El matrimonio
Escoger otro capítuloCapítulo 43
“Pero al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino uno. Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Marcos 10.6–9).
El matrimonio es una institución ordenada por Dios. Fue instituido y santificado en la creación, y desde aquel tiempo el pueblo de Dios ha promovido su pureza. Dios instituyó el matrimonio cuando hizo a Eva y se la trajo a Adán, el cual dijo: “Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne. (...) Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2.23–24).
¿Por qué fue instituido el matrimonio?
1. No es bueno que el hombre esté solo
Dios creó una “ayuda idónea” para Adán porque no era bueno que él estuviera solo (Génesis 2.18). La verdad de este planteamiento la vemos en la constitución física de cada hombre y mujer. Ellos son diferentes tanto en lo físico como también en lo emocional, y se necesitan el uno al otro para complementarse. Lo que le falta al hombre lo suple la mujer, y viceversa. Dios los creó para ocupar sus respectivos lugares. Dichoso el hombre y dichosa la mujer que reconoce esta sabia provisión del Creador, que la respeta y que obra dentro de sus límites.
2. Para propagar el género humano
Esto está expuesto en Génesis 1.28: “Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra”.
3. Para la pureza del género humano
“Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios” (Hebreos 13.4). Entre el marido y su esposa que se aman el uno al otro las relaciones sexuales son puras y honrosas. Cuando los dos cumplen los deseos del otro les fortalece en contra de la fornicación (1 Corintios 7.1–5).
4. Para la crianza de los hijos
Las cualidades más fuertes del padre unidas a las cualidades más tiernas de la madre sirven para criar y disciplinar a los niños. No hay nada que pueda ocupar el lugar de un hogar cristiano para criar a los hijos “en disciplina y amonestación del Señor”.
El matrimonio es:
1. Dejar a los padres y comenzar un nuevo hogar
Génesis 2.24 lo expresa así: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer”. Aunque los matrimonios todavía deben reconocer sus deberes para con sus padres como hijos e hijas, ahora sus deberes son más el uno para con el otro que para con sus propios padres o cualquier otro familiar o amigo. Ellos ahora forman un nuevo hogar; el marido es la cabeza y la esposa es su ayuda idónea.
2. Llegar a ser “una sola carne” con alguien del sexo opuesto
Cuando la pareja se casa los cónyuges unen sus corazones, manos, mentes y hasta sus posesiones. Ellos llegan a ser uno en pensamiento, en afectos y en propósitos. Dios los une en una sola carne.
3. Una unión pronunciado por Dios que dura por toda la vida
¿Cuándo empieza un matrimonio? Cuando un hombre y una mujer dejan a sus padres y su unen ante Dios.
¿Cuándo termina un matrimonio? Dios une a la pareja casada de por vida. Dios ve a los cónyuges como un matrimonio hasta la muerte de uno de ellos (Marcos 10.9; 1 Corintios 7.39).
Leyes matrimoniales
Casi todas las naciones tienen leyes sobre el matrimonio. Los cristianos debemos someternos a tales leyes a no ser que las mismas no estén en armonía con las leyes divinas. Veamos algunas de estas leyes.
1. Prohíbe que un creyente se case con un incrédulo
Moisés (Deuteronomio 7.3), Josué (23.11–13), Esdras (10.10–12) y Nehemías (13.23–26) testifican en contra del matrimonio entre creyentes e incrédulos. Moisés apoya este planteamiento al decir: “Porque desviará a tu hijo de en pos de mí, y servirán a dioses ajenos” (Deuteronomio 7.4). Al pasar al Nuevo Testamento encontramos la misma advertencia de parte de Dios: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos” (2 Corintios 6.14) y “libre es para casarse con quien quiera, con tal que sea en el Señor” (1 Corintios 7.39). La Biblia advierte a los cristianos que ellos no deben casarse con los incrédulos, porque traería resultados desastrosos en sus vidas.
“¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?” (Amós 3.3). Cuando el esposo y la esposa tienen diferentes creencias religiosas ellos están divididos en los asuntos más importantes. Los padres tienen la obligación ante sus hijos de estar unidos en todos los asuntos morales y religiosos. Por tanto, es muy importante que los cristianos busquen su pareja entre otros cristianos.
Esto hace que surja otra pregunta: ¿Y qué hay con las personas que ya están unidas en un matrimonio en yugo desigual? Tales personas encuentran sus instrucciones en 1 Corintios 7.12–16.
¿Acaso están verdaderamente casados una mujer y un hombre si no son cristianos? Ciertamente que lo están con tal que hayan cumplido las condiciones esenciales del matrimonio. El matrimonio es honroso en todo, sea la ceremonia oficiada por un predicador o un magistrado, sean los interesados conversos o incrédulos, con tal que se casen de acuerdo con las leyes de su país y no contrario a la ley altísima de Dios.
2. La Biblia prohíbe el matrimonio con una persona divorciada mientras viva su cónyuge
Esta es una verdad que muchos ignoran voluntariamente. Dejaremos, pues, que sea la Biblia la que tenga la última palabra sobre este tema:
“Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así. Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera” (Mateo 19.8–9).
“Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra ella; y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio” (Marcos 10.11–12).
“Todo el que repudia a su mujer, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada del marido, adultera” (Lucas 16.18).
“Porque la mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras éste vive; pero si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido. Así que, si en vida del marido se uniere a otro varón, será llamada adúltera; pero si su marido muriere, es libre de esa ley, de tal manera que si se uniere a otro marido, no será adúltera” (Romanos 7.2–3).
“La mujer casada está ligada por la ley mientras su marido vive; pero si su marido muriere, libre es para casarse con quien quiera, con tal que sea en el Señor” (1 Corintios 7.39).
Algo que deseamos destacar en estos versículos es que nadie tiene derecho a casarse con otra persona mientras viva su cónyuge. Esto quiere decir que tampoco nadie tiene el derecho a casarse con una persona divorciada. La verdad es que cuando dos están casados ellos son “una sola carne” mientras ambos vivan y durante este tiempo ninguno puede llegar a ser “una sola carne” con otra persona. Si alguno de los dos se une a otra persona entonces será llamado adúltero.
La Biblia menciona dos casos en que puede haber una separación (Mateo 19.9; 1 Corintios 7.15). Pero en ningún caso la Biblia permite que alguno de los interesados se case con otro mientras viva su cónyuge.
Si una persona se encuentra ya casada con una persona divorciada entonces ellos están viviendo en adulterio. Tales personas deben separarse. Algunas personas que se encuentran en tales circunstancias declaran que no sería justo separarse porque cometerían un error contra sus hijos si se separaran. Pero los versículos ya citados son claros en cuanto a que ellos están viviendo en adulterio mientras continúan su lazo adúltero. Por tanto, mayor daño cometerían viviendo en adulterio. Sin embargo, una separación bajo tales circunstancias no los eximiría de su responsabilidad de cuidar y proveer sostén para los hijos que han engendrado.
3. Matrimonios plurales no son permitidos en el Nuevo Testamento
Cuando Cristo y los apóstoles enseñan sobre el matrimonio siempre lo presentan desde el punto de vista de la unión entre un hombre y una mujer. Pablo dice claramente: “Cada uno tenga su propia mujer [no ‘mujeres’], y cada una tenga su propio marido” [no ‘maridos’] (1 Corintios 7.2).
Dios sí permitió matrimonios plurales en el Antiguo Testamento, pero ahora tiene algo mejor para nosotros: “Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan” (Hechos 17.30).