Libros    Tratados    Música    Prédicas

 

Discursos sobre el avivamiento

Carlos Finney

CAPÍTULO 2

La expectativa de que vendrá el avivamiento

¿No volverás a darnos vida, para que tu pueblo se regocije en ti?

Salmo 85:6

 

Parece ser que el salmo arriba citado se escribió un poco después del regreso de los judíos de la cautividad babilonia, pues la palabra ‘volverás’ quiere decir ‘hacer otra vez’; referente, en este versículo, al avivamiento de antaño. Así que, el salmista creía que Dios había tratado muy favorablemente con su pueblo. Y mientras estaba contemplando la bondad de Dios de haberlos restaurado otra vez a la tierra prometida, mirando a los desfavorables prospectos futuros, brotó de su corazón la oración: “¿No volverás a darnos vida, para que tu pueblo se regocije en ti?” Pues Dios había reestablecido las ceremonias exteriores de su religión entre ellos, rogó a Dios que él les trajese un avivamiento interior, para que se cumpliese la obra.

 

En el primer capítulo, se explicó lo que consiste el avivamiento, lo que no consiste el mismo y los agentes que lo traen. En este capítulo, se tocarán tres puntos:

1.      Cuándo se necesita un avivamiento.

2.      La importancia del avivamiento a su debido tiempo.

3.      Cuándo se puede tener la expectativa de que vendrá el avivamiento genuino.

 

1.  ¿Cuándo se necesita un avivamiento?

1.1 Cuando hace falta el amor fraternal y la confianza cristiana entre los que profesan ser cristianos, entonces se ve claramente que se necesita un avivamiento, y debemos clamar a Dios para que él lo mande. O digamos, cuando los cristianos han caído y/o se han apartado y no tienen el amor sobrenatural entre ellos, ni la confianza los unos hacia los otros. En verdad, si están viviendo mezquinamente no son dignos de experimentar tales cosas, tampoco lo merecen, si no quieren vivir en la santidad.

Dios ama a todos los hombres. Pero, ama más a los que viven en la santidad. De igual modo, los publicanos se aman los unos a los otros. No obstante, solamente los santos pueden amarse unos a otros con el amor divino. Al ver la imagen de Cristo en su hermano, es más fácil amarle. Así que, cuando hace falta el amor divino en iglesia alguna, se precisa de un avivamiento en ella.

1.2 Cuando existen disensiones, celos o blasfemias. Tales actitudes demuestran que los “cristianos” se han apartado de Dios y que ellos deben esforzarse en buscar el avivamiento. La experiencia cristiana no puede prosperar junto con estas actitudes, y nada puede conquistarlas, sino una genuina obra de Dios.

1.3 Cuando existe un espíritu mundano en la iglesia. La conformidad al mundo en el vestuario, el adornarse, festejar, buscar placeres carnales, leer nóvelas u otros libros mundanos y “cosas semejantes” (Gálatas 5:21) manifiestan que la iglesia se ha apartado de Dios y necesita un avivamiento.

1.4 Cuando los miembros de la iglesia siguen pecando en los mismos imponentes pecados, sin poder detenerse. En tales circunstancias, la iglesia debe despertarse y levantarse, para clamar a Dios por el avivamiento. Al verse a sí mismo en tal estado—una condición miserable que le da al mundo una buena excusa para burlarse del cristianismo—la iglesia debe preguntar a Dios: ¿Qué le pasará a su gran Nombre?

1.5 Cuando existe un espíritu polémico en la iglesia o la comunidad. El espíritu del cristianismo no es un espíritu de controversia, y la verdadera religión no puede prosperar dónde éste prevalece.

1.6 Cuando los malos triunfan sobre la iglesia, vituperándola.

1.7 Cuando los pecadores andan descuidadamente, sin darse cuenta de que están rumbo al infierno. Es el deber de la iglesia, el de despertarse y darles aviso, igual que el atalaya debe anunciar el peligro que se acerca en la noche. ¿Dormir? ¿Debe dormir el atalaya, y permitir que la ciudad sea destruida? ¿Cómo se valoría tal atalaya? Sin embargo, la culpa de la iglesia que duerme mientras los pecadores a su alrededor están cayéndose dentro del fuego del infierno es igual a la de un atalaya durmiente.

 

2. La importancia del avivamiento a su debido tiempo.

2.1 Solamente un genuino avivamiento puede quitar el reproche que cubre a la iglesia y restaurar el cristianismo a un lugar de valor a los ojos del público. Sin un avivamiento, el reproche continuará encubriendo la iglesia más y más, hasta que, al fin, será vista como algo totalmente indeseable. Sin el avivamiento, muchos esfuerzos carnales pueden realizarse, aun hasta se puede ver cambios en la comunidad en algunos aspectos. Pero realmente no se hará un cambio duradero; de hecho, la condición espiritual va a empeorarse en vez de mejorarse.

Se puede construir un nuevo templo, colocar bancos muy finos, pintar todo de colores brillantes, comprar instrumentos musicales y hacer todo para atraer la carne. Así se podrá, tal vez, atraer a los inconversos e impresionarles. Pero la realidad es que todo esto no afectará cambios duraderos entre ellos. De hecho, les hace daño espiritual, engañándoles en cuanto a lo que consiste la verdadera religión. En cualquier lugar donde lo impresionante (para los ojos) ha llenado la iglesia, allí se encontrará la mundanería. La iglesia necesita despertarse y recibir un derramamiento del Espíritu Santo o el mundo va a burlarse de la iglesia, con razón.

2.2 Solamente el avivamiento genuino puede restaurar el amor divino entre los miembros de la iglesia. El avivamiento es el único remedio capaz de lograr esto. El maravilloso amor del Espíritu Santo, que se derrama sobre los santos en un avivamiento es tan fuerte que muchos dicen que no se puede expresar. Los hermanos no pueden estar llenos de este amor, sin tener mucha confianza entre sí. De igual modo, no pueden tener confianza entre sí sin haberlo experimentado. Así, cuando alguien reconoce que ha perdido la confianza hacia los otros miembros de su iglesia, debe buscar el avivamiento. Al ministro que ha perdido la confianza de los miembros de la iglesia, le toca buscarla a través del avivamiento. No es que debe buscar el avivamiento sólo para ganar la confianza, pero la verdadera confianza solamente se encuentra en el avivamiento. De igual manera, cualquier miembro de la iglesia que se percate que otro miembro está alejado de él en su corazón, debe solucionar el problema buscando el avivamiento genuino. Primero, debe revivir a sí mismo, para que el hermano alejado pueda percibir en su vida el amor divino y la imagen de Cristo. De esa manera, el espíritu de avivamiento correrá por todas partes de la iglesia, la confianza entre los miembros de ella se renovará y el amor fraternal prevalecerá otra vez.

2.3 Cuando existe el pecado en la iglesia, solamente un avivamiento puede frenar los juicios de Dios de sobrevenir a ella. ¡Piénsalo! Si el avivamiento es un milagro que a los hombres no les toca nada, y la iglesia no puede hacer nada en cuanto a producirlo (igual que ella no puede producir la lluvia), entonces sería tontería predicar que la iglesia debe arrepentirse y buscar el avivamiento para escaparse de los juicios de Dios. La verdad es que los cristianos son más responsables de no ser revividos, que los inconversos son de no ser salvos. Lo de a continuación es seguro: “si los cristianos duermen, los juicios de Dios los sobrevendrán”, de igual manera que Dios visitó a los judíos del antiguo testamento por no haber atendido a las palabras de los profetas. ¡Cuántas veces hemos visto iglesias enteras (hasta denominaciones enteras) caer en la condenación, por no haberse dado cuenta de la llamada de Dios de despertarse y orar, “¿No volverás a darnos vida, para que tu pueblo se regocije en ti?”!

2.4 Solamente un avivamiento de religión puede preservar la iglesia apóstata de la aniquilación, porque una vez emprendido ese camino a la ruina, la maquinaría humana no puede ayudar. Si tal iglesia recibe nuevos miembros, serán de la clase mundana. Sin avivamientos, los que se apartan del evangelio sumarán más que los que se acercan. De hecho, han existido iglesias en este país que tuvieron que cerrar permanentemente las puertas, debido a que no podían conseguir nuevos miembros.

Cierto ministro me contó que él había trabajado como misionero en el estado de Virginia, en el mismo distrito donde el destacado evangelista Samuel Davies había predicado. La iglesia de aquella fogosa antorcha de verdad evangélica se había reducido tanto, que ya contaba con un solo miembro varón. Aquella iglesia se enorgulleció, y como resultado fue reducida hasta casi no existir. Otra iglesia, en el estado de Pennsylvania, que anteriormente prosperaba, se negó a buscar el avivamiento. Como consecuencia, se desmenguó tanto que no había alguien para ayudar al pastor en la obra.

Tales historias serán la historia de cualquier iglesia que se niegue al avivamiento auténtico.

2.5 El avivamiento es el único recurso que la iglesia tiene disponible para prevenir el endurecimiento de los impíos. Sin avivamiento, éstos van endurecer sus corazones más y más, escuchando las predicaciones sin responder a ellas. Esto es triste, porque los mismos van a experimentar un juicio más severo que los que nunca habían escuchado el evangelio. ¡Amigo cristiano! ¡Tus hijos y amigos van a sufrir mucho más en el infierno, por haber rechazado el evangelio, si no viene un verdadero avivamiento que los convierta! Mejor será que no hubieran realizado o escuchado predicaciones, o la Biblia, o haber asistido a campañas de evangelización, etc., que haber tenido las mismas, sin el genuino avivamiento. El evangelio es “ciertamente olor de muerte para muerte” para los que no cuentan el mismo como “olor de vida para vida” (2 Corintios 2:16).

El avivamiento abre camino a la auténtica santificación, el crecimiento en gracia y la conformación a la imagen de Cristo. ¿Qué quiere decir “crecer en gracia”? ¿Es escuchar sermones y aprender unas nuevas formas de religión? ¡En ninguna manera! El cristiano que busca crecer en gracia de este modo, sin hacer nada más, está alejándose de Dios y está endureciendo su propio corazón. Además, cada semana se le hace más difícil despertarse a su deber de buscar a Dios de todo corazón.

 

3. Cuándo se puede tener la expectativa de que vendrá el genuino avivamiento

3.1 Cuando la providencia de Dios indica que el avivamiento se acerca. A veces esa indicación es tan patente que se puede decir que es una revelación de la voluntad de Dios. En tales instancias, los sucesos abren camino a favor del avivamiento tan manifiestamente que quienquiera que tenga los ojos abiertos puede ver que el avivamiento vendrá pronto: como una revelación del cielo. Esto ha ocurrido tan perceptiblemente, una y otra vez, en este país, que aun los más escépticos declaraban que Dios iba a venir para derramar su Espíritu Santo sobre la comunidad y beneficiarla con un avivamiento. Hay varias tácticas que Dios usa para declarar su voluntad a la gente: a través de señales en los eventos, el empleo, la temporada, la salud, etc. Algo peculiar y asombroso ocurre, y todos pueden reconocer que la mano de Dios está obrando.

3.2 Cuando la maldad de los impíos es tan repulsiva que los cristianos son movidos a la tristeza, la humildad y la aflicción del alma, es evidencia que el avivamiento se acerca. Parece que muchas veces la maldad alrededor de los cristianos no les molesta. Si hablan de ella, es de una manera ligera y fría, como si no hubiera esperanza para los deprimidos. Además, tienen una disposición de regañar en lugar de tener misericordia a los perdidos. No obstante, en ciertas ocasione, la conducta repugnante de los impíos les impulsa a los convertidos a orar, ablandándoles y causándoles mucha tristeza; de tal manera que lloran todo el día, suplicando a Dios para la salvación de los incrédulos, en vez de regañarles. Cuando sucede esto, es que ¡el avivamiento viene! De hecho, ya ha llegado.

A veces los infieles se opondrán a la religión. Pero en lugar de desanimar a los hermanos, estos se levantarán y empezarán a orar, clamando a Dios. Y, cuando sucede esto es claro que el avivamiento viene. El hecho de que la maldad prevalece en una comunidad no es señal que el avivamiento no puede entrar allí. De hecho, muchas veces, ésta es señal que Dios quiere empezar una obra en aquel lugar. "Porque vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu de Jehová levantará bandera contra él” (Isaías 59:19). Por esto, se puede discernir que el avivamiento se acerca, ¡a razón de que el diablo está levantando la oposición!

Sin variación, siempre se verá uno de dos resultados cuando el diablo trata de estorbar el mover de Dios: o promoverá a los cristianos a buscar Dios más seriamente, o los empujará a las maniobras carnales, que solamente pueden molestar la obra redentora. Si los cristianos no se sienten con nada de esperanza, sino en Dios, y si queda algo de preocupación por las almas perdidas a su alrededor, las circunstancias inquietantes que el enemigo ha iniciado les impulsarán al avivamiento. Entonces, deja a Satanás enojarse—¡solamente provocará a los cristianos a buscar a Dios, orando! De este modo, el diablo no puede parar el avivamiento. He visto el avivamiento derribar los designios del enemigo en un ratito, causando a los antagonistas (fueran demonios o humanos, no importaba) irse huyendo, y a veces ¡hasta los líderes de la oposición se han convertido!

3.3 Se puede tener la expectativa de que vendrá el avivamiento cuando los cristianos poseen el espíritu de oración para el mismo. O sea, cuando oran como si el avivamiento es lo único que desean. Aunque los cristianos oren con fervor, esto no quiere decir que realmente oren correctamente. A veces oran por el avivamiento en su comunidad, mientras sus mentes están pensando en otros asuntos, aunque sea algo deseable—por ejemplo, la salvación de los perdidos en tierras lejanas.

Sin embargo, cuando se sienten en la gran necesidad de tener el avivamiento, los hermanos empezarán a orar como locos. Al considerar que sus parientes y amigos están rumbos al infierno—para la eternidad—las oraciones llegan a tener otro tono. ¿En qué consiste el “espíritu de oración”? ¿De la mucha palabrería y de voces levantadas? ¡En ninguna manera! El espíritu de oración tiene que ver con el estado del corazón: es el estado de deseo incesante y la ansiedad anhelante, el cual agoniza por la salvación de los pecadores. De hecho, es una pesadez de alma de la misma clase que llevan muchos, afanándose por lo material. Pero al cristiano que lleva el interés por los perdidos, le es de la clase espiritual. Tan absorto está en este deseo de redención, que les parece a otros que está cargado de algo en su mente. Todo el día y toda la noche la salvación de almas ocupa los pensamientos de él. Por supuesto, duerme y trabaja como se necesita, pero siempre, como pueda, está rogando a Dios en su espíritu que venga el avivamiento. La oración de “¡Oh Señor! ¡Aviva tu obra!” fluye de su corazón continuamente. Esto es el verdadero “Orad sin cesar” (1 Te. 5:17).

A veces la carga es tan pesada, que ni siquiera pueden sentarse o ponerse de pie los que la llevan. Conozco a hombres en este mismo Estado (Nueva York) que son hombres de firmes nervios, buen carácter y excelente reputación, quienes han sido tan apretados con la carga de almas perdidas, que padecieron tales tiempos de debilidad corporal. Sin embargo, las emociones no siempre son tan fuertes en los intercesores, pero sí, ocurren más frecuentemente de lo que muchos piensan. Durante los avivamientos del año 1826, fueron muy comunes.

Algunos cuentan tal acontecimiento como “el entusiasmo”. No obstante, ése es exactamente lo que había ocurrido a Pablo en Gálatas 4:19: “Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros…” Ésta es la agonía que demanda, como lo exigió Jacob, “No te dejaré, si no me bendices” (Ge. 32:26).

Con todo, el espíritu de oración se basa en este profundo, continuo, y celoso anhelo para la salvación de los pecadores. Y cuando ya ha empezado esa clase de oración intercesora, se puede decir que el genuino avivamiento ya ha brotado. Y a menos que el Espíritu Santo sea contristado (Ef. 4:30), los que oran así recibirán un avivamiento personal, y los inconversos alrededor de ellos serán tocados en sus corazones; ¡resultando en la conversión de algunos de ellos! La ansiedad y la angustia de ellos aumentarán, hasta que el avivamiento comience a obrar en ellos. ¡Aleluya!

Un cierto ministro me contó de un avivamiento que ocurrió en su comunidad. Ése comenzó con una celosa y dedicada mujer de su iglesia. Ella empezó a sentir una carga por los pecadores vecinos, y esto le impulsó a la oración. Pero cuanto más oraba, más pesada su carga que la apenaba; hasta que por fin fue a ese ministro, pidiéndole que se hiciesen cultos especiales para los inconversos.

El ministro no le hizo caso, juzgando que ella estaba descarriada. Pero, tan convencida estaba ella de que la gente vendría a esos cultos, que no temía pedir al ministro otra vez que él lo hiciese. Ella sentía que el avivamiento se acercaba y Dios derramaría a u Espíritu Santo en ellos.

Otra vez el ministro no le hizo caso a ella. Por fin, ella le dijo:

—¡Si usted no hace cultos por los inconversos, voy a morir! Porque vamos a ver el avivamiento.

El siguiente domingo ese ministro señaló una reunión especial e invitó a quienquiera que quería hablar acerca de la salvación de su alma que viniera. Bueno, a ese ministro no se había percatado para nada de que alguien lo deseaba; solamente dio la noticia por razón del ruego de esa mujer. Sin embargo, llegando al culto señalado, ¡se maravilló al ver que muchos buscadores se habían reunido allí!

¿Crees tú, ya, que esa mujer sabía que el avivamiento se acercaba? A mí me parece que el Espíritu de Dios le reveló a ella del propósito de Dios. “El secreto del Señor” [la versión RVR 1960 dice “la íntima comunión”] era con ella (Salmo 25:14), y ella lo reconoció. Había estado tan cerca de Dios, que su presencia sobreabundó en ella, rebosando.

A veces tal pesadez les ha sobrevenido a ministros, tanto que, igual que la mujer arriba mencionada, ellos pensaban que no podían vivir más si el avivamiento no venía. A Dios, no le importa quién sea que ora, implorando que venga el avivamiento, él solamente busca a una persona que sostiene el espíritu de la oración intercesora, prevaleciendo en ella hasta que el avivamiento venga.

El primer rayo de luz que resplandeció en las tinieblas que posaban sobre las iglesias del Condado Oneida (ubicado en el Estado de Nueva York), en el otoño del año 1825, apareció desde una mujer enferma. Ella nunca había visto de primera vista un avivamiento de gran magnitud, pero su alma empezó a sentir la carga por los perdidos. Luego, comenzó a agonizar por ellos. De hecho, ella misma no entendía lo que pasaba consigo, sin embargo se entregó a la oración más y más, hasta que le pareció que la agonía que sentía destruiría su cuerpo. Pero, con el tiempo, persistiendo en la oración, el gozo le llenó, y ella exclamó en voz alta:

—¡Dios ha llegado! ¡Dios ha llegado! ¡No hay duda alguna, la obra ya ha comenzado y está extendiéndose sobre toda esta región!

Así el avivamiento brotó en su propio hogar, y casi toda su familia se convirtió. Luego, el fuego pasó a toda la comunidad y a la región alrededor.

Ahora, ¿piensas tú que esa mujer fue decepcionada? No creo. La verdad es que ella había prevalecido con Dios en la oración. Había sufrido en dar a la luz a las almas, y ella lo entendió y podía regocijarse en el mismo. El avivamiento llegó a la región a través de esa mujer, junto con otras personas que experimentaron cosas semejantes. Estoy compartiendo solamente la historia de ella, pero había otras similares.

Por lo general, hay muy pocos que profesan ser cristianos que realmente conocen esa clase de oración prevaleciente. Me maravillo que hay tantas historias acerca del avivamiento, de las cuales parece que nadie entiende de dónde vinieron—como si los avivamientos ocurrieran sin causa. En ciertas de estas historias del “avivamiento sin causa”, yo he indagado las circunstancias, queriendo saber el cómo y el porqué de ellas. Escúchame, por favor. Si tú quieres saber porqué Dios ha derramado a su Espíritu sobre una iglesia u otra que ha experimentado un genuino avivamiento, busca entre los miembros de ella por alguien que, probablemente, no es muy reconocido, y siempre hallarás a una persona que ha estado orando, agonizando, por la salvación de almas. Aquella persona había de continuar en esa intercesión hasta que se vieron resultados. Puede ser que el ministro y los otros miembros de la iglesia estaban dormidos, y de repente tuvieron que darse cuenta de que la presencia de Dios estaba moviéndose entre ellos poderosamente. Pero siempre vas a hallar que en los avivamientos había por lo menos una persona que superó en la oración, hasta que la bendición cayó sobre la iglesia.

Normalmente, el avivamiento se esparce a la misma extensión que hubiera extendido el espíritu de oración intercesora. Pero no voy a hablar más sobre el tema de la oración, pues quiero tocarlo más ampliamente en otro capítulo.

3.4 Otra señal de que el avivamiento se acerca es que los ministros se empeñarán en él y en la conversión de almas. Me parece que muchos de los esfuerzos de los ministros están en otros asuntos, y predican y laboran sin preocuparse de la salvación de las personas. No hay esperanza de que venga el avivamiento dónde tales predicaciones se dan. El avivamiento no se producirá hasta que alguien se esfuerce en él. Cuando esto sucede, y el predicador está deseoso de revivir a la congregación… ¡prepárate para la venida de un movimiento de Dios!

Como se explicó en el capítulo anterior, cuando las leyes del avivamiento se ponen en práctica, se producirá exactamente en la misma manera que las semillas producen cosechas. Yo creo que, poniendo por obra las leyes del avivamiento, la cosecha de almas es más segura que la cosecha de los sembrados. Así creo porque lo espiritual es mucho más importante que lo físico, y Dios lo entiende.

Averiguando la historia de la iglesia y lo que dice la Biblia, se hallará que había menos fracasos en las cosechas espirituales que en las naturales, si las leyes de esas se aplicaban fielmente. El porqué de esto es el de que existen en la naturaleza otras influencias que la sola ley de sembrar y cosechar. Por ejemplo, un agricultor puede sembrar trigo. Pero si no vienen las lluvias, no va a nacer. O, quizás, sí nace, pero una tempestad lo arruina todo. Asimismo, en los negocios, se pueden ocurrir incidentes fuera del control del negociante. Pero en lo espiritual, no existe tanto de lo contraproducente. A razón de esto, se ven menos fracasos en los esfuerzos para el avivamiento. ¡Lo que hace falta es que muy pocos se esfuerzan en él! Dios ha puesto en marcha las leyes del avivamiento, y no se puede cambiar o negarlas.

El gran avivamiento que ocurrió en Rochester [Nueva York] comenzó entre circunstancias muy desventajosas. Parecía que Satanás había interpuesto todo los obstáculos posibles. Entre las tres iglesias de esa ciudad había muchos pleitos (Gálatas 5:20). Además, una no tenía ministro y otra estaba al punto de botar al suyo. En adición, un anciano de la tercera acusaba al pastor de la otra de no andar justamente, y en una semana ésta acusación se trataría ante el presbiterio.

Un poco después de la llegada del avivamiento, una de las iglesias reventó. Y, la otra despidió a su ministro. Y, la tercera casi despedazó también. Tantas ocurrencias desanimadoras, según apariencias, fueron del diablo, con designios de distraer la atención de la gente del avivamiento. Sin embargo, había unas cuantas personas que seguían orando con el espíritu de oración intercesora, y esto nos dio coraje para seguir adelante en la obra. Mientras más Satanás se oponía al avivamiento, más el Señor “levantaba la bandera”, hasta que al final la obra redentora venció.

3.5 Otra señal de que el avivamiento se acerca es la de la confesión del pecado entre los hermanos. Cuando no hay avivamiento, sí confiesan sus pecados, pero de manera media seria. Quizás confiesan sus pecados con palabras elocuentes, pero eso no hace nada. No obstante, cuando lo hacen con espíritu quebrantado, la gloria del Señor descenderá y se verá una obra salvadora entre ellos.

3.6 Vendrá el avivamiento cuando los cristianos se alisten para hacer los sacrificios que son necesarios para abrir camino a la obra del Espíritu. Es imprescindible que ellos estén listos a sacrificar sus negocios, su tiempo y sus propios deseos para adelantar la obra. En especial, los ministros deben prepararse, ofreciendo sus vidas como “sacrificios vivos” (Romanos 12:1). A los impenitentes, se precisa el estar pronto de hablarles la verdad, aunque posiblemente algunos se van a ofender y alejarse de la iglesia. Al ministro, le toca seguir adelante, sabiendo que a todos no les van a gustar el avivamiento. De hecho, el ministro tiene que estar dispuesto a recibir la persecución, aun hasta estar botado de la iglesia por los miembros mundanos. Solamente le toca a él seguir adelante, dejando los resultados en las manos de Dios.

Conozco a cierto ministro que tenía por ayudante a un joven que predicaba bien claro sobre los precios del avivamiento. A razón de esto, a los impenitentes no les gustaba ese evangelista joven. Dijeron:

—A nosotros, nos gusta nuestro ministro y queremos que él predique, no ese joven. —Se quejaron tanto, que el ministro le dijo al joven:

—El señor A., quien me regala dinero para mi subsistencia, me ha dicho así y así. El señor B. me ha contado otras cosas. Y el señor C. más. Todos ellos piensan que si tú sigues predicando, la iglesia va a despedazarse. Por esto, creo que tú debes dejar de predicar.

Así, el joven se fue de esa iglesia. Y el Espíritu Santo también salió de ella, terminando el avivamiento. Aquel ministro, por haberse dado a favor de los miembros mundanos, ahuyentó al joven. Amaba lo material más que lo espiritual, y pues pensaba que el joven iba a separarle de su ganancia, mandó al joven: exactamente como el diablo quería. Por supuesto, como consecuencia, las cosas no anduvieron bien para esa iglesia de ahí en adelante.

Igual al ministro, los miembros tienen que estar listos a sacrificar todo para que venga el avivamiento. No sirve decir “Estamos listos a asistir solamente unas cuantas reuniones. ¡No queremos más!” Tampoco sirve decir “Sí, queremos el avivamiento. Pero solamente si éste no va a incomodarnos en cuanto a nuestros negocios y trabajos.” ¡Tales personas nunca experimentar el avivamiento, hasta que estén dispuestos a sacrificar todo al Señor! Los negociantes tienen que estar listos a cerrar sus puestos de venta por seis meses, si Dios lo requiere. No digo que tienen que hacerlo, sólo digo que se precisa de tal voluntad. ¿Qué es mejor—cerrar las puestas por seis meses, o verlas quemadas por un Dios celoso? A mí, me gustaría ver un avivamiento tan fuerte que cada negociante en Nueva York cerraría sus puestos de venta hasta que venga la primavera, dedicando su tiempo a la evangelización.

3.7 Se puede tener la expectativa de que venga el avivamiento cuando los hermanos (en especial los ministros) estén dispuestos a dejar el manejo de éste en las manos de Dios. Hay ministros que no quieren el avivamiento, a menos que ellos mismos puedan manejarlo, o por lo menos pueden recibir algo de la gloria. No quieren que otros predicadores vengan; dicen que ellos van a permitir a Dios traer el avivamiento a su tiempo. Esto se puede traducir que Dios tiene que mandar el avivamiento a través de los métodos y personas que ellos mismos quieren.

Tales hombres van a dormir sin el avivamiento, hasta que se toque la trompeta final—a menos que se humillen, permitiéndole a Dios usar a quienquiera y cómo quiera.

3.8 De hecho, tengo que decir que cuando los siete puntos anteriores se ven, el avivamiento ya ha comenzado.

Debemos desear el avivamiento en cualquier momento en que nos damos cuenta de su necesidad. Si se percata de la frialdad y mundanería entre los hermanos, nos toca buscar el avivamiento. Y si es nuestro deber buscarlo, queda patente que es alcanzable, pues Dios no demanda de su pueblo lo imposible.

Primeramente, debemos reavivar nuestra propia relación con Dios, luego, confiando en la promesa de Cristo de estar a nuestro lado en cualquier lugar y circunstancia, nos toca reavivar a los hermanos y salvar a los pecadores— ¡con la expectativa de buen éxito!

Así que, cuando los siete puntos anteriores se ven obrando, los hermanos deben animarse, sabiendo que un avivamiento ya ha comenzado. ¡Les toca apoyar y respaldarlo!

 

Comentarios

1. Hermanos, se puede discernir si hay necesidad de un avivamiento entre ustedes o no. De igual modo, se puede percibir si éste va a ocurrir o no. Ancianos, hombres, mujeres, cualquier y quienquiera: ¿Qué dices? ¿Necesitas tú un avivamiento? ¿Tienes la expectativa de que vendrá? No hay que fingir la ignorancia; puedes saber si te hace falta el avivamiento y si tú lo quieres o no.

2. Queda patente el porqué a ti no te ha venido el avivamiento: es porque no lo quieres. No has estado orando, buscándolo anhelantemente. Apelo a sus conciencias. ¿Están esforzándose en promover el avivamiento? Ustedes saben la verdad. ¿Puede alguno de ustedes ponerse de pie y testificar que ha clamado a Dios, diciendo, “¿No volverás a darnos vida, para que tu pueblo se regocije en ti?”, y se ha arrepentido de cada pecado en su vida, pero Dios no le hizo caso?

 

¿Quieres el avivamiento? ¿Vas a experimentarlo? Si Dios te preguntará en este momento, con voz audible, “¿Quieres el avivamiento?”, ¿realmente le contestarías “¡Sí!”?

Y si volvería a preguntarte, “¿Estás listo a sacrificarme todo?”, ¿le responderías “¡Sí!”?

Y, “¿Cuándo quieres empezar?”

¿Dirías, “¡Ahora mismo! ¡Empieza en mi corazón!”?

¿Así responderías a Dios, si él te hiciera estas preguntas?