecador. El ángel, convertido así en jefe y guía del pecado, fue castigado por haber ofendido a Dios, y consiguió al mismo tiempo que el hombre fuera expulsado del Jardín… Y al hombre le expulsó de su presencia, le transfirió y le hizo habitar entonces en el camino que conduce al Jardín, ya que el Jardín no admite al pecador… Ireneo (180 d.C.)
Y porque, envueltos todos en la creación originaria de Adán, hemos sido vinculados a la muerte, por causa de su desobediencia, era conveniente y justo que, por obra de la obediencia de quien se hizo hombre por nosotros, fueran rotas las [cadenas] de la muerte. Y porque la muerte reinaba sobre la carne, era preciso que fuera abolida por medio de la carne, y que el hombre fuera liberado de su opresión… Ireneo (180 d.C.).
Habiendo Dios puesto al hombre en el paraíso para que lo trabajara y lo guardara... le mandó que comiera de todos los frutos y, naturalmente, también del árbol de la vida, sólo le mandó que no comiera del árbol de la ciencia. Y Dios lo trasladó de la tierra de la que había sido creado al paraíso, para que pudiera programar, y para que, creciendo y llegando a ser perfecto y hasta declarado dios, llegara a subir al cielo, poseyendo la inmortalidad, ya que el hombre fue creado en condición intermedia, ni del todo mortal ni simplemente inmortal, sino capaz de lo uno y de lo otro... Pero por su edad Adán era todavía niño, y por eso no podía recibir la ciencia de modo debido… Además, quería probarle para ver si era obediente a su mandamiento, y quería también que permaneciera más tiempo sencillo e inocente en condición de niño… Ahora bien, si los hijos han de someterse a sus padres, mucho más a Dios, Padre del universo… Así fue la desobediencia la que hizo que el primer hombre fuera arrojado del paraíso: no es que el árbol de la ciencia tuviera nada malo, sino que como consecuencia de la desobediencia el hombre se atrajo los trabajos, el dolor, la tristeza, cayendo finalmente bajo la muerte… Teófilo (180 d.C.)
Por tanto, no lo hizo ni mortal ni inmortal, sino... capaz de una cosa y de otra: de esta suerte, si el hombre se inclina a la inmortalidad guardando el mandamiento de Dios, recibiría de él como recompensa la inmortalidad y llegaría a ser dios; pero si, desobedeciendo a Dios, se entregaba a las cosas de la muerte, él mismo sería responsable de su propia muerte. Ahora bien, lo que el hombre perdió para sí por su descuido y desobediencia, eso mismo le regala Dios ahora por su amor y misericordia, con tal de que el hombre le obedezca… Teófilo (180 d.C.)
Cuando David dice: «En pecado fui concebido, y mi madre me engendró en la iniquidad» (Sal 50, 7), habla en lenguaje profético refiriéndose a la madre Eva; pero Eva es «madre de vivientes» (Gén 3, 20), y aunque él fuera concebido en el pecado, no por ello él mismo está en pecado ni es él mismo pecado. Todo el que se convierte del pecado a la fe, se convierte de las costumbres de pecador, que son como una madre, a la vida… Clemente de Alejandría (195 d.C.)
Ni alabanza ni condenación, ni recompensa ni castigo, sería justo si el hombre no tuviera el poder de escoger [lo bueno] y evitar [lo malo], si el pecado fuera involuntario… Clemente de Alejandría (195 d.C.)
Considera, si te place, los beneficios divinos, remontándote a los comienzos. El primer hombre, cuando jugaba libremente en el paraíso, era todavía un niño pequeño de Dios. Pero cuando, sucumbiendo al placer—porque la serpiente significa el placer que se arrastra sobre el vientre, el vicio terrenal vuelto hacia la materia—se dejó seducir por la concupiscencia, el niño se hizo hombre con la desobediencia y se rebeló contra su padre, y se sintió avergonzado delante de Dios. Tal fue la fuerza del placer… Clemente de Alejandría (195 d.C.)
Estos son vuestros argumentos, que siempre andáis royendo como huesos: «Si Dios es bueno, y sabe lo que ha de suceder, y tiene poder para evitar el mal, ¿por qué toleró que el hombre, imagen y semejanza suya y aun de su misma sustancia en lo que al alma se refiere, fuese engañado por el diablo hasta el punto de que cayera en la muerte por no obedecer a la ley? Porque si Dios es bueno, no podía querer que esto sucediera; si conoce el futuro, sabía que esto tenía que suceder; si tenía poder para ello, debía haberlo evitado. De esta suerte, dadas estas tres propiedades de la majestad divina, nunca debiera haber sucedido lo que era incompatible con ellas. Por el contrario, si realmente sucedió así, es evidente que no podemos creer que Dios sea bueno, ni conocedor del futuro ni todopoderoso... el hombre fue hecho por Dios como ser libre, capaz de arbitrio y decisión propia: precisamente es en esto donde más en particular se manifiesta que el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios… Tertuliano (197 d.C.)
Definimos el alma humana como nacida del soplo de Dios, inmortal, incorpórea, de forma humana, simple en su sustancia, consciente de sí misma, capaz de seguir varios cursos, dotada de libre arbitrio, sometida a circunstancias externas, mudable en sus capacidades, racional, dominadora, capaz de adivinación y procedente de un tronco común… Tertuliano (197 d.C.)
No hay hombre a quien no se le pegue un espíritu malvado que le está acechando desde las mismas puertas del nacimiento... En el parto de todos los hombres interviene la idolatría... Por lo demás. El Apóstol tenía presente la clara palabra del Señor: «Si uno no nace del agua y del Espíritu, no entrará en el reino de Dios» (Jn 3, 5). Por tanto, toda alma ha de considerarse incluida en el estado de Adán en tanto no es incluida en el nuevo estado de Cristo. Hasta que no adquiere este nuevo estado, es inmunda, siendo objeto de ignominia en asociación con la carne… Tertuliano (197 d.C.)
Con todo, sigue habiendo el bien en el alma, a saber, aquel bien original, divino y genuino que es propiamente suyo por naturaleza. Porque lo que procede de Dios propiamente no queda destruido, sino entenebrecido, ya que, en efecto, puede ser entenebrecido, puesto que no es Dios, pero no puede ser destruido, porque procede de Dios. Tertuliano (197 d.C.)
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Libre albedrío
Nuevo nacimiento
Salvación
¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. 1 Corintios 6:9-10
He aquí el segundo precepto de la Doctrina: No matarás; no cometerás adulterio; no prostituirás a los niños, Didaché (80-140 d.C.)
El fin más inmediato del matrimonio es el de procrear hijos, aunque el fin más pleno sea el de procrear buenos hijos… Clemente de Alejandría (195 d.C.)
Porque no hay que echar la semilla sobre las piedras, ni hay que hacer ultraje al semen, que es la sustancia principal de la generación, en la que se contienen los principios racionales de la naturaleza: hacer ultraje a estos principios racionales, depositándolos irracionalmente en vasos contrarios a la naturaleza, es cosa de todo punto impía...
El matrimonio ha de tenerse por cosa legítima y bien establecida, pues el Señor quiere que los hombres se multipliquen. Pero no dice el Señor «entregaos al desenfreno», ni quiso que los hombres se entregaran al placer, como si hubieran nacido sólo para el coito. Oigamos la amonestación que nos hace el Pedagogo por boca de Ezequiel, cuando grita: «Circuncidad vuestra fornicación» (cf. Ez 43, 9; 44, 7). Hasta los animales irracionales tienen su tiempo establecido para la inseminación. Unirse con otro fin que el de engendrar hijos es hacer ultraje a la naturaleza… Clemente de Alejandría (195 d.C.)
Sea puesta en la lista sólo la viuda no menor de sesenta años, que haya sido esposa de un solo marido, que tenga testimonio de buenas obras; si ha criado hijos; si ha practicado la hospitalidad; si ha lavado los pies de los santos; si ha socorrido a los afligidos; si ha practicado toda buena obra. 1 Timoteo 5:9-10
Reciban en nombre del Señor a los apóstoles que les visitaren, en tanto permanecieren un día o dos entre ustedes: el que se quedare durante tres días, es un falso profeta. Al salir el apóstol, deben proveerle de pan para que pueda ir a la ciudad donde se dirija: si pide dinero, es un falso profeta. Si el que viniere a ustedes, fuere un pobre viajero, socórranlo cuanto puedan; pero no debe quedarse en su casa más de dos o tres días. Si quisiere permanecer entre ustedes como artista, que trabaje para comer; si no tuviese oficio ninguno, procuren según su prudencia a que no quede entre ustedes ningún cristiano ocioso. Si no quisiere hacer esto, es un negociante del cristianismo, del cual se alejarán. Didaché (80-140 d.C.)
¿Quién no admiró su piedad en Cristo, sobria y paciente? ¿Quién no proclamó su disposición magnífica a la hospitalidad? ¿Quién no los felicitó por su conocimiento perfecto y sano? Clemente de Roma (30-100 d.C.)
Por su fe y su hospitalidad Abraham fue concedido un hijo siendo anciano, y en obediencia lo ofreció a Dios en sacrificio en uno de los montes que Él le mostró… Por su hospitalidad y piedad Lot fue salvado de Sodoma, cuando todo el país de los alrededores fue juzgado por medio de fuego y azufre… Por su fe y su hospitalidad fue salvada Rahab la ramera. Porque cuando Josué hijo de Nun envió a los espías a Jericó, el rey del país averiguó que ellos habían ido a espiar su tierra, y envió a algunos hombres para que se apoderaran de ellos y después les dieran muerte. Por lo que la hospitalaria ramera los recibió y los escondió, en el terrado, bajo unos manojos de lino. Clemente de Roma (30-100 d.C.)
(Los cristianos) Se contienen de toda unión ilegítima y de toda impureza... No desprecian a la viuda, no contristan al huérfano; el que tiene, le suministra abundantemente al que no tiene. Si ven a un forastero, le acogen bajo su techo y se alegran con él como con un verdadero hermano. Porque no se llaman hermanos según la carne, sino según el alma... Arístides (125 d.C.)
Oye ahora las otras obras que se sigue de ellas: ministrar a las viudas, visitar a los huérfanos y necesitados, rescatar a los siervos de Dios en sus aflicciones, ser hospitalario (porque en la hospitalidad se ejerce la benevolencia una y otra vez) Hermas (150 d.C.)
Y de la décima montaña, en que había árboles que cobijaban a ciertas ovejas, los que creyeron son así: obispos, personas hospitalarias, que reciben alegremente en sus casas en todo tiempo a los siervos de Dios sin hipocresía. [Estos obispos] en todo tiempo sin cesar dieron albergue a los necesitados y a las viudas en sus administraciones, y se condujeron con pureza en todo momento. A [todos] éstos, pues, les dará asilo el Señor para siempre. Los que han hecho estas cosas, por consiguiente, son gloriosos a la vista de Dios, y su lugar es ahora con los ángeles si siguen hasta el fin sirviendo al Señor. Hermas (150 d.C.)
…los que nos odiábamos y matábamos, y no compartíamos el hogar con nadie de otra raza que la nuestra, por la diferencia de costumbres, ahora, después de la aparición de Cristo, vivimos juntos y rogamos por nuestros enemigos. Justino Mártir (160 d.C.)
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