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Una iglesia que ora Por Jaime Stewart Cuando yo era apenas un joven convertido, la primera cosa que me llamó la atención, leyendo los Hechos de los Apóstoles, fue el hecho de que aquellas asambleas locales vivían en una ambiente de oración. Hicieron reuniones de oración a menudo. Oraban cada vez que se dio la oportunidad. Oraban para que fuesen abiertas las puertas; y después de haber pasado por las puertas abiertas, oraban por guianza y denuedo en su ministerio. Oraban en sus hogares y cuando se reunían en la iglesia. Oraban en sus círculos privados y oraban ante el sanedrín. En práctica, vivían arrodillados. A fin de que los apóstoles pudiesen "persistir en la oración", eligieron a siete hombres de buen testimonio, para que estos administrasen los negocios materiales de la iglesia. Tan poderosos eran en la oración, que fueron capaces de revolucionar, en gran manera, al mundo conocido. Una verdadera iglesia, basada en la Biblia, siempre será poderosa en oración. Jorge Müller dijo en una de sus cartas a Hudson Taylor en China: "Si vas a ganarte esa provincia para Cristo, tendrás que hacerlo arrodillado". Una de nuestras más imperiosas necesidades es el de avivar nuestras reuniones de oración. Una de las manifestaciones más poderosas del Espíritu, en cuanto al poder de avivamiento, es el restablecimiento de las genuinas reuniones de oración.
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