La mayordomía - Estudio bíblico sobre la buena administración
Por Dallas Witmer
Traducido y adaptado por Timoteo Miller
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La mayordomía---Libro 2 Texto
Prólogo al estudio sobre la mayordomía cristiana
Vivimos en tiempos peligrosos. La Biblia dice que en los últimos tiempos vendrán días difíciles: “Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita” (2 Timoteo 3.2–5).
Los versículos citados anteriormente describen de forma clara los problemas que surgen cuando las personas se aman a sí mismas y a los deleites de la vida más que a Dios y a los demás. Tales personas son orgullosas, rehúsan reconocer que Dios es dueño de todas las cosas y que ellos nada más son mayordomos de las posesiones de Dios. Estas personas necesitan un cambio de corazón antes que puedan entender y practicar la mayordomía cristiana.
Además, nosotros que somos creyentes deseamos perfeccionar nuestra práctica de la mayordomía para que podamos continuar creciendo en la vida cristiana. Dios desea que siempre abundemos en todo lo que glorifica a Dios y sea de beneficio para otros, y la buena mayordomía ayuda mucho en esto. Si somos buenos mayordomos, al final podremos escuchar las palabras de Dios: “Bien, buen siervo y fiel; (...) entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25.21).
Este estudio fue escrito con el propósito de edificar a los cristianos. El autor no pretende tener todas las respuestas, pero aborda casi todas las áreas de la vida cristiana que tienen que ver con la mayordomía.
Nosotros esperamos que al estudiar este tema usted reciba muchas bendiciones y que sea lleno “del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios” (Colosenses 1.9–10).
—La publicadora