El infierno
Escoger otro capítuloCapítulo 59
“Los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Apocalipsis 21.8).
La Biblia enseña que hay un lugar de castigo eterno. Ese lugar fue preparado para el diablo y sus ángeles (Mateo 25.41). Sin embargo, los impíos también serán enviados a ese lugar porque escogieron seguir al diablo y a sus ángeles. Este lugar de castigo y tormento es el infierno.
Cómo es el infierno
Las siguientes frases de la palabra de Dios describen el infierno:
“Confusión perpetua” (Daniel 12.2)
“Fuego que nunca se apagará” (Mateo 3.12)
“Infierno de fuego” (Mateo 5.22)
“Horno de fuego” (Mateo 13.50)
“Condenación del infierno” (Mateo 23.33)
“Tinieblas de afuera” (Mateo 25.30)
“Fuego eterno” (Mateo 25.41)
“Castigo eterno” (Mateo 25.46)
“Donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga” (Marcos 9.44)
“El castigo del fuego eterno” (Judas 7)
“El humo de su tormento sube por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 14.11)
“Lago de fuego que arde con azufre” (Apocalipsis 19.20)
Para que entienda estas descripciones más a fondo usted debe estudiarlas en sus contextos. Temblamos al pensar en lo horrible que será el infierno y nos quedamos atónitos al saber que hay personas que pretenden creer en la Biblia, pero piensan que no exista tal lugar.
El infierno es un lugar
Una de las cosas importantes que debemos recordar es que el infierno es un lugar (Lucas 16.28) y no una condición. Algunos nos dicen que “hacemos nuestro propio infierno”, refiriéndose a las condiciones deprimentes que creamos a veces para nuestra propia desgracia. Pero la Biblia enseña que el infierno es un lugar y no una condición. Este hecho es tan claro que ningún creyente verdadero lo duda. El infierno es un lugar tanto como lo es este mundo en que vivimos.
Quién irá allá
1. El diablo y sus ángeles
Cristo dijo específicamente que el infierno fue “preparado para el diablo y sus ángeles” (Mateo 25.41). Los demonios saben para donde van. Cuando Cristo se encontró con algunos de ellos, éstos clamaron: “¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo?” (Mateo 8.29). Aunque ellos “creen, y tiemblan” (Santiago 2.19), también conocen su propia sentencia y temen el lugar a donde serán mandados. (Lea también Judas 6; Apocalipsis 20.10.)
2. Los pecadores que rehúsan arrepentirse
Cristo prepara un lugar diferente para nosotros los humanos: el cielo. Sin embargo, si rehusamos arrepentirnos, Dios nos mandará al lugar preparado para el diablo y sus ángeles en la eternidad (Mateo 25.41). “Antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lucas 13.3). La entrada a los cielos es posible sólo por medio del arrepentimiento (Lucas 24.47). Cuando los pecadores mueren sin haberse arrepentido de sus pecados, la sentencia divina se aplica a ellos: “El alma que pecare, esa morirá” (Ezequiel 18.4).
3. Los que se creen buenos, pero no obedecen a Dios
No es necesario que uno sea culpable de homicidio, de robo, de fornicación o de borrachera para que sea condenado al infierno. El mero hecho de desobedecer a Dios en algo sencillo condena a la persona, así como la condena el más vil pecado.
Segunda de Tesalonicenses 1.7–9 habla de la venganza con que se castigará a los que no están en el redil de Cristo. Aquí no se dice que estas personas fueron muy viles y groseras. Sólo se dice que “no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo”. A tales personas se les dice que “sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder”.
Algunos tropiezan en este punto. Ellos dicen que Dios nunca enviaría al infierno al hombre que es honrado en su negocio, que provee bien para su familia y que vive una vida más pura que mucha gente en las iglesias, pero rehúsa someterse a Dios en una cosita. Los que defienden a tal hombre están confiando más en las buenas obras que en la verdad de la palabra de Dios. Cristo dijo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para Sodoma y Gomorra que para los religiosos que habían conocido la palabra de Dios, pero no la obedecieron (Mateo 11.20–24). No es que los de Sodoma fueron mejores que los religiosos, sino que éstos sabían más de la voluntad de Dios y aún no la obedecieron. Ante Dios resulta grave el hecho de conocer su voluntad y no obedecerla (Lucas 12.47–48). No debemos presentar excusas por el hombre “bueno” que sabe la verdad, pero la rechaza. Más bien debemos advertirle que si no se arrepiente perecerá como todos los demás pecadores (Lucas 13.2–5).
4. Los hipócritas
Cualquier persona que finge que la razón por la que no está en la iglesia es porque allí hay hipócritas es también un hipócrita porque tan pronto se le quita esta excusa pone otra para no convertirse en un cristiano. Los hipócritas, estén dentro o fuera de la iglesia, estarán todos juntos en la eternidad en el lago de fuego. Cristo habla acerca del hombre que ha sido negligente en prepararse para la venida del Señor, diciendo que Dios “pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mateo 24.51).
La violencia y la delincuencia que vemos en el mundo actual se deben a que los hombres se han hecho sordos al mensaje de Dios y han escogido el pecado y la iniquidad. El fin del pecado es la muerte; no hay otro fin que sea justo. Cuando los hombres voluntariamente rechazan a Dios, él les está dando lo que merecen al enviarles para el infierno. En muchos tribunales actuales se cometen errores judiciales en donde los culpables salen sin recibir su merecido castigo, mientras que los inocentes sufren injustamente por cosas que no hicieron. Pero en el tribunal de Cristo habrá justicia perfecta; ningún justo será echado al lago de fuego y ningún malvado evitará su merecido.
Algunas ideas erróneas
A los hombres desobedientes les es natural tratar de huir de las verdades que son desagradables. Ellos se han gastado fortunas enteras tratando de encontrar alguna sustancia capaz de prolongar la vida. Muchos han tratado de escapar de la terrible realidad del infierno utilizando la filosofía humana en lugar de aceptar la salvación que Dios les ofrece. Queremos notar algunos errores con respecto al infierno con los cuales se engañan muchas personas:
Error: No hay infierno
Verdad: Muchos creen en esta mentira. Aun entre los que dicen que creen en la Biblia hay algunos que dicen que el infierno se refiere nada más a la sepultura. Si es así, tenemos que revisar toda la Biblia para acomodarla a este punto de vista. ¿Por qué afirma la Biblia que los malos serán echados al infierno si es cierto que todos los demás irán allá también? ¿Por qué dijo el rico: “estoy atormentado en esta llama”, cuando todos sabemos que un muerto no puede sufrir tormento, aunque hubiera llamas en su sepultura? ¿Por qué dice la Biblia que “el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos”? Para que alguien crea que no hay un lugar de tormento eterno para los impíos, tendría que rechazar todo el contenido de la Biblia.
Error: Los impíos tendrán una segunda oportunidad después de la muerte
Verdad: No hay nada en la Biblia que enseñe esto. Cuando el rico rogó que Lázaro fuese enviado con agua, Abraham le informó que había entre ellos una gran sima que ningún hombre podía cruzar. La muerte no pone fin a nuestra existencia, pero sí elimina nuestra oportunidad de reconciliarnos con Dios. “Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9.27).
Error: Los malos no sufrirán tormentos para siempre
Verdad: La Biblia enseña que el castigo de los malos en el infierno es eterno. Los sacerdotes católicos dicen que hay un “purgatorio” donde los sufrimientos purgan el alma hasta que pueda entrar al cielo. Este engaño ofrece una esperanza falsa a los malos y les anima a arriesgarse a seguir en su pecado. Ellos piensan que podrán purificarse en el purgatorio, y por esto no consideran bien que tienen que arrepentirse de sus pecados ahora mientras tengan la oportunidad.
Error: Los malos serán consumidos al ser echados en el lago de fuego
Verdad: La teoría de que los malos serán consumidos por completo y que dejarán de existir no armoniza con las frases bíblicas como “fuego que nunca se apagará” y “el gusano de ellos no muere”. La Biblia dice que los malvados “sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder” (2 Tesalonicenses 1.9), y que quedarán por la eternidad en el lago de fuego.
Lo más triste de todas estas ideas erróneas es que ofrecen una esperanza falsa a las personas que viven en pecado. Las mismas les dan a los malvados la esperanza de que habrá una manera de escapar al castigo horrible que la Biblia enseña que les espera a menos que se arrepientan. Amados amigos cristianos, seamos diligentes en advertir a la gente acerca del infierno.
Lo que los malos experimentarán en el infierno
Si el mundo creyera lo que significará sufrir en el infierno por la eternidad, millones de personas buscarían el perdón de Dios mientras hay oportunidad. ¿Cuáles son las cosas que están por sucederles a los impíos?
1. “El gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga” (Marcos 9.44)
Así será el castigo sin fin. Mientras estamos aquí en la tierra sufrimos, mas siempre esperamos alivio. Allá el sufrimiento continuará para siempre, sin esperanza de salir. Aunque usted sufriera alguna enfermedad terrible todos los días de su vida, ¡eso no sería nada al compararse con lo que está reservado para las almas condenadas al infierno!
El fuego del infierno traerá un dolor agudo y eterno a los condenados. Nuestra alma tiene una existencia eterna y nunca puede ser aniquilada aunque sufra para siempre en el castigo del fuego eterno.
2. “Allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mateo 13.42)
Note las palabras lloro y crujir. Los condenados al infierno llorarán y maldecirán, se lamentarán y se desesperarán... Esta terrible escena no puede describirse con palabras. Sólo aquellos condenados conocerán la profundidad de la agonía de ese sufrimiento. ¡Lástima que no lo reconocen ahora para poder arrepentirse!
3. No tendrán “reposo de día ni de noche” (Apocalipsis 14.11)
Los que aquí sufren, por lo general hallan algún alivio cuando por fin se cansan hasta dormirse. Pero no habrá tal alivio para los condenados en el infierno.
4. Estarán en “las tinieblas de afuera” (Mateo 22.13)
La luz trae felicidad al hombre. La verdad, la justicia, la santidad y un conocimiento de Dios traen luz y gozo al alma. Pero el pecador en el infierno estará sin esta luz para siempre. Estará afuera; sin Dios, sin la verdad, sin la santidad, sin la gloria. Estará eternamente fuera de la presencia del Señor en las tinieblas de pecado y de angustia. Allí él tendrá que pasar la eternidad sufriendo “pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder” (2 Tesalonicenses 1.9).
Se puede evitar la condenación en el infierno
1. Dios quiere que todos escapen
No es la voluntad de Dios “que ninguno perezca” (2 Pedro 3.9). “No nos ha puesto Dios para ira” (1 Tesalonicenses 5.9). Más bien, él hizo el sacrificio más grande que jamás se ha hecho (Juan 3.16–17; Romanos 5.8) para que los hombres sean salvos. A pesar del hecho de que los hombres se han rebelado contra Dios y le acusan de crueldad e injusticia, su proceder con el hombre siempre ha sido de amor, sacrificio y benevolencia.
2. Debemos proclamar que hay una salida
Gracias a Dios hay una salida, una manera de escapar el castigo eterno. Sepa todo el mundo que por medio de la gracia de Dios hay una oportunidad para “el arrepentimiento y el perdón de pecados” (Lucas 24.47). Pues “la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1.7). “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar” (Isaías 55.7).
Cierto incrédulo, al tratar de convencer a una gran multitud de que no existe tal cosa como “la eternidad”, dijo esto: “Suponga usted que un ave viniese a la tierra al fin de cada mil años y se llevase de aquí un granito de arena. Aunque el ave se demorara millones de siglos, finalmente el mundo sería trasladado a otra parte. Pero si existiera tal cosa como ‘la eternidad’, quedaría aún una eternidad de sufrimiento y dolor para las almas condenadas en el infierno.” Un joven pensativo, al escuchar estas palabras, fue conmovido por ellas en una manera muy diferente de la que quiso el incrédulo. Si esta es la verdad, dijo para sí mismo, pasaré toda mi vida avisándoles a los pecadores a huir de la ira venidera. Y nosotros, ¿por qué no tomamos tal decisión? Digamos la verdad al mundo. El diablo ha arrullado y ha dormido al mundo tanto que los pecadores sienten una gran seguridad falsa. Esforcémonos por despertar a los millones que duermen para que reconozcan el peligro de su condición.