Navegación
Miguel Sattler, 1527 d. de J.C.
Después de un juicio largo en el día en que murió, ya que los puntos contra él eran muchos, Miguel Sattler pidió que se los leyeran de nuevo y que le concedieran otra audiencia. El alguacil y el gobernador se opusieron a esto. Miguel Sattler entonces pidió permiso para hablar. Después de consultarlo, los jueces contestaron que si sus adversarios lo permitieran, ellos (los jueces) consentirían. Entonces el secretario del pueblo de Ensisheim, quien también era el abogado del gobernador, dijo:
—Señores prudentes, honorables y sabios, él se ha jactado de tener al Espíritu Santo. Ahora, si su jactancia es verdadera, me parece a mí que es innecesario concederle esto; porque si él tiene al Espíritu Santo, como él dice, él mismo le dirá lo que se ha hecho aquí.
A esto, Miguel Sattler contestó:
—Siervos de Dios, yo espero que mi petición no se negará, pues aún no tengo claros todos los puntos contra mí.
El secretario del pueblo contestó:
—Señores prudentes, honorables y sabios, aunque nosotros no tenemos que hacer esto, para satisfacerlo nosotros le concederemos su petición para que nadie piense que le hacemos injusticia en su herejía, o que deseamos hacerle algún mal. Así que, léanle los puntos.
Los puntos o acusaciones contra Miguel Sattler
- Él y sus seguidores han actuado contrario al mandato del emperador.
- Él ha enseñado, apoyado y creído que el cuerpo y la sangre de Cristo no están presentes en el sacramento.
- Él cree y ha enseñado que el bautismo de infantes no conduce a la salvación.
- Ha rechazado la extremaunción.
- Ha despreciado y condenado a la madre de Dios y a los santos.
- Él ha declarado que no se debe jurar ante las autoridades.
- Él ha comenzado una nueva costumbre sin precedente con respecto a la cena del Señor, al poner el pan y el vino en un plato y al comer y beber del mismo.
- Él ha dejado la orden religiosa y se ha casado.
- Él ha dicho que si los turcos invaden el país, no se los debe resistir; y si fuera bueno pelear en una guerra, él mejor pelearía contra los cristianos que contra los turcos; y eso sí es gran error desearles éxito a los peores enemigos de nuestra santa fe.
Con esto, Miguel Sattler pidió permiso para hablar con sus hermanos, lo cual le concedieron. Habiendo hablado con ellos un poco, él empezó a hablar con denuedo y contestó así:
—Respecto a los puntos contra mí y mis hermanos, oigan esta breve respuesta:
»En primer lugar, nosotros no hemos actuado contrario al mandato del emperador; pues el mandato dice que no se debe seguir el engaño y la doctrina luterana, sino sólo el evangelio y la palabra de Dios. Esto lo hemos guardado porque en cuanto sepa yo, no hemos actuado contrario al evangelio y la palabra de Dios en ningún punto; apelo a las palabras de Cristo.
»Segundo, reconocemos que el cuerpo literal de Cristo el Señor no está presente en el sacramento; pues la escritura dice que Cristo ascendió al cielo y está sentado a la mano derecha de su Padre celestial de donde él vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos. Y si él está en el cielo, y no en el pan, no podemos comer su carne literal. (Marcos 16.19; Hechos 1.9; Colosenses 3.1; Hechos 10.42; 2 Timoteo 4.1)
»En tercer lugar, acerca del bautismo afirmamos que el bautismo de infantes no aprovecha para salvación. Porque está escrito que vivimos sólo por fe. También: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo”. Pedro también dice: “El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo”. (Romanos 1.17; Marcos 16.16; 1 Pedro 3.21)
»Cuarto, nosotros no hemos rechazado el aceite; pues es algo que Dios creó, y lo que Dios hizo es bueno y no debe despreciarse. Pero que el Papa, los obispos, los monjes y los sacerdotes puedan mejorarlo, no lo creemos. El Papa nunca mejoró nada. Lo que se menciona en la epístola de Santiago no es el aceite del Papa. (Génesis 1.11; 1 Timoteo 4.4; Santiago 5.14)
»En quinto lugar, no hemos condenado a la madre de Dios ni a los santos. La madre de Cristo es bendita entre todas las mujeres, pues a ella se le concedió dar a luz al Salvador del mundo entero. Pero de que ella abogue o interceda por nosotros, no dice nada la Biblia, pues ella, al igual que nosotros, está en espera del juicio. Pablo le dijo a Timoteo: Cristo es el mediador entre Dios y los hombres. Referente a los santos: Nosotros afirmamos que los que vivimos y creemos somos los santos. Esto lo vemos claramente en las epístolas de Pablo a los romanos, a los corintios, a los efesios y en otros lugares dónde él siempre les escribe:A los santos.Así que, los que creemos somos los santos; pero aquellos que murieron en la fe los consideramos como bienaventurados. (Lucas 1.28; Mateo 1.21; 1 Timoteo 2.5; Romanos 1.7; 1 Corintios 1.2; Efesios 1.1; Apocalipsis 14.13)
»Sexto, sostenemos que no debemos jurar ante las autoridades. Pues el Señor dice: “No juréis (...). Sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no.” (Mateo 5.34, 37; Santiago 5.12)
»Séptimo, cuando Dios me llamó a testificar de su palabra, y cuando leí lo que escribió Pablo, y también consideré la condición inconversa y peligrosa en que estaba; mirando la pompa, el orgullo, la usura y la gran prostitución de los monjes y los sacerdotes, busqué una esposa, según el orden de Dios. Bien profetizó Pablo de esto a Timoteo, diciendo: “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos (...) prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participásemos de ellos” (1 Corintios 7.2; 1 Timoteo 4.1, 3).
»En octavo lugar, si los turcos vienen, nosotros no debemos resistirlos, pues está escrito: No matarás. Nosotros no debemos defendernos de los turcos u otros que nos persigan, sino debemos pedirle a Dios en ferviente oración que él los repela y los resista. Pero de lo que yo dije, que si fuera correcto pelear, yo preferiría pelear contra los que se dicen ser cristianos pero persiguen, encarcelan y matan a los cristianos verdaderos, y no contra los turcos, fue por esta razón: El que es turco es un verdadero turco, no conoce nada de la fe cristiana, y es turco según la carne. Pero ustedes, que se dicen ser cristianos y se jactan de conocer a Cristo, persiguen a los que llevan el verdadero testimonio de Cristo, y ustedes son turcos en el espíritu (Éxodo 20.13; Mateo 7.7; Tito 1.16).
»En conclusión: Ministros de Dios, los amonesto que consideren que Dios los ha designado a ustedes para castigar el mal, y defender y proteger al pío. Considerando, pues, que nosotros no hemos actuado contrario a Dios ni al evangelio, ustedes verán que ni yo ni mis hermanos hemos ofendido ni en palabra ni en hecho a ninguna autoridad. Así que, ministros de Dios, si ustedes no han oído ni leído la palabra de Dios, envíen por los sabios, y por los libros sagrados de la Biblia, en cualquier idioma, y que nos hablen de la palabra de Dios. Si ellos nos demuestran con las santas escrituras que nosotros erramos y andamos mal, renunciaremos nuestra doctrina y nos retractaremos con alegría de ella. También de buena gana sufriremos la sentencia y el castigo por aquello de que hemos sido acusados. Pero si no pueden hallar ningún error en nosotros, yo espero en Dios que ustedes se convertirán y recibirán instrucción (Sabiduría 6.4; Hechos 25.8; Romanos 13.4; Hechos 25.11).
Al decir esto, los jueces se rieron, y el secretario del pueblo de Ensisheim dijo:
—Infame, desesperado pícaro y monje, ¿disputaremos nosotros con usted? El verdugo disputará con usted, se lo aseguro.
—Que se haga la voluntad de Dios —dijo Miguel.
El secretario del pueblo dijo:
—Sería bueno que usted nunca hubiera nacido.
—Dios sabe lo que es bueno —contestó Miguel.
Secretario del pueblo: “Malvado hereje, usted ha seducido a los piadosos; si ellos tan sólo dejaran ahora su error y aceptaran la gracia…”
Miguel: “Sólo con Dios hay gracia.”
Uno de los prisioneros también dijo:
—Nosotros no debemos apartarnos de la verdad.
Secretario del pueblo: “Pícaro y hereje, yo le digo que si no hubiera verdugo aquí, yo lo ahorcaría, y pienso que a Dios le estuviera haciendo un favor.”
Miguel: “Dios juzgará bien.”
Con esto el secretario del pueblo le dijo unas palabras en latín, pero no sabemos qué le dijo.
Miguel Sattler le contestó:
Que los jueces dicten la sentencia
El secretario amonestó a los jueces entonces y dijo:
—Él no deja de hablar así hoy; por eso, señor juez, prosiga con la sentencia. Yo me resigno a lo que dicte la ley.
El juez le preguntó a Miguel Sattler si él también se resignaría a lo que la ley dictara.
Él contestó:
—Ministros de Dios, yo no soy enviado a juzgar la palabra de Dios; somos enviados a ser testigos de ella. Por eso no podemos aceptar otra ley, ya que no tenemos mandamiento de Dios acerca de eso. Y mientras estamos con vida, si nos quieren aplicar la ley terrenal, estamos listos para sufrir por la Biblia y por nuestra fe en Cristo Jesús nuestro Señor, cualquier sufrimiento que nos impongan. Y seguiremos en esta fe al menos que nos puedan convencer con la Biblia que andamos en error.
El secretario dijo:
—El verdugo lo convencerá; él disputará con usted, hereje malvado.
Miguel: “Apelo a las escrituras.”
Entonces los jueces se levantaron y entraron en otro cuarto donde permanecieron por una hora y media, estableciendo la sentencia (Mateo 6.10; Juan 16.2; 1 Corintios 4.5; Juan 1.8; Job 27.3–6; Hechos 25.11).
Mientras tanto, algunos en la sala trataron de forma cruel a Miguel Sattler, acusándolo de muchas cosas. Uno de ellos dijo:
—¿Y qué cree que le espera a usted y a estos que ha engañado? —Al decir esto, agarró una espada que estaba en la mesa, y dijo—:
Vea, con ésta le van a hablar a usted. —Pero Miguel no le contestó
ni una sola palabra, y soportó todo de buena gana.
Uno de los prisioneros dijo:
—No debemos echar nuestras perlas delante de los cerdos —(Mateo 27.14; 7.6).
Cuando le preguntaron por qué se había salido de su puesto como noble del convento, Miguel contestó:
—Según la carne era noble; pero es mejor de esta manera. —Sólo esto les dijo Miguel, y se lo dijo con valor.
Al regresar los jueces, leyeron la sentencia. Rezaba así: “En el caso del gobernador de su Majestad Imperial contra Miguel Sattler, la sentencia es que a Miguel Sattler se le entregará al verdugo, quien lo llevará al lugar de ejecución y le cortará la lengua. A continuación, lo tirará en una carreta y dos veces le arrancará pedazos con tenazas calientes al rojo vivo. Al haberlo sacado de la ciudad, lo pellizcará cinco veces de la misma manera.”
Después que cumplieron esto según la sentencia, lo quemaron como hereje, reduciéndolo a cenizas. A los hermanos que lo acompañaban los mataron a filo de espada, y ahogaron a las hermanas. A su esposa también, después de escuchar muchas exhortaciones, advertencias y amenazas, bajo las cuales permaneció firme, la ahogaron unos días después. Hecho el 21 de mayo, 1527 d. de J.C.
Pedro Bruynen, Jan, Pleunis y Jan
PEDRO BRUYNEN, JAN, PLEUNIS Y JAN EL ANCIANO COMPRADOR DE ROPAS, Y OTRO HERMANO, A TODOS LOS MATARON EL 2 DE OCTUBRE DEL AÑO 1551 d. de J.C. EN AMBERES
Una carta de Pedro Bruynen van Weert, que escribió en la prisión en Amberes, donde él y otros cuatro fueron muertos por la palabra de Dios, el 2 de octubre del 1551 d. de J.C.
Gracia y paz a ustedes de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Bendito sea el Dios de misericordia que con su palabra divina nos ha hecho nacer de nuevo para que tengamos una esperanza viva reservada en los cielos para nosotros los que hemos sido preservados en la fe y aprobados para el reino de Dios, por el cual sufrimos. Que gracias sean dadas al Señor porque él nos ha escogido para esto y nos ha hecho aptos para poder participar en la herencia de los santos en luz (Romanos 1.7; Santiago 1.18; Colosenses 1.12). Por lo demás, hermanos, sean valientes y anden con una fe firme e inmutable delante de Dios y de su iglesia. Decídanse no desviarse del Señor ni separarse de su amor aunque vengan angustias o tribulaciones. Él les puede dar asistencia y consuelo cuando les rechazan y están desprovistos de toda ayuda y consuelo de parte de los humanos; pues él viene a ayudar al que escoge negarse a sí mismo. Él vive y vivirá únicamente en el corazón de los hombres, pues no permite que le sirvamos a él y a otro (Mateo 4.10). Sean establecidos y fundados en él y dejen que el amor, por medio del cual cada uno puede sostener a su hermano y esforzarse gozosamente por tener la mayor virtud, crezca entre ustedes.
No le presten atención al camino del perezoso y descuidado, ni sigan su ejemplo. Eviten especialmente a todos los que se llaman cristianos y andan en una vida fácil (Mateo 11.8), en ropa adornada, o en la apariencia externa. Pero consideren a los que en su vida y su confesión de fe se conforman a la doctrina de Cristo, para que no suban demasiado alto ni bajen demasiado, ni anden demasiado ancho ni demasiado largo (Efesios 3.18). Pues muchos se extravían al compararse unos con otros, por lo cual su fe se enfría.
Por esto, hermanos amados, si es que han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba. Que su mente sea dirigida hacia lo incorruptible y tengan puesta siempre la esperanza en las cosas que no se ven. Sean pacientes, pues tenemos que tener paciencia si queremos recibir la promesa (2 Corintios 4.18; Hebreos 10.36). Manténganse firmes, pues la venida del Señor se acerca (Santiago 5.8). Quiten al viejo hombre, y vístanse del nuevo (Colosenses 3.9–10). Rechacen la impiedad y las pasiones mundanas y sean transformados mediante la renovación de su mente. Si desean participar de la resurrección de Cristo, sepan que primero tienen que crucificar al viejo hombre para que el cuerpo pecaminoso sea destruido. Y no se cansen de hacer el bien, ya que su trabajo no va a ser en vano. Ustedes han llegado a ser partícipes de Cristo, si logran mantener firme su confianza hasta el fin (1 Corintios 15.58; Hebreos 3.14). Por esta razón no deben titubear por nada, ni temer a los hijos de los hombres, que pasan como la hierba; pues no pueden hacer nada sin el permiso de Dios. Pero teman a Dios, pues en esto consiste la sabiduría perfecta. Humíllense ante él, pues el glorioso es honrado por los humildes. Siempre anden con los humildes y serán grandes ante los ojos de Dios. No se crean saber algo o ser algo, no sea que se engañen a sí mismos. No busquen su propio bien, y no les pongan importancia a los que pueden dañarlos o causarles sufrimiento, aunque ustedes sean los afectados. Porque es digno de elogio que, por sentido de responsabilidad delante de Dios, se soporten las penalidades, aun sufriendo injustamente (Mateo 5.39; 1 Pedro 2.19). Por eso, sean pacientes en la tribulación y sean partícipes de los sufrimientos de Cristo para que puedan heredar la promesa. El reproche sufrido aquí es leve al compararlo con el gozo eterno (Romanos 12.12; 1 Pedro 5.1). Y esta aflicción leve, que viene por un momento, nos da un mucho más excelente peso de gloria; pues aunque nuestra vida es pobre, con todo, seremos recompensados con mucha riqueza. Y aunque la muerte reine sobre nosotros ahora, del este vendrá un viento del Señor y secará sus tormentos. Es sembrado en deshonra pero será levantado con poder. Es sembrado un cuerpo humano, pero levantado como un cuerpo espiritual (1 Corintios 15.43–44). Por eso la casa de este tabernáculo se tendrá que deshacer si queremos obtener el edificio preparado para nosotros por Dios. Por eso no necesitamos temer a los que matan el cuerpo, ya que no pueden dañar el alma. Dios nos dará el galardón más grande a cambio de la cosa más valiosa que nos quitan. Después de la muerte no pueden hacernos nada (Mateo 10.28). Por tanto, dispónganse para actuar con inteligencia, sean sobrios, velen en oración, siempre dando las gracias a Dios Padre por medio de nuestro Señor Jesucristo por su gracia abundante y que nos ha hecho conocer su voluntad y la fragancia de su conocimiento y que nos ha dado promesas tan preciosas y gloriosas a nosotros que antes estábamos alejados de Dios por nuestras obras perversas. Estábamos extraviados de la vida en Dios, no teniendo esperanza alguna en estas promesas, pero después de esto la bondad de Dios se nos apareció, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino que por la misericordia suya nos salvó por el lavamiento de la regeneración y la renovación del Espíritu Santo. En él somos sellados hasta el tiempo de la redención; él es las arras de la herencia futura, y nos asegura que somos hijos de Dios y da testimonio a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Nos enseña todas las cosas y de Dios nos es hecho sabiduría, justificación, santificación y redención. A Dios el Padre, que es el único que tiene inmortalidad y al único a quien le corresponden el poder y la fuerza, la adoración y la gloria, sean dadas la honra y las gracias, por medio de Cristo nuestro Señor, por su gracia inexplicable desde ahora y para siempre (1 Pedro 1.13; Efesios 1.9; 2 Corintios 2.14; Efesios 4.18; Tito 3.4; Efesios 1.13–14; Romanos 8.16; 1 Corintios 1.30; 1 Timoteo 6.16; Apocalipsis 4.11).
No podemos agradecerle suficientemente a Dios por nuestra presente condición y por el gozo de ser contados por dignos de sufrir por su nombre, y por el gozo que él nos ha dado en nuestro encarcelamiento. Dios es fiel, y con la tentación también provee la salida, y no deja que los suyos, que confían en él, sean confundidos. La gracia del Señor sea con ustedes. Salúdense unos a otros con el ósculo santo. Jan, Pleunis y yo también los saludamos mucho. Con esto los encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia.Yo, Pedro van Weert, he escrito esto al estar encarcelado con dos hermanos más.
La segunda carta de Pedro en la cual se despide
Con esto los encomendamos al Señor, amados hermanos, esperando que terminen su carrera para la gloria del Señor para que obtengan la corona. Manténganse firmes hasta el fin para que obtengan la salvación, pues nadie obtiene el premio a no ser que se esfuerce y sea valiente (1 Corintios 9.24; 2 Timoteo 2.5). Corran de tal manera que obtengan el premio. Peleen como soldados de Cristo, y resuélvanse no pensar de antemano en lo que van a decir cuando lleguen delante de los magistrados, ya que el Señor no per-mite que los que creen en él se confundan (Mateo 10.19). Aunque a los suyos se les acuse de ser malos, Dios no los abandona. Pues aunque lloremos en la noche, el gozo llegará en la mañana (Salmo 30.5). Aunque él, para probarnos, se enoje con nosotros por un momento, con todo, por su misericordia nos mantiene con vida (Hebreos 12.8; Isaías 54.8). Por eso no somos desamparados por él, aunque enfrentemos más adversidad que el mundo.
Hermanos, el siervo no es mayor que su Señor y Maestro. Recuerden que aunque Cristo era rico, por nosotros se hizo pobre. Y aunque era exaltado, por nosotros sufrió y aceptó el reproche para que nosotros, por su pobreza, seamos ricos y para que por su reproche lleguemos a ser herederos de la promesa (2 Corintios 8.9). Salgamos a él, fuera del campamento, y llevemos su reproche (Hebreos 13.13). Deseemos las posesiones futuras. Y no estén en oscuridad, ni estén sobrecargados de glotonería, ni se enreden con los quehaceres de la vida. Anden como hijos de luz, preparados en todo momento como los que constantemente esperan al Señor, pues él vendrá como ladrón en la noche (Lucas 21.34; 12.36; Apocalipsis 3.3). Alístense. Tomen la vara en la mano, ciñan los lomos y viajen hacia la tierra prometida. La poseerán si no dejan de creer. Es un lugar bello y agradable; lo hemos visto desde lejos, y por eso le agradecemos al Señor y lo adoramos.
Queremos que ustedes, amantes de la verdad, nos ayuden a darle las gracias al Señor. Pues yo una vez hice un voto al Señor que yo viviría por él todos los días de mi vida (Lucas 1.75). Me ha ayudado a cumplirlo, por lo cual lo adoro, y esto muchas veces con las manos levantadas en alto. Escribo esto para que no se les olvide darle las gracias al Señor, pues él es mayor que toda nuestra vida. Ustedes no pueden enaltecerlo lo suficiente. Él siempre será aun más maravilloso (Eclesiástico 43.30). Sigan en sus palabras y guarden sus mandamientos. Ámense sinceramente (1 Pedro 1.22). También le agradecemos a Dios por su fidelidad en cumplir las promesas que muestra en nosotros. No podemos describir el gozo que él nos da, pues aun desde el principio de nuestro encarcelamiento, nos hallamos gozosos y sin temor. Igualmente ante los magistrados. Y tuvimos gozo aun después en el puente y en la prisión. También esperamos que Dios nos dé valor hasta el fin.
Por eso, amados hermanos, no tengan miedo aun si nos matan más de una vez, pues pueden hacer mucho en quince minutos; pero ese dolor es como nada al compararlo con el dolor del infierno y no puede compararse con el gozo eterno. Después de pasar esta aflicción y llegar al otro lado, esperamos gozo y abundancia. Entonces nuestras lágrimas serán enjugadas y no volveremos a llorar más, sino que pasaremos de un gozo a otro. Oh, hermanos, sigan luchando para entrar en el gozo del Señor. Sigan con la vida cristiana y no dejen que nadie maldiga el evangelio por culpa de ustedes (Romanos 14.16). Sean siempre mansos y mantengan una conciencia limpia. En cualquier cosa que emprendan en la vida, piensen en su fin para que no emprendan nada incorrecto (Mateo 11.29; Eclesiástico7.36).Ynoseolvidende cuán grande y sincero era el cambio espiritual al principio de la vida cristiana, no sea que se crean ser un cristiano perfecto cuando en realidad necesitan hacer más cambios. Los encomendamos a Dios y a la palabra de su gracia. Nosotros, Jan, Pleunis y Pedro, los saludamos en el Señor. Oren al Señor por nosotros, que podamos terminar nuestra carrera para su gloria. También oramos por ustedes.
Pedro Van Olman
PEDRO VAN OLMAN, O VAN WERWIJCK, EJECUTADO EN GANTE. TAMBIÉN UNA CARTA QUE ESCRIBIÓ PEDRO VAN OLMAN, O VAN WERWIJCK, AL ESTAR EN LA PRISIÓN EN GANTE, DONDE DIO SU VIDA POR EL TESTIMONIO DE JESÚS, 1552 d. de J.C.
Que la abundante gracia y paz de Dios el Padre y del Señor Jesucristo estén con ustedes. Que la gracia y paz de Dios nuestro Padre y de nuestro Señor Jesucristo estén con ustedes. Dios es el Padre de misericordias y el Dios de todo consuelo. Él nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que podamos consolar con el consuelo que recibimos de Dios a aquellos que están en dificultades. Pues como los sufrimientos de Cristo abundan en nosotros, así también nuestra consolación abunda por Cristo. “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas. Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos.Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial; pues así seremos hallados vestidos, y no desnudos. Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu. Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista); pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor” (2 Corintios 1.3–5; 2 Corintios 4.17–18; 5.1–8; Romanos 8.22; Apocalipsis 3.18).
Los amonesto, estimados hermanos, por las misericordias de Dios, que no dejen de congregarse para que así puedan instruirse mutuamente en la eterna verdad de nuestro Salvador mientras tengan tiempo. Porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir, y esto por la paciencia (Hebreos 10.25; 13.14).
Por lo tanto, estimados hermanos, tomen a pecho la palabra del Señor, y entiendan lo que el Señor dice para que puedan estar firmes cuando sean probados. Porque yo les digo, estimados hermanos, que tenemos que luchar con más valor que lo que yo antes había creído; pues ellos se nos acercan con preguntas tan sutiles, y palabras suaves para atraparnos en alguna palabra y así hacernos apostatar. Por eso, estimados hermanos, instrúyanse bien los unos a los otros para que puedan discernir cuál es el camino del Señor y cuál el camino del diablo; cuál es el verdadero culto a Dios y cuál el culto al diablo y a los ídolos; cuáles son los hijos del Señor y cuáles los hijos del diablo. Pues los hijos del Señor no son de este mundo, y por eso el mundo los odia. Todos sufren persecución, son llevados a la muerte como ovejas al matadero, y son odiados y atacados por todos. No tienen lugar seguro donde morar. Se les considera la escoria de la tierra. Lloran y lamentan, y el mundo se regocija. Sufren reproche porque confían en el Dios viviente. En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: el que hace justicia es justo, como él es justo. El que practica el pecado es del diablo.” Por lo tanto, hijitos míos, no améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre (Santiago 1.27; Juan 17.16; Salmo 44.22; Isaías 59.15; 1 Corintios 4.11, 13; Juan 16.20; 1 Timoteo 4.10; 1 Juan 3.7, 10; 2.15–17).
Mis más queridos, sepan que yo tuve un gran debate con las potestades que dominan este mundo de tinieblas y con los falsos profetas; pues ellos dijeron que uno puede escucharlos y ser instruido por ellos, aunque no viven según los mandamientos del Señor. Entonces yo les pregunté:
—¿Verdad que le es un extraño al Señor aquél que no camina en los mandamientos de él?
—Sí —contestaron ellos.
Entonces yo les dije que Cristo dice (Juan 10.27): “Mis ovejas oyen mi voz (...) y me siguen”; más no conocen la voz de extraños, y por eso huyen de ellos. Entonces, si yo escuchara a los extraños, no sería oveja de Cristo; pues sus ovejas no escuchan a extraños.
Entonces contestaron:
—Ellos seguramente predican la verdad; la palabra no por eso disminuye.
Yo contesté:
—Juan dice (1 Juan 2.4): “El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él”. ¿Y si no hay verdad en él, cómo puede decir la verdad? De otro modo, lo que Juan escribe es mentira. Cristo dice (Mateo 7.18) que el árbol malo no puede dar frutos buenos. También dice (Mateo 12.34): “¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos?” Resuelvan esto, y los creeré. Yo les digo que aunque tomaran un Testamento y lo leyeran de principio a fin en su Iglesia, tal y como los apóstoles lo escribieron, aun así les probaría que mienten. Pero si un hombre que anda en los pasos del Señor hablara las mismas palabras, él hablaría la verdad. Si uno de su grupo predicara estas palabras en su templo, dirigiéndose a los borrachos, los adúlteros, los ladrones, los homicidas, los avaros, los maldicientes, los mal hablados, diciéndoles: “Vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia” (1 Pedro 2.9–10), si él hablara estas palabras a estas personas malas, ¿no mentiría? Pero si un hombre temeroso de Dios hablara estas palabras con referencia a las personas que temen a Dios, diría la verdad. De nuevo, si ustedes predicaran así: “Por tu causa somos llevados a la muerte, como la oveja para el degolladero”, ¿no sería esto una mentira? Pero un hombre temeroso de Dios diría la verdad.
Hablamos mucho, pero de nada sirvió. Entonces pregunté:
—¿Tendrán que ser espirituales todos los hijos del Señor?
—Por supuesto.
Entonces les pregunté:
—¿Por qué ustedes se llaman espirituales, y llaman a los demás seglares, cuando todos deben ser espirituales? —No supieron contestarme. Yo les dije—: Cristo no oró por el mundo, sino por los que no son del mundo (Juan 17.9). Ahora, si ustedes son espirituales, ¿por qué no son unidos? Algunos se visten sólo de gris, no pueden tocar dinero, y sus zapatos deben tener una abertura en la parte superior; otros pueden vestirse sólo de negro. Unos se visten de varios colores, y a otros no les es permitido comer comida cocinada, ni hablar con sus padres cuando los ven. Pero cuando no los ven, entonces pueden hablar con ellos. Todas estas sectas son diferentes, y son plantadas por los hombres y no por Dios; por lo cual todas serán desarraigadas (Mateo 15.13). —No tenían mucho que decir en cuanto a esto. Después dije—: Su doctrina es doctrina del diablo; pues todo lo que hacen y observan es contrario a la verdad, como dice Pablo en 1 Timoteo 4.1, 3: “En los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó.” Ahora bien, yo veo que ustedes enseñan esto; pues prohíben casarse, y prohíben comer ciertos alimentos. —Entonces ellos me dijeron que me fuera.
Poco después, llegó el decano de Ronse, y con él, otro sacerdote. Ellos me atacaron severamente con preguntas sutiles; pero el Señor me ayudó y no fui engañado. Él me preguntó si yo no creía que el pan que Cristo les dio a sus apóstoles era el cuerpo de Cristo, cuando él dijo: “Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido”.
Yo contesté:
—Ese pan no era el cuerpo de Cristo que fue quebrado por nosotros, sino un recordatorio.
Él contestó:
—El pan se cambió en su cuerpo. —Pero yo les dije que era un recordatorio, y no el cuerpo mismo. Entonces me preguntaron acerca del bautismo, si los infantes tienen que ser bautizados. Yo les dije:
—No hay nada escrito acerca del bautismo de infantes, pero sí del bautismo de la persona que tiene fe.
Ellos entonces dijeron:
—Vea, nosotros le probaremos que los infantes tienen que ser bautizados. ¿No dice Cristo en Juan 3: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”?
Yo contesté:
—Esto no se dirige a los infantes, sino a aquellos que pueden escuchar.
Mas ellos dijeron:
—A eso se refiere —y, aferrándose a este versículo, querían probar y establecer la validez del bautismo de infantes. Así hablamos mucho, pero en nada estábamos de acuerdo.
Por lo tanto, yo los amonesto, queridos hermanos, que se instruyan bien entre sí acerca de la santa cena, el bautismo, la encarnación de Cristo, y con respecto a los hijos espirituales y los hijos del mundo. Anden sabiamente en el temor del Señor y no les teman a los hombres, aunque ellos rujan con furia. También les ruego, queridos hermanos, por el amor de nuestro Señor, que todos oren al Señor por mí, para que yo pueda mantenerme firme cuando me enjuician. Yo les ruego, además, que con diligencia instruyan en todo asunto a mi querida madre, también a mi hermano y a mi esposa, por si acaso ellos se conviertan. El Señor os llene de su Espíritu. Amén. Escrito con temor por causa de las personas que siempre estaban aquí. Que la abundante gracia y paz de Dios el Padre y del Señor Jesucristo estén con ustedes. Amén.
El que teme al Señor hará lo correcto (Eclesiástico 15.1).
Capítulos
IntroducciónEsteban y otros
Miguel Sattler y otros
Martirio de cuatro señoras
Cartas y confesiones escritas en la cárcel
Lenaert Plover y otros