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La mayordomía

Dallas Witmer

Traducido y adaptado por Timoteo Miller

Lección 5

El tiempo como un don de Dios

Introducción

El tiempo es un regalo que Dios nos da a todos, sin hacer distinción. Cada persona, sea trabajadora o perezosa, sea pobre o rica, recibe veinticuatro horas en el día para cumplir con lo que tiene que hacer. Ya que el tiempo es algo que Dios nos ha dado, nosotros tenemos que reconocer que él es el más indicado para decirnos cómo debemos utilizarlo.

Es difícil imaginar la ausencia del tiempo. Nos resulta difícil imaginar un mundo que no tenga años, meses, días, horas, minutos y segundos. Toda nuestra vida está estrechamente relacionada a esa cosa intangible que nosotros llamamos “tiempo”.

Al principio de la historia de la humanidad sólo se mencionan los días y las noches. El hombre más tarde empezó a marcar el paso de los días y las noches con unidades más pequeñas a las cuales llamó horas. Después se perfeccionó aun más el cálculo del tiempo al dividir la hora en sesenta minutos y los minutos en sesenta segundos. Con los avances de la ciencia, ahora se puede medir las milésimas de un segundo con una exactitud atómica. El hecho de calcular el tiempo le da significado, valor y dirección al mundo en que vivimos.

Al nosotros comprender la importancia de utilizar bien el tiempo, y al comprender acerca su brevedad, llegamos a comprender un poco más acerca de la infinidad de la eternidad. Moisés lo expresó de esta forma: “Acabamos nuestros años como un pensamiento. (...) Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría” (Salmo 90.9, 12). Moisés se dio cuenta de la brevedad del tiempo de su vida y de la necesidad de prepararse para la eternidad.

 

Para leer y estudiar

1. El diario de Dios en los siete días de la creación del mundo (véase Génesis 1.1–2.2).

2. Ideas acerca del tiempo y de la eternidad (véase Salmo 90).

3. Las hormigas nos enseñan a aprovechar bien el tiempo (véase Proverbios 6.6–11).

Bosquejo de la lección

A. Tenga prioridades correctas

B. Establezca un horario

C. Aproveche su tiempo

D. Su tiempo se acaba

***

A. Tenga prioridades correctas

La vida consiste en una serie de cosas que hacemos y que conocemos. Todo lo que hacemos toma su tiempo al igual que todo lo que conocemos ha tomado su tiempo aprenderlo. La realidad es que a veces no tenemos tiempo para cumplir con todo lo que quisiéramos hacer. ¿Cómo vamos a decidir qué debemos hacer primero y qué debemos dejar para después… si nos sobra el tiempo? La buena mayordomía del tiempo consiste en priorizar las actividades de la vida que nos son más importantes, asignándoles sus respectivos tiempos u horarios a medida que pasan los segundos, los minutos, las horas, los días, los meses y hasta los años.

1. Dios y otras personas primero

Dios nos ha dado el tiempo como una bendición más para el género humano. Es por eso que nosotros debemos dar prioridad en invertir tiempo en su servicio y en servir a los demás.

Tenemos mucho trabajo material por hacer, pero cuando Dios nos pida unos minutos para testificarle a un alma perdida acerca de la fe en Cristo, o una hora diaria para nuestra lectura privada de la Biblia,

o un tiempo de oración entonces debemos dar prioridad a estas cosas. El trabajo puede esperar. Note cómo Jesús dedicaba tiempo a Dios aun cuando estaba muy ocupado: “Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba” (Marcos 1.35).

Josué también descubrió la necesidad de aprovechar las horas tranquilas de la mañana para meditar y planear las actividades del día. Si bien tuvo que cruzar el Río Jordán, conquistar a Jericó o echar fuera el pecado del campamento, “Josué se levantó de mañana” (Josué 3.1; 6.12; 7.16). Quizá Dios desea que usted también le dedique las primeras horas de la mañana.

Dé prioridad a su tiempo con Dios. Dedique un tiempo a diario para orar a Dios en privado y para leer la Biblia. Tome de su tiempo para asistir a todos los servicios y actividades programadas por su iglesia.

Dedique un tiempo para dar testimonio de lo que Dios ha hecho en su vida. Tome de su tiempo para servir en la iglesia sin importar cuál obra de amor o dónde mejor puede ser tal servicio. Dedíquele a Dios y a los demás lo mejor de su tiempo.

2. Su trabajo

Proveer para suplir las necesidades de nuestras familias es algo que Dios demanda de nosotros. De manera que al trabajar para el sustento de nuestra familia también estamos trabajando para Dios. En 1 Timoteo 5.8, Dios dice: “Si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo”.

3. Su tiempo libre

Todos sabemos que no podemos estar trabajando todo el tiempo. El cuerpo necesita descansar. Las personas de algunas culturas tienen por costumbre descansar después del mediodía. Es sabio invertir una parte del tiempo libre para jugar con sus hijos o visitar a algún anciano para ayudarle en algún trabajo o visitar a los huérfanos y a las personas que han enviudado. Esto es un tiempo bien aprovechado.

El tiempo es muy valioso. Para aprovechar su tiempo al máximo, por favor, considere cada minuto hasta de su tiempo libre como algo valioso. ¿Cuántas veces usted ha estado sentado en la sala de espera de alguna oficina sin nada que hacer? Hay algunas personas que apenas se sientan en alguna parte y enseguida sacan un buen libro para leer. ¡Siga su ejemplo! ¡Aproveche el tiempo!

Puede ser que otras veces usted se encuentre esperando el transporte en la parada del ómnibus. ¡No desperdicie este tiempo libre! Mientras está esperando el ómnibus, usted puede pensar en cómo mejor testificarles a otros de Cristo y practicar lo que ha pensado, usted puede hacer planes futuros, usted puede sacar cuentas acerca de su mayordomía financiera, etc. Es más, usted puede traer consigo algunos tratados evangélicos y allí mismo comenzar a distribuirlos aprovechando bien el tiempo mientras espera. Así usted aprovecha bien su tiempo libre y también el de otras personas que prácticamente no están haciendo más que esperar. Por otra parte, en ese mismo lugar usted puede tratar de enseñarles a las almas perdidas el camino de la salvación. Tome de su tiempo para conversar con las personas que, al igual que usted, están esperando su transportación. Inicie la conversación con algunas palabras de amistad y cortesía. Y si la persona muestra interés, entonces continúe en su misión de testificar acerca de la fe en Cristo Jesús.

B. Establezca un horario

El mayordomo sabio sabe que si desea utilizar bien el tiempo que Dios le da, él tiene que establecer un horario para que no termine desperdiciando las horas del día. El buen mayordomo sabe estimar el valor de cada actividad y así es como divide el tiempo disponible, repartiendo a cada actividad la cantidad de tiempo que le corresponda según su importancia.

Tal vez usted piensa que el tipo de trabajo que tiene le impide que tenga un horario, pues nunca puede planear lo que le sucederá más adelante. En realidad, hay trabajos donde no se hace fácil establecer y mantener un horario. Sin embargo, nosotros siempre podemos beneficiarnos al establecer un horario para las actividades fundamentales del día.

Como cristianos, nosotros reconocemos que Dios dispone cada momento de nuestras vidas. Pero esto no quiere decir que no debemos planear nuestras vidas conforme a lo que entendemos acerca de la voluntad de Dios. El Señor desea que nos esforcemos en aprovechar bien el tiempo (véase Efesios 5.16–17). Por supuesto, nosotros cumplimos con este mandamiento bíblico al establecernos un horario.

Con sólo observar y analizar el orden que hay en la naturaleza nos podemos dar cuenta que nuestro Dios es un Dios de orden. Dios le da un horario al tiempo. Nuestro Dios Todopoderoso ha establecido los días, los años, los siglos y hasta el fin del tiempo. El Señor tiene un horario para cada día de nuestra vida. Es nuestra responsabilidad cumplir con ese horario.

La realidad es que para cumplir con sus responsabilidades de manera adecuada entonces es necesario tener un horario. Al tener un horario uno puede enfrentar el día, teniendo una estrategia o plan y un medio por el cual hacer cumplir tal plan. ¡Póngase metas! Es sabio tener un horario, ya sea mental o escrito. No se preocupe por ello, aunque usted sepa por experiencia que las circunstancias del día fácilmente pueden cambiar su horario. Un horario interrumpido es mejor que un día desordenado.

1. Sea flexible

Al establecer su horario, recuerde las palabras “práctico” y “flexible”. Existen ocasiones donde lo que parece impedir que usted logre su meta es algo que Dios está usando para darle una meta mucho mejor o una mejor manera de llegar a su meta. De manera que, si sucede que todo parece estar en contra de su horario, permita que Dios lo cambie; sea flexible. Siempre podemos estar seguros que el plan de Dios para nuestras vidas es el mejor.

Por supuesto, el mejor horario para usted es el que cumple con sus necesidades. Algunas personas trabajan mejor y son más eficientes cuando le ponen horario a casi cada hora de su día. A otros les ayuda mejor un horario más general. El tipo de trabajo que usted hace le ayudará a determinar qué tipo de horario necesita. Para algunos, el propio trabajo que tienen casi les provee todo el horario que necesitan. Otros tienen que esforzarse mucho para organizar su trabajo dentro de los parámetros del tiempo que disponen para hacerlo. Pero en todo caso, usted debe tener un horario para no desperdiciar el tiempo.

Ahora bien, ¿cuáles son algunas actividades fundamentales de su modo de vida a las que puede poner un horario para ser mejor mayordomo del tiempo que Dios le ha dado?

2. Póngale un horario a las actividades diarias

Aunque su trabajo sea de tal manera que le resulte imposible tener un horario detallado, aun así le será de mucho provecho tener un horario para algunas cosas. Por ejemplo, cuando se acerca la hora de la comida, si usted es mujer, prepare la cena de tal manera que esté lista para servir a la hora fijada. Y si es hombre, no siga trabajando cuando es hora de cenar, sino vaya y cene junto con su familia.

Otras actividades diarias a las que usted puede establecerles un horario son las horas de acostarse y de levantarse. En la medida de lo posible, toda familia debe tener una hora fija para acostarse y otra para levantarse. No es bueno ni saludable que la familia se levante cuando lo desee y sin tener un horario fijo.

¡Sea disciplinado! Establezca un horario para las actividades de su vida diaria y usted se sorprenderá al notar los resultados positivos: más trabajo realizado, más orden en su vida, menos frustración.

Además, al establecer un horario y cumplirlo, ¡usted verá que esto le ayudará a vencer la tentación de pecar en muchas áreas de la vida! ¿Cómo es eso? Sencillamente no le quedará tanto tiempo para pecar. El que peca siempre dedica una parte de su tiempo para pecar. Cuando no estamos cumpliendo con ningún horario, entonces la tentación de pecar es mucho más fuerte. Por eso dice el refrán: “Las manos ociosas son las herramientas del diablo”. La Biblia dice que “los días son malos” (Efesios 5.16). Use su tiempo sabiamente y usted no tendrá tanto tiempo para pecar. Es una manera bíblica de evitar el pecado.

C. Aproveche su tiempo

Busque en los siguientes versículos de la Biblia para ver cuáles son algunas cosas que Dios condena en cuanto al mal uso del tiempo. Anote el pecado relacionado con el tiempo mal invertido que se menciona en cada cita bíblica:

1. Proverbios 19.15:

2. Proverbios 24.30–34:

4. Lucas 19.11–27:

5. 1 Timoteo 5.13:

6. ¿Cuál parece ser el principal pecado relacionado con el tiempo invertido según las citas bíblicas anteriores?

7. ¿Cómo este pecado conduce a otros abusos del tiempo?

8. Ezequiel 16.49:

La Biblia ofrece muchas enseñanzas positivas acerca del uso del tiempo. Ella menciona muchas cosas de valor en las cuales podemos ocuparnos a diario. Si seguimos ocupados en estas cosas de valor, nosotros aprovechamos bien el tiempo para nuestro beneficio y la honra y la gloria de Dios. Busque los siguientes versículos y anote los buenos usos del tiempo que se mencionan en cada uno de ellos:

1. 1 Pedro 1.17 (una actitud):

2. Efesios 5.15–17 (un estilo de vida):
3. Romanos 13.11 (un pensamiento):
4. Lucas 2.49 (las prioridades de Jesús):

5. 1 Tesalonicenses 4.11 (un trabajo digno):

 

D. Su tiempo se acaba

Nuestra vida es muy breve. Losjóvenes tienden a pensar que tienen muchos años por delante. Pero entre más años tiene la persona, más rápido le parece que pasa el tiempo. Así que, vemos que la mayordomía del tiempo es importante a la luz de la extrema brevedad del mismo. De seguro que nadie entiende la brevedad de la vida mejor que esas personas que tienen setenta u ochenta años de edad.

Ya sea que seamos jóvenes o ancianos, es importante que tengamos presente acerca de la brevedad de nuestra vida física aquí en la tierra. Sin lugar a duda, la persona que vive con el pensamiento que en cualquier momento puede morir se hace mucho más propensa a aprovechar mejor su tiempo. Fue por esto que el salmista clamó: “Hazme saber, Jehová, mi fin, y cuánta sea la medida de mis días; sepa yo cuán frágil soy” (Salmo 39.4).

 

Lección 6


 

El buen uso de nuestros talentos

Introducción

Existe una gran diferencia cuando se trata de las habilidades de las personas. Algunas personas tienen muchas habilidades, mientras que otras tienen menos. La mayoría de las personas piensan que esta diferencia se debe al nivel de inteligencia que posee cada persona. Pero lo cierto es que nuestro CI (Cociente Intelectual) no nos da el nivel de nuestras habilidades, sino que es Dios quien lo hace de acuerdo a cómo él lo ha decidido.

Nosotros a menudo nos referimos a nuestras habilidades como “talentos”. La parábola en Mateo 25.14–30 nos enseña que todos tenemos talentos. Otros pasajes de la Biblia confirman que los talentos que tenemos son dádivas o regalos de Dios, y nosotros nada más somos mayordomos de los talentos que él nos da.

Al reconocer que Dios ha dado talentos especiales a cada persona, nosotros debemos quedarnos admirados de su amor y de cuánto se interesa por cada uno de nosotros. Yo pienso que este estudio es importante ya que aquí podemos darnos cuenta acerca de cuáles talentos nos da Dios y cuáles son las instrucciones que él nos ofrece acerca de cómo nosotros debemos usarlos.

Para leer y estudiar

1. Isaías reconoce que él no es capaz (Isaías 6).

2. Dios amonesta a Moisés por tener miedo (Éxodo 3.1–12; 4.10–17).

3. Lo que enseñó Jesús acerca de los talentos (Mateo 25.14–30).

4. Edificando para Dios (1 Corintios 3.9–23).

.                  Bosquejo de la lección

A. Todos hemos recibido talentos

B. Habilidades naturales

C. Habilidades especiales

D. Aprovechemos las oportunidades para usar nuestros talentos

E. Evitemos el desperdicio de nuestros talentos

F. Daremos cuenta de cómo usamos nuestros talentos

G. Nuestro Señor nos recompensará

A. Todos hemos recibido talentos

En la parábola de los talentos, Jesús nos enseña acerca de la mayordomía de los talentos (véase Mateo 25.14–30): Un señor tenía tres siervos: el primero tenía muchas habilidades; el segundo, menos; el tercero, muy pocas. El señor le dio dinero a cada uno de sus siervos, conforme a las habilidades de cada uno. El primero recibió cinco talentos; el segundo, dos; y el tercero, sólo uno. Después, el señor salió de viaje. Él esperaba que su dinero aumentara mientras estuvo de viaje. Los tres siervos sabían que tendrían que dar cuenta de su mayordomía. Dos de ellos usaron bien sus talentos, pero uno enterró su talento en la tierra. Al regresar el señor, los dos que invirtieron sus talentos dieron cuenta de su mayordomía con mucha alegría. Ambos le trajeron a su señor la ganancia y los talentos que él les había dado. El perezoso sólo le trajo al señor lo que le había dado. Además, él acusó a su señor de ser un hombre duro y vividor. Este mayordomo se sintió ofendido que su señor recibiera provecho del trabajo de otros. Los siervos fieles recibieron una gran recompensa. El perezoso recibió un fuerte castigo.

Nosotros somos siervos de Dios. Dios nos ha dado talentos según nuestras habilidades. Si rehusamos usar el talento que Dios nos ha dado, dejando de hacer algún trabajo que Dios nos ha encomendado, somos como el siervo perezoso. Si empleamos las habilidades que Dios nos da para lograr fama y riquezas mundanas, entonces eso sería igual que enterrar nuestro talento, pues sólo traería beneficios terrenales y no produciría ningún beneficio celestial. La calidad de nuestra mayordomía depende de cómo usamos las habilidades y talentos que Dios nos da.

B. Habilidades naturales

Todos tenemos habilidades naturales. Las habilidades innatas que tenemos son el resultado de la combinación de los genes que Dios nos ha dado. Sin embargo, el ambiente y la preparación académica influyen drásticamente en las habilidades naturales de la persona.

A veces las habilidades naturales originales de una persona apenas se notan después que las condiciones externas hayan influido en ellas. Por ejemplo, hay personas que cuando eran jóvenes tenían un talento muy hermoso a la hora de ayudar a otros sin interés. Pero después de ingresar a su carrera profesional dejaron ese talento y ahora sólo ayudan a las personas cuando tal ayuda implica beneficios económicos o sociales para ellos mismos. La buena mayordomía de nuestros talentos naturales requiere que nosotros controlemos las influencias externas que afectan nuestras habilidades naturales.

C. Habilidades especiales

Dios a veces nos da habilidades especiales que superan a las que tenemos de forma natural. Él nos las da para que las usemos a la hora de cumplir con alguna responsabilidad o trabajo específico. Podemos leer acerca de un ejemplo de lo que aparece aquí al meditar en Éxodo 4.10–12:

Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua. Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿o quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová? Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar.

Nosotros, al igual que Moisés, a veces nos sentimos muy incapaces para hacer la obra que Dios desea que hagamos. Pero sabemos que a quien Dios llama, él también capacita, dándole las habilidades y talentos especiales que necesita para hacer la obra especial a la que le está llamando.

A estas habilidades y talentos especiales muchas veces les llamamos dones del Espíritu Santo. La Biblia dice:

Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas (1 Corintios 12.8–10).

Los dones del Espíritu Santo son dados de forma sobrenatural. Estos dones bendicen a la congregación en la que los mismos se manifiestan para ayudar en la extensión del evangelio. Todavía hay muchos “hombres sin letras y del vulgo”, al igual que Pedro y Juan, que asombran a muchos con sus habilidades en las cosas del reino de Dios. Aunque las mismas no son habilidades naturales, sino habilidades y talentos especiales dados por el Espíritu Santo.

D. Aprovechemos las oportunidades para usar nuestros talentos

Ya el Señor no está con nosotros de forma física.Y muchos de nosotros nos preguntamos acerca de cómo invertir nuestros talentos. Quizá hasta sentimos la tentación de enterrarlos, al igual que lo hizo el siervo inútil y perezoso en la parábola de Jesús. Pero no vamos a ceder ante esta tentación porque nosotros somos de los que buscamos usar los talentos que nos han sido encomendados para hacer ganancias para el Señor.

Dios nos rodea con muchas oportunidades para que usemos nuestros talentos para su gloria y su honra. A nosotros nos corresponde aprovechar estas oportunidades al hacer un buen uso de nuestros talentos para traer mayores ganancias al Señor quien nos los entregó.

Para poder utilizar bien nuestros talentos, nosotros tenemos que ser capaces de discernir la voluntad de Dios. Esto lo podemos lograr al acercarnos a él así como también al escuchar la voz del Espíritu Santo, seguir las instrucciones de la Biblia y pedirles consejos a los hermanos. Dios se satisface al mostrarnos dónde y cómo usar nuestros talentos para que rindan mucha ganancia. Sin embargo, nosotros tenemos que evitar acciones o palabras que sabemos que estorban nuestra visión espiritual. Nos es necesario despojarnos de todo deseo egoísta para que estemos completamente bajo la dirección del Espíritu Santo. Entonces así estaremos listos para usar los talentos para la gloria de Dios y para el beneficio de los demás.

Por favor, abra sus ojos y vea todas las oportunidades que tiene delante de usted para usar sus talentos. Por ejemplo, hay corazones heridos que necesitan sanidad emocional, hay almas pecadoras que hay que llevar a Cristo, hay niños huérfanos que cuidar, hay cristianos desanimados que fortalecer y hay jóvenes confundidos que aconsejar. Si Dios le ha bendecido a usted con la habilidad de simpatizar o con el talento de hacer volver a los descarriados, ¡manos a la obra! Ejerza sus talentos para la gloria de Dios.

Por otra parte, los talentos que se relacionan con los trabajos materiales diarios también pueden invertirse para la gloria Dios. Nuestro testimonio puede brillar para Dios en la comunidad donde vivimos si en cada trabajo que hacemos siempre andamos con honradez e integridad.

Ahora bien, la inversión de nuestros talentos para la gloria de Dios no consiste en buscar frenética o desesperadamente alguna oportunidad para hacer lucir nuestras habilidades. Más bien, consiste en caminar fielmente en la vida diaria, dirigidos por Dios y su palabra. Esto quiere decir que vamos a saber andar libres de cualquier orgullo o deseo egoísta.

E. Evitemos el desperdicio de nuestros talentos

En esta sección vamos a tomar por sentado que usted es seguidor de Cristo y que por consiguiente no está desperdiciando los talentos que el Señor le ha dado. Uno desperdicia los talentos que el Señor le ha dado al involucrarse en las cosas o los trabajos que implican pecado. Para el cristiano, algunas de las tentaciones más comunes que hacen desperdiciar sus talentos incluyen el gran desperdicio de los talentos que se invierten hoy en la falsificación de los dones espirituales y el mal uso de los talentos al esforzarse por acumular riquezas terrenales.

A fin de evitar este desperdicio tenemos que invertir nuestros talentos donde Dios pueda bendecirlos. Sería una lástima invertirlos de forma incorrecta, pues al fin saldríamos perdiendo. La Biblia lo expone de esta forma:

Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego (1 Corintios 3.11–15).

Amigo cristiano, no desperdiciemos nuestros talentos obrando en edificaciones falsas de madera, de heno o de hojarasca. Desarrollemos nuestros talentos de tal modo que produzcan un fruto duradero y eterno.

La realidad es que sería muy triste ver convertirse en humo todo el trabajo que hicimos en la vida, aun si fuésemos salvos.

Ahora vamos a meditar un poco en cuanto al gran desperdicio de talentos que está teniendo lugar hoy en las congregaciones donde predominan los falsos dones espirituales y la “adoración” barata, bulliciosa y mundana. Se está desperdiciando un montón de talento musical al convertir la música en un negocio y en un mero entretenimiento religioso. Mucho dinero y talentos se están desperdiciando en las campañas de sanidad donde los evangelistas impostores y ambiciosos engañan a miles de personas ingenuas. Muchas congregaciones llenas de personas carecientes de una victoria espiritual personal en sus vidas están esforzándose más y más por obtener algún don o talento carismático. Pero el desperdicio y la destrucción espiritual siempre acompañan a estos esfuerzos ya que estas personas buscan la manera de obtener los dones sin tener que arrepentirse del todo de los pecados que ellos secretamente aman y practican.

Se ha demostrado que muchas instituciones de preparación académica y religiosa, tales como las universidades y los seminarios teológicos, en muchos casos lo que han hecho es echar a perder los talentos de las personas en lugar de desarrollarlos para la gloria de Dios. La gran mayoría de estas instituciones se enfocan en enseñarles a sus estudiantes cómo hacer uso de sus talentos para buscar la fama, el prestigio y las riquezas materiales. Se conoce que el verdadero motivo de muchos de los estudiantes que asisten a estas instituciones es aprender a cómo aprovechar sus talentos para beneficiarse ellos mismos y para satisfacer sus ambiciones personales en lugar de aprender a cómo negarse a sí mismos y servir a Dios desinteresadamente.

Es necesario que aprendamos a evitar toda clase de desperdicio y falsificación de los talentos que Dios nos ha dado para convertirnos en mayordomos fieles y fervientes, administrando nuestros talentos para la gloria de Dios y el beneficio de los demás.

F. Daremos cuenta de cómo usamos nuestros talentos

Nosotros sabemos que Dios es el que nos ha dado los talentos que tenemos. Y él nos pedirá cuentas de cómo los usamos. Los talentos que tenemos son inversiones especiales de Dios en nosotros. Él nos da los talentos específicos que concuerdan con el plan específico que él tiene para nuestras vidas. Ya que servimos a Dios por amor y de forma voluntaria, no vamos a pensar que rendirle cuentas se convierta en una carga para nosotros. Es justo que Dios, a cambio de su interés especial y personal en nuestras vidas, pida que le rindamos cuentas de cómo usamos los talentos que él nos da.

G. Nuestro Señor nos recompensará

En la parábola de Jesús, el siervo perezoso sólo se fijó en la severidad de Dios con los infieles. Este siervo infiel no se fijó en las abundantes recompensas que Dios les da a los mayordomos fieles.

En cambio, los dos siervos fieles que habían multiplicado los talentos que su señor les encomendó pudieron escuchar las benditas palabras: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25.21). El gozo de nuestro Señor vale mucho más que los dos o cinco talentos extras que él nos da al esforzarnos en su obra. Nuestro Señor es muy tierno y compasivo con los mayordomos fieles y él continúa derramando sus bendiciones sin medida sobre sus vidas.

Por otro lado, los requisitos de nuestro Señor para con los talentos que él nos da son razonables y sus galardones son seguros. Permitamos que el Señor nos muestre la mejor manera de invertir los talentos que él nos da.

 

Lección 7

Somos embajadores de Cristo y mayordomos del evangelio

Introducción

“Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios” (2 Corintios 5.20).

El cristiano, mayordomo del evangelio, es también un embajador de Cristo en la tierra. El puesto de embajador es el puesto más importante que puede desempeñar un oficial gubernamental estando en tierra extranjera. Dios tenía un propósito especial al calificarnos de embajadores de su reino. Notemos algunos de los propósitos de Dios con respecto a esto:

.                      • El embajador siempre es extranjero en el lugar donde desempeña su oficio porque uno no puede desempeñar la posición de embajador estando en su propio país. Nosotros como embajadores del reino de Dios estamos trabajando en el extranjero porque el cielo es nuestra verdadera patria.

.                      • Un embajador no es una persona que promueve su agenda personal. El embajador sirve al representar y declarar los sentimientos, los intereses y las políticas del gobierno que lo envió. Los embajadores de Dios deben renunciar a su identidad personal al entregarse de llenos a la tarea de representar fielmente al reino donde está su ciudadanía.

.                      • Los embajadores son personas que se entregan a la causa de cumplir con su cargo en la mejor manera posible. Pero son seres imperfectos por ser humanos. Nosotros como cristianos también somos seres imperfectos. Dios pudiera haber dado al mundo una representación más perfecta de su reino al enviar a los ángeles a la tierra a predicar el mensaje de la salvación. En lugar de eso, él escogió usarnos a nosotros los humanos imperfectos para que de esa manera el mundo supiese que sí es posible vivir en la voluntad de Dios. A cada cristiano se le ha confiado el evangelio para que represente ante el mundo a la patria celestial. Cada cristiano es un embajador del Rey, Cristo.

 

Descubramos por medio de esta lección la magnitud de esta obra de embajador y cómo podemos cumplirla mejor como fieles mayordomos del evangelio.

Para leer y estudiar

1. Perdiendo la vida por causa de Cristo y del evangelio (Marcos 8.34–38).

2. Donde Dios guía, él provee (Mateo 10).

3. Las recompensas de llevar el evangelio a todas partes (Daniel 12.3; Marcos 10.28–31).

 Bosquejo de la lección

A. Somos embajadores con una misión específica

B. Nuestras responsabilidades como mayordomos del evangelio

C. ¿Cómo podemos ser embajadores eficaces?

D. Conclusión

***

A. Somos embajadores con una misión específica

Dios nos ha nombrado como sus embajadores; somos encargados de promulgar su reino. Tenemos la misión divina de enseñarles a otros acerca de la salvación y de proclamar la palabra de Dios a todas las naciones. Para ello, Dios ha invertido algo de mucho valor en nuestras vidas. Dios ofreció a su Hijo Jesucristo para darnos la salvación de forma gratuita. Al igual que cualquier otra inversión o talento que Dios nos ha dado, él espera que administremos fielmente la salvación. Nosotros podemos compartirla, guardarla para nosotros mismos, usarla egoístamente, abusar de ella y hasta arruinarla con nuestros malos testimonios. La realidad es que cada uno de nosotros es responsable de administrar bien el don de la salvación.

Además, Dios nos ha confiado su palabra. La Biblia es el libro más vendido del mundo. No es extraño que millones de personas inconversas tengan una o más copias de las sagradas escrituras. Pero son los cristianos (las personas que verdaderamente creen en Cristo y le obedecen en todo aspecto de sus vidas) los que son los verdaderos guardianes y mayordomos de la Biblia. Es cierto que hombres mundanos e inconversos pueden publicar la Biblia, pero la verdadera interpretación y la aplicación personal de su mensaje les pertenecen a los hijos de Dios, porque solamente ellos tienen al Espíritu Santo. El Consolador, el Espíritu Santo de la verdad, ha sido quien inspiró lo que encontramos en la Biblia y él es quien enseña su verdad.

B. Nuestras responsabilidades como mayordomos del evangelio

1. Aplicarla a nuestra propia vida primeramente

La Biblia dice: “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren” (1 Timoteo 4.16).

Charles Wesley, el famoso compositor de himnos cristianos, escribió:

Yo tengo que guardar Un alma inmortal Y prepararla para entrar Al reino celestial.

Constituye una realidad que no se puede evadir el hecho que es necesario asegurar nuestra propia salvación primeramente si es que vamos a poder ser mayordomos eficaces del evangelio.

Cada cristiano, sin importar cuan maduro sea, siempre tiene que mantenerse lejos del pecado. Esto quiere decir que él tiene que estar listo en todo momento para hacer cualquier sacrificio personal con tal de mantener su propia integridad para que el precioso mensaje que él lleva no quede en ridículo a causa de su vida infiel. Resulta ser algo muy destructivo tener un testimonio entre los incrédulos de poseer un carácter manchado por el pecado mientras se profesa ser un misionero cristiano. Cuando David pecó, Dios le dijo: “Por cuanto con este asunto hiciste blasfemar a los enemigos de Jehová…” (2 Samuel 12.14).

2. Ir con el mensaje

Cristo dijo: “Id” (Mateo 28.19). El evangelio debe llegar a todas las naciones. Los cristianos deben sentir una urgencia de llevar el mensaje de la salvación a cualquier comunidad donde no exista una iglesia bíblica y donde no se predica el evangelio. Este sentido de urgencia debe producir convicción en nosotros y también un deseo profundo de ponernos a obrar en la extensión del reino de Dios en la tierra. ¡A trabajar en la viña del Señor!

La Biblia enseña que debemos siempre estar prestos para dar testimonio acerca de nuestra fe en Cristo (véase 1 Pedro 3.15–16). Por supuesto, nosotros debemos compartir el mensaje de salvación con las personas en nuestras propias comunidades. Cristo dijo “Id”. Esto incluye ir primero a nuestros vecinos cercanos. Dios promete muchas bendiciones para todo aquel que sale en busca de las almas que andan enredadas en el pecado (véase Santiago 5.19–20). La Biblia misma nos ofrece ejemplos maravillosos del celo misionero y de la visión de lo que significa alcanzar almas para Cristo (véase Romanos 9.1–3; Mateo 23.37). Sigamos estos ejemplos.

3. Enseñar toda la verdad

Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén (Mateo 28.19–20).

La tarea de ir y predicar el evangelio puede ser una tarea algo difícil de cumplir. Sin embargo, la realidad es que hacer discípulos, enseñándoles a practicar todas las cosas que Jesús nos enseñó, es una tarea mucho más complicada que tan sólo presentar el evangelio del Señor. De hecho, sería imposible si no fuera por la promesa de Jesús: “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”.

Cristo dijo que nosotros debemos enseñarles a las naciones todo lo que él nos enseñó. Esto incluye el amor hacia los enemigos, la consagración a Dios en todo aspecto de la vida, el juicio venidero, la abnegación y todo lo demás que Jesús nos enseñó.

Los buenos mayordomos del evangelio promueven un programa completo de enseñanza doctrinal en sus congregaciones. Ellos siguen y obedecen al Señor de la forma que lo describe la Biblia. Un programa eficaz de adoctrinamiento en las doctrinas del Señor da un buen fruto para tener un grupo de jóvenes fuertes espiritualmente, un grupo de adultos estables y un grupo de ancianos firmes en la fe, dando ejemplos a los demás de cómo vivir la vida cristiana.

Es espantoso llegar a conocer que existen muchas congregaciones donde no se les anuncia “todo el consejo de Dios” (véase Hechos 20.27). Los miembros de estas congregaciones organizan grandes campañas de evangelización, pero no les enseñan a los nuevos creyentes acerca de la importancia de seguir las enseñanzas de Cristo en su vida diaria. Existen muchos líderes cristianos que tendrán que dar cuenta por ese gran fracaso.

C. ¿Cómo podemos ser embajadores eficaces?

En el mundo de hoy existe una gran cantidad de falsos embajadores de Cristo. Las personas inconversas llegan a una conclusión falsa acerca de cómo es la vida en el reino de Dios a causa de la vida mundana e hipócrita que viven algunos de los que profesan ser cristianos. Además, muchos de los que están solicitando la ciudadanía celestial están siendo engañados acerca de los requisitos de Dios para obtener la ciudadanía en su reino.

Es necesario que cada uno de nosotros sepamos examinarnos a nosotros mismos para ver cómo podemos evitar ser embajadores falsos, y cómo podemos ser embajadores aprobados por Dios.

1. Tenemos que testificar

Si hay algo que los cristianos deben acostumbrarse a hacer es dar testimonio de Cristo. Sólo quienes viven vidas santas pueden dar un testimonio realmente poderoso y eficaz para Cristo. Un “testigo” que no vive una vida santa es nada más un metal que resuena o un platillo que hace ruido.

Para poder testificar eficazmente es necesario vivir una vida santa. Además, usted debe hablar acerca de Cristo. Usted no tiene que ser un experto en este asunto de hablar acerca de Cristo. Lo único que necesita tener es sentir una carga por el bienestar eterno de los perdidos, sentir la necesidad de hablarles acerca de Cristo y buscar oportunidades para hacerlo. Mientras va adquiriendo más experiencia, usted va a aprender cómo usar las oportunidades que se le presentan para comenzar una conversación con cualquier persona acerca de las cosas de Dios. El Espíritu Santo le guiará a las almas que están buscando la verdad y le ayudará a señalarles al Salvador.

2. Tenemos que extender la iglesia del Señor

Es una gran verdad y un mandamiento de Dios que, para la salud espiritual del pueblo de Dios y para el bien de otras partes de la tierra, las congregaciones bíblicas deben hacer lo posible por comenzar nuevas congregaciones en otros lugares y que no se contenten con sólo agrandar a su propia membresía. La mayordomía fiel del evangelio requiere que extendamos el reino de Dios y que sigamos estableciendo nuevas iglesias en otras partes de la tierra. Jesús dijo que el evangelio es para todas las naciones. La gran comisión no se cumplirá a menos que los cristianos estén listos para dejar sus casas y salir a otros lugares, llevando el mensaje de la salvación en Cristo Jesús.

3. Tenemos que tomar en cuenta las diferencias culturales

Dios les hace un llamado a algunos de nosotros para evangelizar a las personas de otras comunidades y países. Por lo general, las personas en esos lugares tienen prácticas culturales diferentes a las nuestras. Al presentarles el evangelio, nosotros tenemos que tomar en cuenta esas diferencias culturales. Los principios básicos de la Biblia no cambian y se aplican en todo lugar, pero las aplicaciones de los mismos sí cambian según la cultura. Por ejemplo, el principio bíblico de la modestia requiere que los creyentes en todas las culturas se vistan modestamente y de una manera no provocativa ni mucho menos mundana. Sin embargo, nosotros debemos tener presente que la ropa modesta que usamos como creyentes en nuestra cultura latina no es la única ropa modesta que existe. Si viajamos a la India para establecer una iglesia en ese país, nosotros tenemos que permitir que los hermanos de esa tierra nos enseñen cómo es la ropa característica de ese lugar que cumple con el requisito bíblico de la modestia.

Nuestra manera de ser y nuestras costumbres latinas pueden resultar ofensivas a las personas en otras culturas. Como “embajadores de Cristo” se hace necesario que al evangelizar a las personas en otras culturas, nosotros adoptemos la postura de Pablo quien dijo: “A todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos” (1 Corintios 9.22). A Pablo no le interesaba en lo absoluto propagar la cultura judía. Si no nos hacemos “de todo” a todos los hombres entonces podemos ser culpables de propagar nuestra cultura, ofendiendo indebidamente a las personas. No obstante, en lo que se relaciona con asuntos del bien y del mal, nosotros tenemos que siempre conducirnos por los principios bíblicos, ya sea que se acepten como parte de la cultura de un país o no.

En Filipenses 2 se nos dice que debemos seguir el ejemplo de Cristo. El Señor dejó la gloria del cielo para sujetarse a la experiencia humana, caminó entre la humanidad, vivió sujeto a las tensiones y las congojas de los humanos y demostró que sí se puede vivir en la voluntad del Padre Celestial. Jesús se identificó con los más humildes de entre los hombres. Esto lo hizo a fin de poder salvar a la humanidad. Igualmente, nosotros debemos tener una actitud humilde y servir a la gente que estamos tratando de evangelizar si deseamos que ellos acepten al Salvador. La Biblia nos dice que no debemos ser “altivos, sino asociándoos con los humildes” (Romanos 12.16).

D. Conclusión

Ya hemos tocado los temas acerca de ser embajadores de Cristo y mayordomos fieles del evangelio. ¿Qué tipo de embajador es usted para Cristo? ¿Es usted un embajador indiferente, no haciendo mucho y escondiéndose en medio de una congregación grande? ¿Acaso está usted buscando cómo representar fielmente al reino de Dios en su comunidad y cómo promover que todos conozcan a su Rey, Cristo?

¿Está usted viviendo el evangelio? ¿Es un discípulo fiel de Cristo, practicando todo lo que manda el Nuevo Testamento? Sólo así usted puede presentar el evangelio al mundo como un embajador fiel de Cristo.

Nosotros tendremos que dar cuenta por nuestra mayordomía del evangelio. Pablo escribió: “¡Ay de mí si no anunciare el evangelio!” (1 Corintios 9.16). Jesús dijo que aquéllos que, como el hijo perezoso y engañador, dicen que van a hacer la obra de Dios y no la hacen no entrarán en el reino de Dios (véase Mateo 21.28–31).

Los embajadores y mayordomos que tuercen las sagradas escrituras, valiéndose de su mensaje para desarrollar sus propios intereses egoístas, se condenan a sí mismos (véase 2 Pedro 3.16). Ser mayordomo del evangelio es un privilegio sagrado. Si manejamos mal el mensaje del evangelio del Señor entonces incurrimos en la ira del Dios omnipotente. Que Dios nos ayude a ser embajadores fieles y leales, llevando el mensaje de la salvación a este mundo perdido para que muchos sean salvos antes que sea demasiado tarde.

 

Lección 8

La puesta en práctica de la mayordomía fiel

Introducción

La meta de este curso sobre la mayordomía cristiana ha sido para ayudarle a entender los conceptos bíblicos de la mayordomía y para mostrarle ejemplos de cómo aplicarlos en su vida diaria. En las lecciones anteriores nos enfocamos en los conceptos acerca de la mayordomía. En esta lección nos enfocaremos más en la aplicación de estos conceptos en la vida diaria.

La Biblia nos ofrece muchas instrucciones bastante prácticas que se aplican a nuestras vidas diarias. Lo que nos corresponde a nosotros es estudiar la Biblia con un corazón sincero y tomar las medidas necesarias para poner por obra sus instrucciones. Es nuestro deseo que estas lecciones le inspiren para que realmente viva la mayordomía cristiana.

Para leer y estudiar

1. ¡Tenemos que tener valores celestiales! (Colosenses 3.1–10).

2. Sirviendo a Cristo (Mateo 25.31–46).

3. La recompensa del mayordomo fiel (1 Pedro 1.3–5; Apocalipsis 21.1–7).

Bosquejo de la lección

A. De la norma a la práctica

B. Los valores del mayordomo

C. La vida eterna

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A. De la norma a la práctica

Los hombres de principios son aquellos que dirigen sus vidas por las normas que Dios nos ofrece en la Biblia. Ante cualquier situación en su vida, ellos actúan conforme a estas normas. Las normas bíblicas por las que viven les sostienen en tiempos de crisis espiritual o moral. Dios quiere que todos sus hijos sean personas que se dirijan por los principios bíblicos, no sea que sean “llevados por doquiera de todo viento de doctrina” (Efesios 4.14).

Al enfrentar decisiones económicas y al tratar de ser buenos mayordomos para Dios, nosotros debemos sacar nuestra Biblia y buscar allí los principios y las normas que se relacionan con las decisiones que tenemos que tomar. Es nuestra responsabilidad y obligación vivir conforme a esos principios bíblicos. El apóstol Santiago enfatiza este punto cuando escribe: “Al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado”(Santiago 4.17). Cuando encontramos o se nos enseña un principio bíblico, nosotros somos responsables ante Dios de aplicarlo a nuestras vidas.

B. Los valores del mayordomo

Para el que es materialista las cosas que posee son su dios. Este tipo de persona no sabe nada acerca de los valores y de las metas del mayordomo fiel que reconoce que sus posesiones nada más son un encargo de parte Dios, el verdadero dueño de todo y de todos. Incluso entre muchos que se hacen llamar “cristianos” abundan los conceptos erróneos acerca de la relación del cristiano con su Dios, con su prójimo y con sus posesiones. Veamos cómo Dios desea que nos relacionemos con él:

1. El mayordomo y su Dios

Dios es el dueño y Creador de todo. Esto nos incluye a nosotros mismos y a todas las cosas que él ha puesto a nuestro cuidado. El mayordomo fiel reconoce esta gran verdad y, por consiguiente, maneja su vida y sus posesiones de una mejor manera que el inconverso, ya que desea agradar a Dios.

Dios siempre nos ve. Nuestro Dios omnipresente sabe cuánto dinero gastamos en comidas innecesarias y cuánto pagamos por algunos “lujos” de la vida. El Dios omnisciente que nos creó conoce cuánto echamos en la ofrenda y cuánto le damos a un vecino que sufre alguna necesidad. Además, él observa cómo usamos nuestro tiempo. El mayordomo fiel está conciente de todo esto y vive de acuerdo a este conocimiento.

Dios conoce nuestra actitud hacia lo material. El Señor sabe cuánta importancia les damos a nuestras posesiones materiales, cuánta importancia les damos a las cosas eternas, cuánto nos importa nuestra propia familia y hasta si nos preocupamos por nuestros hermanos en la fe. El mayordomo fiel sabe que Dios ve las actitudes de su corazón. Esto le ayuda a relacionarse correctamente con su Dios.

Es importante que todos aprendamos a reconocer que los verdaderos mayordomos de Dios tienen una relación íntima con él. Para ellos, Dios es más que un juez que vigila cada detalle de sus vidas. Ellos se dan cuenta que él también es amoroso, compasivo, sabio, justo y fiel.

2. El mayordomo y su prójimo

Por lo general, si todos nosotros estamos concientes que sólo somos mayordomos de Dios y no los mismos dueños entonces esto fomenta y fortalece las relaciones interpersonales con el prójimo. Por ejemplo, el mayordomo que reconoce que es responsable de usar bien el tiempo tiende a invertir más tiempo en otros y para otros, dedicando menos tiempo en sus propios intereses.

El mayordomo que reconoce que es responsable de usar bien el dinero sabe que no se trata de su propio dinero. Por eso, él da con más liberalidad cuando se presenta alguna necesidad.

La persona que reconoce que todo es de Dios está más dispuesta a pagar por las cosas de otros que haya dañado. También, por esto mismo, será más propensa a devolver en buenas condiciones las cosas que haya tomado prestadas.

3. El mayordomo y sus posesiones

En el mundo se le da mucha reverencia a las posesiones de las personas. Las cosas materiales tocan las emociones de la gente mundana. En algunos las cosas materiales producen lágrimas y en otros enojo, codicia, envidia, celos, odio y hasta deseos homicidas. Existen muchos hombres y mujeres que sacrifican la salud e incluso sus propias vidas para obtener las tan veneradas posesiones materiales.

En cambio, para el mayordomo cristiano las cosas materiales nada más le son un medio para llegar a un fin deseado. Esto significa que las posesiones materiales no son el fin buscado. El fin que los mayordomos cristianos buscan es que Dios reciba la gloria por medio de sus vidas y de sus posesiones.

Los mayordomos cristianos administran bien sus cosas, no porque las veneran, sino porque las ven como un encargo que Dios les ha asignado. El mayordomo fiel busca superar y hasta duplicar los talentos que sólo Dios le ha dado. Si Dios dispone que sufra pérdida y reveses económicos, entonces asume la actitud de Job, cuando él dijo: “Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito” (Job 1.21).

C. La vida eterna

Como mayordomos fieles, nosotros esperamos el regreso de nuestro Señor Jesucristo cuando con mucha alegría daremos cuenta de nuestra mayordomía. Con gusto asumimos nuestra responsabilidad como mayordomos fieles, porque sabemos que los esfuerzos que hemos hecho por administrarlos para la gloria de Dios serán recompensados ampliamente cuando oigamos las palabras de Dios para todo mayordomo fiel: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25.23). ¡La vida eterna con Cristo será la mayor recompensa para un mayordomo fiel!