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Discursos sobre el avivamiento Carlos Finney CAPÍTULO 4El corazón apóstata“De sus caminos será hastiado el necio de corazón.” Proverbios 14.14
No puedo concluir este grupo de discursos sin advertir a los convertidos sobre el volver atrás. Al hablar de este asunto, aclararé: 1. Qué no es el apostatar de corazón. 2. Qué es el apostatar de corazón. 3. Cuáles son las evidencias de un corazón apóstata. 4. Cuáles son las consecuencias de un corazón apóstata. 5. Cómo recuperarse de esta condición.
1. Qué no es el apostatar de corazón.1.1 No consiste en el disminuir de las emociones religiosas muy excitadas. Esto sí puede ser una evidencia de un corazón apóstata, pero el apartarse de Dios no consiste solamente en que las emociones religiosas se enfríen.
2. Qué es el apostatar de corazón.2.1 Consiste en el tomar para ti mismo otra vez tu consagración a Dios y su servicio, la cual es una parte necesaria de la conversión verdadera. 2.2 Es el dejar, por parte del cristiano, su primer amor. 2.3 Consiste en el apartarse, de un cristiano, del estado de consagración completa y total a Dios, en la cual consiste el verdadero cristianismo, y entonces rendirse bajo el control de un espíritu egoísta. 2.4 El versículo arriba citado implica que puede haber un corazón apóstata, aunque existe una forma de religión y de obediencia. Pues sabemos, por la observación, que los hombres pueden hacer los mismos deberes (o por lo menos, similares) por muy diversos motivos. Queda patente que los hombres pueden mantener todas las formas exteriores y las apariencias de religión cuando, en verdad, son apóstatas de corazón. No existe duda alguna que el más intenso egoísmo toma, a veces, una apariencia religiosa, y que hay muchas rutinas que el apóstata de corazón puede actuar para mantener sus formas religiosas, mientras que realmente se ha perdido el poder de la piedad en su alma.
3. Cuáles son las evidencias de un corazón apóstata.3.1 El formalismo en los deberes religiosos. Se manifiesta un obvio formalismo en el hablar y el hacer, lo que es claramente el resultado de un hábito, y no del rebosar de la vida religiosa. Este formalismo será sin emociones y frío como una montaña de hielo, y se mostrará una falta de ardiente celo en su cumplimiento de los deberes religiosos. En las oraciones y deberes religiosos, el corazón apóstata tal vez ora, alaba, confiesa y da las gracias con los labios, para que todos le oigan, pero de tal modo que no se puede mover a nadie a sentir sinceridad. Tal formalismo no se puede continuar donde existan una fe, un amor y un celo vivos y auténticos. 3.2 Una falta de placer religioso revela un corazón apóstata. Siempre nos gozamos de hablar y hacer las cosas que les encantan a los que amamos más; y además, si el corazón no es apóstata, la comunión con Dios es mantenida a diaria. Por esto, los deberes religiosos son cumplidos con gusto, y la comunión con Dios, la cual es parte de estos deberes, produce un continuo placer. Si no nos gusta el servicio de Dios, es porque no le servimos en verdad. Si le amamos supremamente, es imposible que no vayamos a gustar de su servicio en cada paso. Acuérdate siempre, entonces, que cuando pierdas tu placer religioso, o sea el placer en el servir a Dios, no estás sirviéndole correctamente. 3.3 La esclavitud religiosa es otra evidencia de un corazón apóstata. Dios no tiene esclavos. Tampoco recibe el servicio de esclavos quienes le sirven porque tienen que hacerlo (en lugar de escoger con el libre albedrío). Él no acepta nada menos que el servicio de amor. Un corazón apóstata encuentra sus deberes religiosos como una carga. Tal persona ha prometido servir a Dios, pero tiene miedo de dejar por completo la formalidad de su servicio a Dios, y trata de cumplir sus deberes mientras que no existe en sí un corazón de oración, de adoración y de alabanza en el lugar secreto. Tampoco tiene gusto de los ejercicios religiosos, los cuales son espontáneos y hechos con agrado por los en que existe un verdadero amor hacia Dios. El apóstata de corazón es muchas veces como una esposa obligada sin amor. Él trata de cumplir sus deberes para su marido, pero falta siempre, porque no le ama a él. Sus deseos de agradecerle a él son obligados, no el fruto de un corazón amoroso y espontáneo, y su relación con él y sus deberes se hacen una carga para ella. Ella anda quejándose de la carga que tiene sobre sí, y muchas veces desanima a las jóvenes que quieren casarse. Su promesa es ‘hasta la muerte’, y por esto tiene que hacer los deberes de una vida casada, pero, ¡Oh! ¡Significa tanta esclavitud! Y la esclavitud religiosa es igual. El apóstata de corazón tiene que hacer su deber. Arrastra sus pies para hacerlo y le oirás cantando los himnos de los apóstatas de corazón: “...para mí, es difícil obedecer, Y más difícil amar.” 3.4 Una ira incontrolable. Mientras que el corazón está lleno de amor, la disposición por naturaleza será dulce y controlada, o por lo menos, el albedrío la controlará y no la dejará escaparse en abuso afrentoso. Si tal vez se escapara la ira del control del albedrío en forma de palabras odiosas, pronto será controlado y en ninguna manera será permitido el perturbar a otros. Un corazón amoroso confesará y se quebrantará cuando la ira brotara. Entonces, donde una ira irritable e incontrolable se muestra hacia otras, sabemos que hay un corazón apóstata. 3.5 Un espíritu sin amor es evidencia de un corazón apóstata. O sea, una deficiencia en aquella actitud que atribuye los mejores motivos razonables sobre la conducta de los demás: o sea, una falta de confianza en las buenas intenciones y confesiones de otros. Por naturaleza damos fe a las confesiones de los que amamos. Por naturaleza les atribuimos motivos rectos y las mejores intenciones a sus palabras y hechos. Donde haya falta de este amor, hay evidencia conclusiva de un corazón apóstata. 3.6 Un espíritu crítico es evidencia conclusiva de un corazón apóstata. Éste es un espíritu que busca las faltas en otros y pone a la prueba los motivos de otros, cuando su conducta muestra ser buena. Es una disposición que echa la culpa sobre otros, y les juzga duramente. Es un espíritu de desconfianza del carácter cristiano y del testimonio en otros cristianos. Es un estado de mente que se revela por juicios fuertes, dichos gravosos y la manifestación de sentimientos de incomodidad hacia las personas. Este estado de mente es absolutamente incompatible con un corazón amable, y cuando un espíritu crítico es manifestado por uno que profesa ser cristiano, podemos saber que hay un corazón apóstata. 3.7 Una falta de deseo de estudiar la palabra de Dios también es evidencia de un corazón apóstata. Quizás nada muestra más claramente que una persona tenga un corazón apóstata que la pérdida de deseos de estudiar la Biblia. Mientras que el corazón está lleno de amor, no hay ningún libro tan precioso como la Biblia. Pero cuando se fugue el amor, pierde su interés en la Biblia o hasta la repugna. No queda la fe para aceptar las promesas de ella, pero sí queda bastante convicción para temer sus amenazas. Pero, en lo general, el apóstata de corazón se muestra indiferente hacia la Biblia. No la lee mucho, y cuando lo hace, no tiene suficiente interés para pretenderse comprendarla. Como resultado, sus páginas se hacen oscuras e ininteresantes, y por esto es descuidada. 3.8 Una falta de la oración privada es evidencia de un corazón apóstata. ¡Cristiano joven! Si te encuentras perdiendo tu interés en la Biblia y en la oración privada, detente inmediatamente y vuélvete a Dios; y no descanses hasta que te encante la luz de su presencia. Si te sientes sin interés en orar o leer la Biblia, o si cuando oras o lees la Biblia no pones tu corazón en el hacerlo o no hay placer; o si acortas el tiempo cuando lo haces, o si eres tentado a dejarlo por entero; o si tus afecciones y emociones andan por acá y allá, y tus deberes en el aposento se hacen una carga; puedes saber que eres apóstata en tu corazón y tu primera ocupación debe ser quebrantarte y asegurarte que tu amor y tu celo sean revividos. 3.9 Una falta de interés en la conversión de almas y en el tratar de hacer avivamientos de salvación. Esto, por supuesto, revela un corazón apóstata. No hay nada en que el corazón lleno de amor se ocupe más que en la conversión de almas en avivamientos religiosos y esfuerzos a fin de producirlos. 3.10 Una falta de interés en relatos publicados de avivamientos es también una evidencia de un corazón apóstata. Mientras que uno retenga su interés en la conversión de almas y en avivamientos, por supuesto va interesarse en relatos de avivamientos en lugares ajenas. Si no sientes interés en tales relatos, queda evidente que eres apóstata de corazón. 3.11 Lo mismo es verdad tocante a las misiones y el trabajo relacionado con ellas. Si pierdes tu interés en la obra y en la conversión de los incrédulos, y no te agrada leer y oír sobre los sucesos de las misiones, puedes saber que eres apóstata de corazón. 3.12 La pérdida de interés en ayudas benévolas es una evidencia de un corazón apóstata. Yo digo la pérdida de interés, porque seguramente si eras convertido a Cristo tenías un interés en toda obra de ayuda benévola que viniera a tu conocimiento. Es claro que un alma convertida tiene mucho interés en todo esfuerzo para cambiar y salvar la humanidad y tiene interés en un gobierno bueno, en la educación cristiana, en la causa de la templanza, en la abolición de la esclavitud, en caridades para los pobres; resumiendo, en toda palabra y obra buena. Y en la medida que hayas perdido interés en estos, tú has vuelto atrás en tu corazón. 3.13 La pérdida de interés en conversaciones verdaderamente espirituales es otra evidencia de un corazón apóstata: “Porque de la abundancia del corazón habla la boca.” Esto anunció nuestro Señor Jesucristo como la ley de nuestra naturaleza humana. Ninguna conversación es tan dulce a un corazón verdaderamente amoroso como la de Cristo y la viva experiencia cristiana. Si te encuentras perdiendo interés en el hablar de la religión del corazón, y de las experiencias varias y maravillosas de cristianos, entonces sabes que has caído del amor verdadero de Dios si lo tuviste antes y eres apóstata en corazón. 3.14 Una pérdida de interés en el hablar y el relacionarse con gente de profunda espiritualidad es otra evidencia de un corazón apóstata. Nos encanta relacionarnos con aquellos que tienen su mayor interés en las cosas que son preciosas a nosotros mismos. Por esto, el corazón cristiano lleno de amor siempre busca relacionarse con los que tengan una mente espiritual y cuyas conversaciones sean más evangélicas y espirituales. Si te encuentras faltando en este punto, bien claro es que eres apóstata de corazón. 3.15 La pérdida de interés en la santificación es una evidencia de un corazón apóstata. Otra vez digo la pérdida de interés, porque si conocías el amor de Dios, seguramente tenías gran interés en la consagración completa a Dios o de la santificación entera. Si eras cristiano, sentías que el pecado era una abominación para tu alma, y tenías deseos inexpresables de dejarlo para siempre; y cualquiera cosa que pudiera aclarar este muy importante asunto atraía mucho de tu interés. Si este asunto se puso de lado en tu vida, y ya no te interesas en él, es porque eres apóstata de corazón. 3.16 La pérdida de interés en los recién convertidos es también una evidencia de un corazón apóstata. El autor de algunos de los salmos dice: “Los que te temen me verán, y se alegrarán, porque en tu palabra he esperado” (Salmos 119:74). Esto se pone en la boca de un convertido, y ¿quién no sabe que es la verdad? Se puede decir con certanza que hay gozo delante de los ángeles de Dios sobre un pecador que se arrepiente, y ¿no hay gozo entre los santos en la tierra sobre los que vinieron a Cristo y son bebés recién nacidos en el reino de Dios? Muéstrame uno que profesa ser cristiano, quien a la vez no manifieste un interés absorto en los convertidos a Cristo, y te mostraré uno apóstata de corazón y también hipócrita. Él dice que ha experimentado la salvación, pero en verdad no la conoce. 3.17 Otra evidencia de un corazón apóstata es la falta de amor hacia a los otros que se dicen que son convertidos. El amor “todo lo espera, todo lo soporta” y es bien listo a juzgar con amistad y favor a los que se dicen que son convertidos a Cristo. También los cuidará con interés, orará por ellos, los instruirá y tendrá tanta confianza en ellos como es razonable tener. Una actitud de criticarlos, censurarlos y dudar de ellos es evidencia de un corazón apóstata. 3.18 La falta de un espíritu de oración es evidencia de un corazón apóstata. Mientras que el amor de Cristo está robusto en el alma, el Espíritu de Cristo que mora adentro se revelará como el espíritu de gracia y suplicación. Él pondrá grandes deseos en el alma para la salvación de pecadores y la perfección de los santos. Muchas veces, el alma renacida hará intercesiones por las cosas que son de acuerdo a la voluntad de Dios, con intensos deseos, con fuertes llantos mezclados con lágrimas y con gemidos que no se pueden expresar por palabras humanas. Como dice Pablo en Las Escrituras de Romanos 8:26-27, “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.” Si el espíritu de la oración se fue de una persona, es indicio seguro de un corazón apóstata, porque mientras el primer amor de un cristiano siga vivo, seguramente será instruido por el Espíritu Santo a luchar mucho en oración. 3.19 Un corazón apóstata muchas veces se revela por su manera de orar. Por ejemplo, el orar como si estaba en un estado de condenación, o como que era un pecador convicto, es evidencia de un corazón apóstata. Esta persona revelará la verdad de que no tiene paz con Dios. Sus confesiones y acusaciones de sí mismo mostrarán a otros que no se acepta a sí mismo. Su manera de orar revelará que no tiene comunión con Dios, y que, en lugar de ser llena de fe y amor, se revelará que él es más o menos convicto de pecado y sabe que no está en un estado de aceptación con Dios. Por naturaleza, va a orar más como un pecador convicto que como un cristiano. Se mostrará por medio de su oración que no está en un estado de libertad cristiana—sino tiene una experiencia de Romanos capítulo 7 y no del capítulo 8. 3.20 Un corazón apóstata se mostrará por el orar casi totalmente por sí mismo y por sus amigos que son contados como parte de él mismo. Muchas veces me sorprendía mucho asistiendo a una reunión de oración conformada por los apóstatas de corazón. Siento pena al decir que muchas reuniones de oración están compuestas de tales personas. Sus oraciones son tímidas, vacilantes exponen la realidad de que ellos tienen poco o nada de fe. En vez de rodear el trono de gracia y derramar sus corazones para la bendición de los que están cerca de ellos, tienen que esforzarse para hacer sus deberes, y tienen que “llevar sus cruces” para orar. Sus corazones no rebosan en espontaneidad en la oración, ni pueden hacerlo. Tienen poco interés en otros, y cuando (como dicen ellos) “llevan su cruz” y hacen su “deber” para orar, se observa que oran como un grupo de pecadores convictos; casi totalmente por sí mismos. Oran por lo que, si la obtuvieran, sería salvación; como un pecador convicto ora para un nuevo corazón. Y el orar así manifiesta que ellos no lo tienen en su presente estado consciente. Si a ellos se les pide orar por la conversión de pecadores, lo olvidarán por completo, o lo mencionarán de tal manera que se ve que no sienten en sus corazones el orar por otros. Yo conocía padres de familia que profesaban ser cristianos, quienes tenían tal estado mental que no tenían ganas de orar por la conversión de sus hijos, aunque estos hijos estaban bajo la convicción de Dios. Estas personas continuaron las oraciones familiares y asistieron a las reuniones de oración cada semana, pero nunca salieron de la rutina del orar, vez tras vez, por sí mismos. Hace pocos años, yo estaba trabajando en una campaña de avivamiento en una iglesia presbiteriana. Al fin del sermón de la noche, percibí que la hija de uno de los ancianos de la iglesia estaba en gran aflicción mental. Observé que sus convicciones eran muy profundas. Teníamos una reunión con los buscadores en un cuarto privado, y recién había despedido a los buscadores cuando vino esta joven, en gran agitación, y me pidió que orase por ella. La mayoría de la gente se había ido, pero unos pocos se quedaron en la iglesia, esperando a sus amigos que asistían la reunión de buscadores. Llamé al padre de la joven, para que entrase al cuarto privado con nosotros y pudiese ver el ansioso estado mental de su hija. Después de charlar con ella un ratito en la presencia de su papá, le pedí a él que orase por ella, diciéndole que yo seguiría después. También, le exhorté a ella a rendir su corazón a Cristo. Todos nos arrodillamos, y él pasó por su oración, arrodillado al lado de su hija que lloraba, sin mencionar su caso. Su oración reveló que él no tenía más salvación que ella, y que tenía el mismo estado mental de ella—estaba bajo un sentimiento de condenación. Sostuvo una apariencia de religión. Como anciano de la iglesia, estaba obligado a sostener apariencias. Pero, había ido una y otra vez sobre la rueda de andar de sus deberes, mientras que su corazón era completamente apóstata. Muchas veces casi da asco asistir a un culto de oración de los apóstatas de corazones. Dan vueltas vez tras vez, uno después del otro, en realidad orando por su propia conversión. No lo confiesan así, pero esto es la realidad de su oración. No pueden declararlo mejor que son apóstatas de corazones, aunque den cada uno de ellos un juramento que no es así. 3.21 Ausentarse de las reuniones de oraciones por razones insignificantes es clara indicación de un corazón apóstata. No hay reunión más interesante para el cristiano despierto que la reunión de oración. Mientras que tenga motivación en su corazón para orar, no va a ausentarse de éstas, a menos que sea prevenido por un acto de Dios. Si una llamada de un amigo a la hora de la reunión le impide asistir, y esta llamada no es muy importante, es fuerte evidencia que no quiere asistir, y por esto sabemos que es apóstata de corazón. Una llamada de tal hora no impediría la asistencia a una boda, una fiesta, una partida de campo o un discurso de entretenimiento. La verdad es que es hipocresía fingir que existe voluntad de asistir a las reuniones de oración, mientras pudiera ser impedido por tales razones. Si fuera un lugar que tenía ganas de visitar, entonces diría, “Ya estoy saliendo a pasear” o “Ya estoy yendo a tal lugar”, y habría ido. 3.22 Lo mismo es verdad en cuanto a la negligencia de las oraciones familiares por razones insignificantes. Mientras que los corazones están llenos de la salvación, los cristianos no dejarán los devocionales familiares; y cuando están listos buscar excusas para negarlas, hay indiscutible evidencia que son apóstatas de corazón. 3.23 Cuando la oración secreta es contada más como obligación que un privilegio, es porque el corazón es apóstata. A mí, siempre me pareció casi ridículo escuchar cristianos hablando de la oración como una obligación. ¡Es uno de los privilegios más nobles en este mundo! ¿Qué pensemos de un hijito viniendo a una cena, no porque tiene hambre, sino porque es una obligación? ¿Cómo pensamos al escuchar de un mendigo hablando de su obligación de pedir limosas de nosotros? Es un privilegio inapreciable el estar permitido acudir a Dios y pedirle que nos supla todas nuestras necesidades. Pero el orar porque tenemos que hacerlo, en lugar de querer hacerlo, no parece natural. Pedir lo que queremos, y porque lo queremos, y porque Dios nos dio ánimo para pedir y también prometió darnos respuestas; esto parece natural y razonable. Pero orar como algo debido y como estando obligados por Dios por nuestra oración es ridículo y una clara indicación de un corazón apóstata. 3.24 Ruego por entretenimientos mundanos es también una indicación de un corazón apóstata. Los entretenimientos más placenteros que existen son, para una mente verdaderamente espiritual, las cosas que traen al alma una comunión más dulce con Dios. Mientras que el corazón esté lleno de amor y fe, una hora o una tarde a solas con Dios en comunión dará más placer que todos los entretenimientos que este mundo puede ofrecer. Un corazón amoroso tiene celos de cada cosa que puede romper o interponerse en su comunión con Dios. Para vanos entretenimientos, no tiene deseo alguno. Cuando el alma no encuentra más deleite en Dios que en cualquiera cosa del mundo, el corazón es (triste es decirlo) vuelto hacia atrás. 3.25 Ceguera espiritual es otra evidencia de un corazón apóstata. Mientras que el ojo sea bueno el cuerpo estará lleno de luz espiritual, pero si el ojo es malo, (lo cual es igual al decir un corazón apóstata) el cuerpo entero estará lleno de oscuridad. Ceguera espiritual se revela por una falta de interés en la palabra de Dios y, generalmente, en las verdades religiosas también. Igualmente se manifiesta una falta de discernimiento espiritual, y es fácilmente seducido por sugerencias de Satanás. Un corazón apartado es guiado hacia la adopción de principios libertinos en cuanto a la moralidad. Generalmente no se discierne la espiritualidad de las leyes de Dios ni de sus exigencias tampoco. Cuando se manifiesta esta ceguera espiritual, se hace patente que el corazón se ha vuelto hacia atrás. 3.26 Apatía religiosa, con el despertar de sentimientos mundanos, es clara indicación de un corazón apóstata. A veces vemos gente que se envuelve profundamente y rápidamente en temas mundanos, pero a la vez no se puede profundizar en temas religiosos. Esto claramente indica un estado de mente vuelto por atrás. 3.27 Un espíritu auto-indulgente es segura indicación de un corazón apóstata. Al decir auto-indulgente, se quiere significar una disposición de satisfacer los apetitos, las pasiones y las tendencias; “haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos” (Efesios. 2:3). Esto, en la Biblia, representa un estado de muerte espiritual. Sin duda alguna, la razón más común para apartar el corazón se encuentra en el clamor por la satisfacción de los apetitos y las varias tendencias naturales. El apetito por la comida es frecuentemente, y puede ser la forma más frecuente, de volver atrás. Pocos cristianos, yo temo, entienden el peligro de esto. La instrucción de Dios es la siguiente: “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios” (1 Corintios 10:31). Los cristianos olvidan esto, y comen y beben para complacerse—consultan sus apetitos en lugar de las leyes de la vida y de la salud. Hay más personas enlazadas por sus mesas de lo que la iglesia comprende. Para muchas personas, la mesa es el lazo de muerte más fuerte. Un gran número de personas, quienes huyen lejos de las bebidas alcohólicas, se gratifican en té, café y aun tabaco: y aun más en comida, en cantidad y calidad tal que violan cada ley de la salud. Parecen no obedecer ninguna otra ley que la ley del apetito, y ésta es abusada tanto que se arruinan el cuerpo y el alma juntos. Muéstrame un glotón, y te mostraré un apóstata de corazón. 3.28 Una conciencia cauterizada es otra evidencia de un corazón apóstata. Mientras que el alma está despierta y llena de amor, la conciencia será tierna como “la niña del ojo” (Zacarías 2:8). Pero cuando el corazón es apóstata, la conciencia está quieta y cauterizada en muchos asuntos. Esta persona te diría que no viola su conciencia en el comer, el beber o cualquier otro tipo de auto-indulgencia. Te encontrarás que el apóstata de corazón tiene poco sentido de conciencia. Lo mismo ocurrirá generalmente en cuanto a cualquier pecado de omisión. Multitudes de deberes pueden ser descuidados, y la conciencia cauterizada guardará silencio. Donde hay una conciencia dormida, el corazón sin dudas se ha vuelto atrás. 3.29 Principios inferiores de moralidad son una clara indicación de un corazón apóstata. Un corazón apóstata no cuida la santidad del día de descanso; lee cosas mundanas y habla mucho de los asuntos del mundo. En sus negocios, esta persona engaña a otros, se aprovecha de otros, se conforma a los hábitos de los mundanos negociantes, se hace culpable de engaño falsificando un poquito en cuanto a sus negocios, exige interés alto y se aprovecha de las necesidades de sus prójimos. 3.30 Un predominante temor de los hombres es una manifestación de un corazón apóstata. Mientras que el corazón está lleno del amor de Dios, hay temor de Dios, y no de los hombres. Para el cristiano, el deseo del aplauso de los hombres no se muestra, y le basta agradar a Dios, no le importa si a los hombres les gusta o no. Pero, donde se disminuye el amor a Dios, “El temor del hombre que pone lazo” (Proverbios 29:25) toma al hombre, y agradar a los hombres, en lugar de agradar a Dios, es su meta. En tal estado, este hombre quiere, aunque no lo dice así, ofender a Dios antes que a los hombres. 3.31 Porfía en cuanto a formas, ceremonias y cosas poco necesarias es evidencia de un corazón apóstata. Un corazón lleno del amor de Dios insiste en sólo la sustancia y el poder de la religión, y no porfía acerca de sus formas. 3.32 Una frecuencia de criticar los medios que se usan para promover avivamientos revela un corazón apóstata. Donde hay un corazón acabadamente dedicado a buscar la conversión de los pecadores y la perfección de los santos, por naturaleza el mismo se ocupará en estos trabajos de la manera más directa, usando los medios que son los más comprobados para lograr éxito. Tal persona no se tropieza ni se queja de los medios que son claramente bendecidos por Dios, sino usará su más alta capacidad para idear los medios más adecuados para lograr el fin que su corazón anhela.
4. ¿Cuales son los resultados de un apóstata de corazón?El versículo citado al principio dice: “De sus caminos será hastiado el necio de corazón.” 4.1 Será hastiado de sus propias obras. Pero estas son obras muertas; no de fe y amor, las cuales son aceptables a Dios, sino son los “trapos sucios” (Isaías 64:6) de su propia justicia. Si las mismas se hacían como servicio religioso, eran nada más que la hipocresía y una abominación ante Dios. No eran hechos de corazón, y a tal persona Dios dice, “¿Quién ha pedido tal cosa de ti?”, y “Ustedes son los que se justifican a sí mismos ante de los hombres, pero Dios conoce sus corazones; pues lo que es muy estimado entre los hombres es una abominación en los ojos de Dios” (Lucas 16:15), y, “les conozco, que no tienen el amor de Dios adentro” (Juan 5:42). 4.2 Será hastiado de sus propios sentimientos. En lugar de la dulce paz, descanso y gozo que una vez conocía, va a encontrarse en un estado de turbulencia, descontento consigo mismo y con sus prójimos; además con sentimientos dolorosos, orgullosos, y poco agradables y amables; los más desagradables que se puede tener. Es muy difícil vivir con un apóstata de corazón. Muchas veces son críticos, irritables y quejosos en todos sus caminos. Se han apartado de Dios, y en sus sentimientos hay más del infierno que del cielo. 4.3 Será hastiado de sus propios prejuicios. Su voluntad de escoger, saber y hacer la verdad desapareció. Por naturaleza, se opondrá contra cualquier verdad que oprima su espíritu de auto-indulgencia. Tratará de justificarse, ni leerá ni oirá lo que reprenda su estado apóstata; y será profundamente prejuiciado hacia cualquier persona que cruciera su rumbo. Si alguien le reprendiera, aquella persona será contada como enemigo. Se encierra en sí mismo, cierra los ojos a la luz, se pone de pie para defenderse y critica cada cosa que le descubra lo que hay en su interior. 4.4 Un corazón apóstata será hastiado con sus propias enemistades. Tal persona casi seguramente tendrá motivos de queja contra los que tienen relaciones o hacen negocios con él. Chocará contra todos en casi cada relación de su vida y se permitirá perturbarse y enojarse; también se pondrá en tal situación o relación con algunos, tal vez muchos, que no podrá orar por ellos honestamente ni tratarles con civilidad. Esto es casi seguramente un resultado de un corazón apóstata. 4.5 El corazón apóstata será hastiado de sus propias equivocaciones. No camina con Dios, y ha caído del orden Divino. Tampoco es guiado por el Espíritu, sino anda en oscuridad espiritual. En tal estado, seguramente caerá dentro de muchas graves equivocaciones; y puede ser que se enredará en tal manera que arruinará su felicidad, y quizás se destruirá su utilidad para toda su vida venidera. Errores en negocios, en la formación de nuevas relaciones en la vida, en el uso de su tiempo, lengua, dinero e influencia: todo será equivocado mientras que se quede en un estado apartado. 4.6 El corazón apóstata será hastiado de sus propios deseos. Sus apetitos y pasiones, los cuales habían sido vencidos, ahora han reanudado su mando; y pues por mucho tiempo eran controlados, parecerán ahora vengarse al ser más clamorosos y despóticos que antes. Los apetitos y las pasiones animales brotarán, sorprendiéndole al apóstata de corazón; y es cierto que se encontrará más sujeto a sus influencias y más esclavizado que anteriormente. 4.7 El apóstata en corazón será hastiado de sus propias palabras. Mientras está en tal estado, no controla (no puede hacerlo) su lengua. Ésta probará ser un mal poco refrenado, lleno de veneno mortal, la cual inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno. Por sus palabras se meterá en muchas dificultades y perplejidades, de los cuales nunca podrá salir, hasta que se vuelva a Dios. 4.8 Será hastiado de sus propias pruebas. En lugar de evitar las tentaciones, va a correr más dentro de ellas. Atraerá sobre sí una multitud de pruebas, las cuales nunca habría tenido si no hubiera apartado de Dios. Él se queja de sus pruebas, pero seguirá trayendo más a razón de sus malas decisiones. Un apóstata de corazón se siente el dolor de sus pruebas bien, y mientras se queja de ser probado por cada cosa alrededor, siempre las agrava; y pues él es autor de ellas, me parece que está listo para traerlas sobre sí como un torrente. 4.9 El apóstata de corazón será hastiado de sus propias necedades. Pues ha rechazado la guía Divina, seguramente caerá dentro de las profundidades de su propia necedad. Sin duda, dirá y hará muchas cosas necias e imprudentes. Pues profesa ser cristiano aún, estas cosas serán más vistas, y inevitablemente le traerán aun más desprecio y burla. Un apóstata de corazón es, en verdad, el necio más grande en el mundo. Pues tuvo real conocimiento del camino verdadero de la vida, ya anda en la infinita necedad de rechazarlo. Mientras que conocía la fuente de aguas vivas, la abandonó y ha cavado una cisterna; una cisterna rota que no retiene agua (Jeremías 2:13). Pues tuvo la culpa de hacer esta infinita necedad, el rumbo entero de su vida apóstata tiene que ser él de un necio en el sentido bíblico. 4.10 El apóstata de corazón será hastiado de sus propias inquietudes. Dios está contra él, y él está contra sí mismo. No tiene la paz con Dios, ni consigo mismo, ni con la iglesia ni con el mundo. No experimenta la quietud interior. Su conciencia le condena, y Dios le condena. Y le parece ser que todos que lo conocen lo condenan. “No hay paz para los malos, dice Jehová” (Isaías 48.22). No existe lugar en tiempo o espacio donde puede descansar en paz. 4.11 El apóstata de corazón será hastiado de sus propios afanes. Ha regresado a su egoísmo y se piensa que él es dueño de sí mismo y de sus posesiones. Tiene que afanarse de todo y no quiere pensar que Dios es dueño de él y sus posesiones. A razón de esto, no deja a Dios la responsabilidad de cuidarse a sí mismo y a sus posesiones. No echa, ni quiere hacerlo, toda su ansiedad sobre El Señor, sino trata de manejar todo por sí mismo, y esto por su propia sabiduría y para sus propias ganas. Por consecuencia, sus afanes se multiplicarán y vendrán sobre él como un diluvio. 4.12 El apóstata de corazón será hastiado de sus propias perplejidades. Al desechar a Dios, y al caerse de su orden y hacia la oscuridad de su propia necedad, será hastiado con perplejidades y dudas en cuanto de escoger cual camino debe seguir para alcanzar sus mezquinas metas. No camina con Dios, sino contra él. Por esto, la gracia de Dios constantemente confundirá sus ganas y hará difícil sus trabajos. Dios pondrá la oscuridad sobre su senda y tratará de trastornar sus proyectos y soplará sus ganas a los vientos. 4.13 El apóstata de corazón será hastiado de sus propias ansiedades. Se preocupará de sí mismo, su negocio, su reputación y todo. Ha quitado todo de las manos de Dios y lo reclama y trata como lo suyo; pero, puesto que ya no tiene fe en Dios no más, tampoco puede controlar lo que pasa; por necesidad tiene que llenarse de ansiedad en cuanto del futuro. Estas ansiedades son los inevitables resultados de su locura y necedad de poner al lado a Dios. 4.14 El apóstata de corazón será hastiado de sus propias desilusiones. Al dejar a Dios y llegar a una actitud autonomista ante de él, Dios seguramente le desilusionará por el seguir una vida egoísta. Escogerá sus propios caminos sin consultar a Dios. Por supuesto, Dios también le escogerá sus caminos para desilusionarle. Resuelto de ir por su propio camino, va a desilusionarse cuando se frustren sus planes. Porque el seguro rumbo de sucesos, los cuales están bajo la autoridad de Dios, va a guiarle a una serie de desilusiones. 4.15 El apóstata de corazón será hastiado de sus propias pérdidas. Estima sus posesiones como suyas, su tiempo como de sí, su influencia como suya y su reputación como de sí mismo. Entonces la pérdida de cualquiera de éstos es su propia pérdida. Pues ha puesto al lado a Dios, y no teniendo el poder de controlar los sucesos que pasen, se encontrará perdiendo por todos lados. Pierde la paz. Pierde su propiedad. Pierde mucho de su tiempo. Pierde su reputación como cristiano. Pierde su influencia cristiana y si sigue así, perderá su alma. 4.16 El apóstata de corazón será hastiado de sus propias cruces. Cada deber cristiano le molestará, y por esto es una cruz para él. Su estado de mente se hará muchas cosas como cruces, las cuales, para uno en un estado de mente cristiano, serían un indecible placer. Al perder la consagración de corazón, el hacer los deberes cristianos ya es una cruz. No hay ayuda para él, si no vuelve a Dios. Las decisiones de Dios cruzarán su camino, y toda su vida será una serie de cruces y pruebas. No puede hacer sus propias decisiones. No puede agradarse por el cumplir sus propias ganas. Puede patear las eternas rocas de la voluntad de Dios y del camino de Dios, pero no puede quebrantarlas ni cambiar lo que Dios le manda. Tiene que ser cruzado vez tras vez, hasta que caiga en el orden y la voluntad de Dios. 4.17 El apóstata de corazón será hastiado de sus propios enojos. Al apartarse de Dios, mucho va a irritarle. En su estado apóstata, no puede mantener su alma en paciencia. Las irritaciones de su vida apóstata le harán nervioso e irritable. Su enojo será explosivo e incontrolable. 4.18 El apóstata de corazón será hastiado de sus propias desgracias. Pues profesa ser cristiano, los ojos del mundo le miran atentamente y ven todas sus inconsistencias, su mente mundana, sus necedades, sus enojos y sus palabras y hechos odiosos. Por esto, todos lo consideran como un desgraciado. 4.19 El apóstata de corazón será hastiado de sus propios engaños. Pues tiene ojo malo, todo de su cuerpo está en tinieblas (Mateo. 6:23). Seguramente caerá en engaños en cuanto a doctrinas y hechos. Desviando en la oscuridad, puede ser que tragará los peores de los engaños. El espiritismo, el mormonismo, el universalismo o cualquier otro “ismo” que desvía lejos de la verdad le ganarán. ¿Quién no lo ha visto así, con los apóstatas de corazón? 4.20 El apóstata de corazón será hastiado de sus propias esclavitudes. El decirse que es cristiano le hace un esclavo a su iglesia. No tiene en su corazón el interesarse en las cosas de la iglesia ni quiere trabajar para edificarla; pero para cuidar su prestigio se obliga hacer algo. Para su prestigio, se siente una necesidad de hacer algo, pero el hacerlo es como esclavitud. Si lo hace, es porque tiene que hacerlo, no porque lo quiere. Otra vez está en esclavitud a Dios. Si hace algo es como un esclavo, y no un libre. Sirve a Dios por miedo o esperanza—exactamente como un esclavo—y no de amor. Otra vez, es esclavo en su conciencia. Para no tener convicción o tristeza, hace o no hace muchas cosas, pero todo lo hace con aversión y no de una voluntad libre. 4.21 El apóstata de corazón será hastiado de sus propias condenaciones. Pues antes le agradaba el amor de Dios, pero ya lo ha dejado, siente condenado por todo. Si trata de hacer deberes cristianos, él sabe que no tiene su corazón en el acto, y por esto se condena. Si niega sus deberes cristianos, por supuesto se condena. Si lee su Biblia, se siente condenado. Si no la lee, también se condena. Si va a los cultos, los mensajes le condenan. Si se aleja, se condena. Si ora en secreto, con su familia o en público, él entiende que no es sincero, y siente condenado. Si niega o rehúsa orar, se siente condenado. Todo le condena. Su conciencia lo pelea, y los relámpagos y tronos de condenación le siguen a dondequiera que vaya.
5. Cómo recuperarse del estado de apostasía del corazón.5.1 Acuérdate de dónde has caído. Fíjate en el asunto inmediatamente, y con diligencia compara tu estado presente con tu estado anterior, en el cual caminabas con Dios. 5.2 Deja que la convicción de tu verdadera condición te penetre profundamente. No tardes de comprender el estado real de tu alma. 5.3 Arrepiéntete inmediatamente. Haz tus primeras obras otra vez. 5.4 No trates de volver a Dios cambiando solamente tus hechos exteriores. Empieza con tu corazón y repentinamente ponte en el camino correcto. 5.5 No hagas como un pecador convicto nada más, y no trates de recomendarte a Dios por las obras buenas y oraciones, sin experimentar el arrepentimiento. No pienses que necesitas reformarte y hacerte mejor por tus propias fuerzas, antes de venir a él, sino entiéndelo bien: solamente el acudir a él puede mejorarte. No importa cuan afligido te sientas, entiéndelo bien que, hasta que te arrepintieras y aceptes la voluntad de Dios, sin hacer tus propias condiciones, no eres mejor, sino sigues empeorando. Hasta que te entregues a su soberana misericordia, y vuelvas así a Dios, él no va a aceptar nada de tus manos. 5.6 No pienses que estás en un estado de justificación, porque sabes que no estás. Tu conciencia te condena, y sabes que Dios debe condenarte. Y si Dios te hubiera justificado (siendo tú todavía rebelde), tu conciencia no puede justificarte delante de Dios. Ven entonces, a Cristo— inmediatamente—como realmente eres: un pecador culpable y condenado. Reclámate a ti mismo toda la vergüenza y culpa, y cree que, a pesar de tus desvíos del camino de Dios, Dios te ama aún, y que te ama con un amor eterno. A través de esto, puedes saber que con amor Dios te llama. |