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Tus ojos mirarán cosas extrañas, Y tu corazón hablará perversidades. Serás como el que yace en medio del mar, O como el que está en la punta de un mastelero. Y dirás: Me hirieron, mas no me dolió; Me azotaron, mas no lo sentí; Cuando despertare, aún lo volveré a buscar (Proverbios 23.33–35). ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? GRACIAS DOY A DIOS, POR JESUCRISTO SEÑOR NUESTRO (Romanos 7.24–25). |