UN ESTUDIO DEVOCIONAL DEL SERMÓN DEL MONTE
Lección III
El pacto viejo comparado con el pacto nuevo
“No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos”.
El propósito del Viejo Pacto era el de preparar para la venida de Cristo (Gá. 3.24-27). La ley y los profetas significan el Antiguo Testamento entero. Los diez mandamientos tenían dos propósitos: separar una nación santa a Dios y recordarles constantemente que no podían guardar la ley en sus propias fuerzas. El propósito de los sacrificios era recordarles de su necesidad de perdón y del Redentor venidero.
Las bienaventuranzas nos demostraron que el hombre tiene que llorar o arrepentirse de sus pecados y recibir al Salvador. Dios estaba con su pueblo en los tiempos del Antiguo Testamento pero ahora ha empezado un Pacto nuevo y emocionante: ¡Dios morará dentro de su pueblo!
El corazón viejo y de piedra será convertido por la adición de un factor nuevo: ¡Cristo entrará y purificará nuestro templo para que podamos vivir para la gloria de Dios! Lee 1 Corintios 6.19-20.
Ezequiel profetizó de esto (Ez. 11.19): “Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne”. Pero, ¿por qué? Ezequiel 11.20 sigue explicándonos: “para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios”. ¡Por eso es que el Nuevo Pacto cumple el Viejo!
Hebreos 8.6-13 explica por qué el Pacto Viejo fue diseñado para ser reemplazado por el Nuevo. En el Nuevo, las leyes de Dios serían puestas en las mentes y escritas en sus corazones, y “¡todos me conocerán!” y “nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades”. ¡Esto solamente sería posible con un Salvador personal quien murió por nuestra expiación, y que después venga y viva en nuestros corazones! ¡Esto es exactamente lo que hace Cristo!
Los diez mandamientos se dividen en dos partes: los primeros cuatro tienen que ver con nuestro deber hacia Dios y los otros seis de nuestra relación con hombres. En Mateo 5.17-48, los mandamientos que tienen que ver con nuestra relación con hombres son reinterpretados y aplicados interiormente, ¡para tratar con el pecado en la mente y el corazón! Esto es el Nuevo Pacto de Cristo en acción, “llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Co. 10.5). Si no piensas que eso sea algo de significancia, ¡mira lo que hay en el corazón del hombre!
“Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre”. (Mr. 7.21-23).
¡Solamente un Dios que puede entrar en el corazón puede amansar tal zoológico!
Cómo produce Dios un corazón regenerado
En la experiencia de la salvación, nos arrepentimos de nuestros pecados (llorar nuestra condición depravada, confesarla y volver a Dios para ayuda). Recibimos perdón por la sangre expiadora de Cristo y abrimos nuestro corazón para dar entrada a Cristo por medio del Espíritu Santo. Ésta es la experiencia del nacimiento de nuevo.
Romanos 10.9,10 lo dice así: “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación”.
El Espíritu Santo entra en nuestros corazones en la experiencia de la salvación; en realidad, es imposible ser un cristiano sin ser nacido de nuevo por el Espíritu Santo (Ro. 8.9). Esto es lo que la Biblia llama el bautismo del Espíritu (1 Co. 12.13). Los nueve frutos del Espíritu Santo empiezan a crecer en tu corazón. Recuerda, tú no has de experimentar perfección inmediata. El fruto crece lentamente. Dios lo produce en tu vida conforme tu muerte diaria a la vida vieja.
Si nunca has experimentado la salvación, ora ahora, pidiendo perdón a Dios al confesar tus pecados, e invita a Jesús a entrar en tu vida. El puede si tú estás dispuesto. El puede sembrar el fruto de su Espíritu Santo en tu corazón, ¡El te puede hacer nacer de nuevo!
Esta es la única manera en que se puede cumplir elNuevo Pacto.
Seis Maneras en que el amor busca reconciliación: (Mt. 5.21-48)
Siguiente, nuestro Señor trata de seis casos en que él demuestra cómo el Nuevo Pacto cumple la intención del Antiguo. Todas éstas son ilustraciones de cómo el amor cumple la ley. Este principio se encuentra vez tras vez a través del Nuevo Testamento: “No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. ...El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor” (Ro. 13.8,10).
Durante su ministerio, Jesús acentuó vez tras vez que toda la intención de los diez mandamientos, la ley y los profetas, podía ser resumida en dos mandamientos: amar a Dios con todo tu corazón y amar a tu prójimo como a ti mismo (Mr. 12.29-31). Este principio doble es la esencia de la ética del Sermón del Monte. Solamente puede ser practicado por medio de la gracia.
Aquí hay otra manera de resumirlo: “Porque no adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Ro. 13.9).
Haz notar cuidadosamente en los seis casos que siguen cómo se aplica este principio para resolver cada problema con lo que podríamos llamar el Ministerio de Reconciliación. Evita el enojo, los insultos y las injurias, arregla las disputas fuera de los tribunales, busca reconciliación, evita pensamientos lascivos, prevé el divorcio y las segundas nupcias, apártate del adulterio, no jures, evita la venganza, vuelve la otra mejilla, presta, ve la segunda milla, ama a tus enemigos, bendice a todos, ora por ellos y hazles bien.
En todas estas situaciones problemáticas, haz notar que el principio claramente es... ¡amor y reconciliación! ¡Cuántos litigios, divorcios, pleitos, adulterios, etcétera, esto prevendría!
“Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego. Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda. Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tanto que estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel. De cierto te digo que no saldrás de allí, hasta que pagues el último cuadrante.”
“Oíste que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.”
“También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, déle carta de divorcio. Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio.”
“Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No perjurarás, sino cumplirás al Señor tus juramentos. Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello. Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede.”
“Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses.”
“Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”.
En estos seis casos nuestro Señor compara la tradición y costumbre humana (“oísteis”) con su propio mandamiento perfecto: “Pero yo os digo”. Aquí tenemos el consejo de Dios sobre los problemas del hombre.
De nuevo, todos los asuntos tratados nacen de las tres tentaciones básicas del hombre: los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida (el deseo de dominar, codiciar poder).
Acerca de los deseos de la carne, él nos enseña que empiezan en los pensamientos sensuales y la mirada lasciva. La solución es ¡purifica tus pensamientos! Para el deseo de los ojos en extender las manos para tomar lo que es de otro o retener egoístamente lo que es mío, él nos enseña ¡da, no quita! “¡Más bien es dar que recibir!”
Acerca de los problemas que se levantan del deseo de dominar, del enojo, de dar injurias, de jurar, de enemistades, nos enseña ¡reconcíliate, perdona, bendice! ¡Vuelve la otra mejilla, ve la segunda milla, presta sin esperar nada! La solución al odio y la enemistad es el amor. ¡La paz es más deseable que el poder!
¿Son prácticas estas soluciones? Teólogos inteligentes enseñan que estas soluciones solamente son “consejos de perfección” no destinados a ser vividos por el pueblo común. ¡Pero, Jesucristo mismo dice que es la vida normal del cristiano! Si no lo vivimos por su gracia, él nos dirá: “Nunca os conocí’” (Mt. 7.21,23).
¿Qué quiere decir: “Sed perfectos”? Al final de esta sección de seis casos, encontramos estas palabras espantosas. “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”.
¡Nadie creerá que esto significa que debemos ser perfectamente infalibles, omniscientes, omnipotentes como Dios! ¿Qué quiere decir, entonces? Ya que el Sermón del Monte empieza (en las bienaventuranzas) con describir el carácter de los que tienen la mente y el Espíritu de Cristo, este capítulo también presume que la obediencia es únicamente posible para los que son nacidos del Espíritu, participantes de la naturaleza divina, hijos de Dios.
En verdad, el Sermón del Monte es inalcanzable, impracticable e imposible para los que no son nacidos de Dios. Jesús dice claramente: “Os es necesario nacer de nuevo” (nacido del Espíritu de Dios cuando entra en tu corazón), de otro modo no estás aún en el reino (Jn. 3.3-8).
Es una mentira pensar que la Biblia enseña “la paternidad de Dios sobre la hermandad de toda la humanidad”. Jesús claramente proclama a los que lo rechazaron: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo” (Jn. 8.44). Por eso tenemos que ser nacidos de nuevo para ser traspasados del reino de las tinieblas al reino de Dios. Lee Colosenses 1.12-14.
Por lo menos dieciocho veces se menciona los hijos de Dios, su Padre, nuestro Padre, etcétera, en el Sermón del Monte. Esta no es la enseñanza de un programa político para las naciones no regeneradas, sino solamente para la familia de Dios.
Cuando somos nacidos de nuevo, nacidos del Espíritu Santo, recibimos a Cristo en nuestros corazones. Su carácter empieza a ser formado en nosotros, como el fruto o el desarrollo del Espíritu Santo. “Cristo en vosotros, la esperanza de gloria” es el sistema de vida para el cristiano. Efesios 3.14-21 dice que la maduración (perfeccionar) es morar Cristo en nuestros corazones, llenándonos con el amor, que es el amor especial y divino de Dios, quien es amor. Esto es lo que quiere decir con ser perfectos, dejar que el amor perfecto de Dios desarrolle en nosotros y extiende a todos los hombres:
“Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la Iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén” (Ef. 3.14-21).
Ahora, examinemos las soluciones específicas del Señor para los problemas comunes del humano con el enojo, etcétera, La Biblia dice: “Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad” (Pr. 16.32). Cuando Cristo reina en nosotros, nos da poder para vencer al enojo, y transformarlo en una energía útil en vez de un resentimiento ardiente y paralizador.
Cristo en nosotros nos da poder para llevar cautivo todo pensamiento. Mentes puras, viendo a Dios, conquistan pensamientos lascivos y previenen al adulterio, el divorcio y las segundas nupcias, la violación, la pornografía, los chistes indecentes, los libros y las revistas indecentes.
Cristo en nosotros nos da poder para buscar reconciliación con un hermano ofendido, dejar las injurias, arreglar problemas fuera de los tribunales, evitar el perjurio, decir la verdad, no resistir al malhechor con violencia, prestar, dar, ir la segunda milla, perdonar a nuestros enemigos en vez de odiar, maldecir, resistir, resentir, quejarnos, insultar, y atacar. La esencia del camino de bendición es amar, bendecir, hacer bien y orar como nuestras armas espirituales.
Vencer la vanagloria de la vida
Este grupo de pecados también se podría llamar la codicia de poder. Los hombres físicos codician prosperidad, los hombres sociales codician fama, pero los hombres políticos codician poder. Esta clase de pecados incluye enojo, resentimiento, odio, malevolencia, orgullo, sospecha, suposición maliciosa, un espíritu exigente y crítico, rebelión, hostilidad, y violencia.
Este tipo de tentación está innato en nuestras naturalezas carnales. La Comisión para Crímenes de Minnesota expuso recientemente un hecho de nuestros llamados “angelitos”:
“Todo niño empieza la vida como un pequeño salvaje. Es completamente egoísta y egocéntrico. El quiere lo que quiere cuando él lo quiere: su biberón, la atención de su mamá, el juguete de su compañero de juego, el reloj de su tío. Niégale estos deseos, y se llena de una furia y agresividad que serían sanguinarios, si él no fuera tan impotente. No tiene modales, ni conocimiento, ni habilidades. Esto quiere decir que todos los niños—no solamente ciertos niños—nacen delincuentes. Si permitido a continuar en su mundo egocéntrico de su infancia, dándole rienda suelta a sus acciones impulsivas, todo niño llega a ser criminal, ladrón, homicida, violador”.
Mateo 4:8-10 demuestra como nuestro Señor rehusó la pompa y el poder de los reinos políticos de este mundo. Mateo 5.5 nos enseña que son los mansos quienes son bienaventurados, no los vengativos ni los rencorosos que exigen sus derechos. Mateo 5.7 nos enseña que son los misericordiosos quienes son bienaventurados. Mateo 5.9 nos enseña que son los pacificadores quienes son bienaventurados, no los guerreros. Mateo 5.22 condena al enojo que hace que los hombres quieran matar. 1 Juan 3.15 nos recuerda que cualquiera que aborrece a su hermano ya es homicida y ningún homicida tiene vida eterna. (A propósito, el suicidio es homicidio propio).
Es humano enojarse, pero la Biblia dice: “(el amor), no se irrita” (1 Co. 13.5), ni guarda rencor. “No se ponga el sol sobre vuestro enojo” (Ef. 4.26). Cualquiera que tiene el Espíritu Santo tiene que quitar estas cosas que le contristen: “toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia” (Ef. 4.30,31) y reponerlas con misericordia, perdón y el andar en amor (Ef. 4.32-5.2). Recuerda, Dios ES amor.
Un científico de la Duke University, el Dr. R. B. Williams, Jr., explica que la hostilidad y el enojo pueden ser el componente clave y peligroso de las personalidades propensas a ataques cardíacos. También se caracterizan como personas ambiciosas e impacientes. Es dos veces más probable que éstos mueran de ataques cardíacos que la gente más tranquila y pacífica. ¡El odio enferma!
Demasiados comentadores inteligentes dicen que las enseñanzas de la no resistencia del Sermón del Monte son solamente para sentimientos personales y que no deben influirte en relación con ir a la guerra, patriotismo, etcétera. Siguen unas citas de la iglesia primitiva de cómo ellos entendían y aplicaban el Sermón del Monte.
· “Los cristianos aman a los que los aborrecen”. —Epistle to Diognetus (Epístola a Diognetus).
· “Bendice a los que te maldicen, ora por tus enemigos, y ayuna por los que te persiguen. Da a todo aquel que pide de ti, y no se lo rehúses, porque es la voluntad del Padre que demos a todos de los dones que hemos recibido. No desee una división sino reconcilia a los que pelean”. —Teaching of the 12 Apostles (Enseñanza de los 12 Apóstoles). (Los cristianos primitivos ni recibían donativos de profesionales que eran considerados malos, tales como abogados no honrados, políticos, espías, oficiales romanos, etcétera).
· “Un soldado tiene que ser enseñado a no matar a hombres y aunque mandado, no debe hacerlo, y debe rehusar de tomar juramento; si no está dispuesto a obedecer, tiene que ser rechazado (de instrucción para bautismo). Un comandante militar o un magistrado civil que lleva puesto el púrpura debe renunciar o ser rechazado. Si uno en instrucción o un creyente busca ser soldado, debe ser rechazado, porque ha despreciado a Dios”. —The Apostolic Tradition (La Tradición Apostólica).
· “Pero para hombres quienes obedecen a Dios, hay una ley, sencilla y verdadera y apacible, lo que aborreces que te hagan, no lo hagas tú a otros”. —Apostolic Regulations (Reglamentos Apostólicos).
Los apacibles anabautistas también eran no resistentes.
· Michael Sattler dijo: “No es apropiado que un cristiano sirva de magistrado por estas razones: El magistrado gubernamental es según la carne, pero el del cristiano es según el Espíritu; su ciudadanía está en este mundo, pero la ciudadanía del cristiano está en el cielo; las armas de su conflicto y guerra son carnales y solamente contra carne, pero las armas del cristiano son espirituales, contra la fortificación del diablo”.
· Conrado Grebel escribió: “Los verdaderos cristianos creyentes son como ovejas en medio de lobos... Tienen que ser probados en el fuego y tienen que alcanzar la patria de descanso eterno, no con vencer corporalmente a enemigos con la espada, sino con vencer a enemigos espirituales. No usan la espada mundana ni se ocupan en guerra, ya que entre ellos ha cesado completamente el tomar vida humana, porque ya no estamos bajo el Pacto Antiguo”.
· Felix Manz dijo: “Ningún cristiano hiere con la espada ni ‘resiste al mal”.
· Jacob Hutter escribió: “Antes que robarle a sabiendas un centavo a alguien, de buena gana entregaremos cien guilders (dinero holandés). Y antes de darle un golpe con la mano a nuestro peor enemigo, sin mencionar lanza, espada, o alabarda según la manera del mundo, estaríamos dispuestos a perder nuestras vidas”.
Se podrían dar muchas otras citas de toda la historia de la Iglesia y de muchas diferentes denominaciones de hombres quienes tomaban literalmente al Sermón del Monte. Si quieres evitarlo, tendrás que afrentar a Jesucristo en el día del juicio. Jesús dijo: “Cualquiera, que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena... Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”. (Mt. 7.26,23).
Se han propuesto muchas objeciones para tratar de evitar el obedecer al Sermón del Monte. Pero recuerda esto, Jesús lo enseñó. Si tratas de disuadirlo, tendrás que enfrentarte con é1,
Miles de objetores de conciencia a la guerra han servido a sus países en maneras pacificas durante todas las guerras americanas. No pudieron aborrecer ni matar, pero siempre ayudaron a su país y la humanidad, sirviendo en hospitales, escuelas, agricultura, silvicultura, apagando fuego, o en cárceles sí era necesario.
No podemos pasar por alto que la enseñanza sobre el divorcio en este mismo capítulo acentúa reconciliación en vez de la destrucción del matrimonio. Él enseña claramente que repudiar a la esposa para que entre en relaciones con otro, causa que ella cometa adulterio. Claramente enseña que un hombre que se casa con la esposa de otro también comete adulterio. Queda claro que no hay lugar para segundas nupcias para personas divorciadas mientras que su compañero original esté vivo(a). Pueden vivir separados o pueden ser reconciliados. Esto también se enseña muy fuertemente en 1 Corintios 7.10,13,39. La tal llamada “frase excepcional” únicamente autoriza separación si uno de los cónyuges está cometiendo acciones inmorales, pero nunca autoriza segundas nupcias. Si se arrepiente de sus acciones inmorales, la relación matrimonial debe ser restaurada porque todo el contexto es el de reconciliación. En Mateo 19.3-10 el Señor enseña de nuevo la permanencia de un matrimonio; la inmoralidad es una excepción que da lugar para la separación pero nunca para las segundas nupcias.